Con su victoria este 9 de noviembre, Donald Trump, el presidente electo de los Estados Unidos, le dio quizá la mayor sacudida al sistema político de la historia moderna del país y abrió la puerta a una era de extraordinaria incertidumbre en casa y alrededor del mundo.

Desde New York Times, Alexander Burns relató cómo Trump, impulsado por la ambición sin límites, se promocionó ante el país como el abanderado de la rabia populista blanca y los convenció, con pronunciamientos viscerales sobre comercio exterior, guerras en el extranjero y trabajadores inmigrantes, de que él es la voz de todos los hombres y mujeres estadounidenses que trabajan arduamente y son olvidados.

Aunque la candidatura del magnate estuvo marcada por incontables tropiezos y errores, desde los discursos groseros y dispersos que pronunciaba a diario hasta las acusaciones de abuso sexual que parecieron paralizarlo en las últimas semanas de la carrera, ningún otro candidato de la historia había insultado con tanta libertad ni se había visto tan golpeado por el escándalo sólo para seguir luchando y resultar vencedor, reconoce Burns.

Sin embargo, el periodista destaca que Trump hizo dos o tres cosas bien, que acabaron por importar más que todo el resto. “En el ámbito visceral, entendió la dinámica que el liderazgo político de ambos partidos no había visto o había ignorado: principalmente, la frustración descarnada de los electores blancos de la clase trabajadora que apoyaban su candidatura con una fuerza decidida” expone Burns.
 

En resumen, qué hizo Trump

Donald John Trump desafió a los escépticos que decían que nunca contendería a la presidencia, y también a los veteranos políticos que se mofaban de su campaña improvisada. Atacó las reglas de la política estadounidense al señalar a grupos para que fueran víctimas de escarnio debido a su raza o religión y cuestionó la legitimidad del proceso político.

Ignoró las convenciones del civismo más elemental, recurriendo a la vulgaridad y a las humillaciones en contra de sus oponentes políticos y críticos en los medios. Y, en un último acto de desafío, Trump salió victorioso, convocando a una marejada de apoyo de blancos con menor educación, desplazados por cambios en la economía y con una resistencia férrea a las transformaciones de tono cultural y racial del país.
 

Del otro lado de la frontera

En la madrugada del miércoles, México fue testigo de cómo Donald Trump se convirtió en el próximo presidente de Estados Unidos. El poder será ejercido desde el 20 de enero por un candidato cuyas promesas centrales incluyeron construir un muro entre los dos países, terminar con décadas de tratados comerciales y el inicio de la deportación de millones de migrantes mexicanos.

Locutores en un bar de Ciudad de México mientras llegaban los resultados de las elecciones presidenciales de Estados Unidos. Foto: publicada por New York Times.

Para muchos, rescata el New York Times, esta elección afectará los años de esfuerzos que buscaron mejorar la relación entre ambas fronteras, que ha sido históricamente tensa. Su elección promete un futuro financiero turbulento para México, que depende del sustento económico de Estados Unidos, tanto en términos de comercio como por las remesas.

Durante meses, México observó la campaña con una mezcla de temor y confusión, forzado a atestiguar una cruda corriente de veneno estadounidense desatado por la candidatura de Trump. Ahora, la elección se percibe como un heraldo de los días difíciles que vendrán para el país, su economía, la emigración e incluso su estado mental, señala el diario estadounidense luego de haber consultado a varios mexicanos.
 

Para leer las notas completas: 

Donald Trump, el magnate que llegó al poder con su reflejo del hombre común

México se prepara para los efectos de una presidencia de Trump