Ya el mundo no será igual

Por Roberto Follari, epistemólogo, docente y doctor en Psicología.

Ya el mundo no será igual

Sociedad

Otras Miradas

Roberto Follari

Publicado el 25 DE MARZO DE 2020

Estamos en un raro aniversario del criminal golpe militar -con apoyo cívico- perpetrado en 1976. Un Estado asesino, que asumió una respuesta estructuralmente ilegal frente a la rebelión política de la época. Pudo haberse respondido dentro de la ley, como lo hizo Italia con las Brigadas Rojas: desde las FFAA de entonces se prefirió la clandestinidad, los secuestros, la tortura y la muerte. Los desaparecidos son la bandera histórica de recuperación del sufrimiento social de esa época, el cual llegó -diferencialmente, claro- a muchos otros sectores de la vida nacional.

Hoy estamos ante un desafío diferente e inédito: el del virus que  nos aflige. Desde la obligada reclusión en nuestros hogares, intentamos dilucidar qué ocurrirá después de todo esto, para esa gran mayoría social que ha de subsistir al flagelo.

Nada sabemos de ese futuro. Pero bien sabemos que ya no será igual. Nada será lo mismo ahora: es como si una guerra se hubiera abalanzado sobre el mundo. Estamos ante una pandemia de alcance planetario, un cimbronazo de proporciones bíblicas.

Se ha desvanecido la grieta política que tan aburridos nos tiene en la política nacional. El virus carece de preferencias ideológicas, y hay que unirse frente a ello. Bienvenido sea. Unos pocos, claro -destacado por lamentable el caso de Maximiliano Guerra- siguen con el latiguillo, pero hoy no los siguen ni los que fueron de su propio sector.

Importante tener un presidente que haya sostenido liderazgo, y haya iniciado pronto con las medidas, incluso las drásticas. Esto va más allá de las ideologías: donde hay carencia de liderazgo (caso Sánchez en España), aún los progresistas añoran a un presidente de derecha, como fue el tibio Rajoy. Se necesita decisión, a la vez que capacidad de ordenar y comunicar.

Es esta una enfermedad traída por la parte de arriba de la sociedad. Es antipático decirlo, pero sin dudas es así. Los que protestan porque tuvieron que quedarse un par de días varados en Barajas o el aeropuerto de Lima, olvidan que los portadores del virus son precisamente los de su sector social. El virus no hubiera llegado si no hubiera viajeros, desde fuera hacia Argentina y de Argentina hacia afuera. Los que se han cansado de maldecir a los "negros de mierda", son los blancos que han enfermado a toda la sociedad. No está de más advertirlo: parece una especie de oscura revancha del destino histórico.

Los que creían que el Estado debe ser mínimo, de pronto han pedido a gritos que los cobije. Los que aplaudieron el cierre del Ministerio de Salud, claman por servicios si es que llegan a enfermar. Los que despreciaban a la aerolínea de bandera o la querían privatizada, le piden (y hasta exigen, insólitamente) resolver sus retornos al país. Ser neoliberal en este momento resulta simplemente absurdo: sin Estado no hay protección posible.

Ni hablar del negacionismo de las derechas: Piñera con reacción tardía, Trump mintiendo ridículamente (decía que esto era una simple gripe, y ahora dice que nunca lo dijo), Bolsonaro exhibiendo ciegamente su negacionismo del peligro viral. Verdaderos desastres, que las cifras de infectados en cada país confirman. 

La falta de sistema público de salud desnuda la fragilidad de Estados Unidos ante la pandemia. No basta tener gran gasto militar, para resolver los problemas sociales. El privatismo estadounidense está haciendo estragos.

Aumenta en el mundo el control social, pero también la solidaridad social. Cae la economía mundial, y con ello, aún más la nuestra. Aumenta la conciencia del rol del Estado, pero los fondos estatales pronto tocarán fondo.

Tiempos difíciles e imprevisibles se avecinan. Lo evidente es que no serán los de una insólita revolución promovida por el virus -como pretende un decaído Zizek-, ni de sólo un aumento del control electrónico de los sujetos, como supone Byung Chul Han. La historia está abierta, y las consecuencias de la pandemia serán seguramente diacrónicas, poliformes y contradictorias.-