Que la dependencia de las apps no mate tus habilidades

Tecnología

El atractivo de la tecnología fitness consiste en convertir al ejercicio físico en algo tangible para sus usuarios: cuantifican los pasos dados, las calorías consumidas o las metas alcanzadas a diario. Pero su uso masivo ¿es una tendencia que se consolida o se trata de una moda pasajera?

Según datos de International Data Corporation (IDC), uno de los principales proveedores de dispositivos inteligentes en el mercado, los envíos globales de wearables crecieron el 9,9 % durante el tercer trimestre de 2021 y superaron los 138 millones de unidades entregadas. Los audífonos inteligentes –que se utilizan tanto para la transmisión inalámbrica como para el monitoreo médico y el seguimiento del estado físico– lideraron el crecimiento con el 26,5 % en comparación con el año 2020, lo que representa el 64,7 % de los envíos de dispositivos portátiles. Los siguientes fueron los dispositivos de muñeca –una categoría más asociada al fitness–, que capturó el 34,7 % del mercado. A la cabeza del ranking de desarrolladoras de wearables, se encuentran Apple, Samsung y Xiaomi, según el IDC.

Marcas de ropa deportiva, como Athos, comercializan las prendas inteligentes bajo el eslogan “Una solución de élite para los atletas de todos los días”. La compañía china Xiaomi, que a finales de 2021 lanzó una nueva versión de su pulsera inteligente, integró aplicaciones móviles que, desde la muñeca de su usuario, son capaces de medir el ritmo cardíaco y la respiración durante el entrenamiento. Los relojes inteligentes de Apple no solamente recolectan e interpretan datos basados en algoritmos, sino que envían notificaciones de salud cardíaca cuando la frecuencia está por encima o por debajo de los valores indicados.

Por cada éxito, decenas de fracasos

En 2013, Google había lanzado Google Glass, anteojos inteligentes que permitían leer mensajes de texto o correos electrónicos, e incluso sacar fotos y grabar videos, a través de una pantalla integrada a las gafas, delante del ojo de sus usuarios. La búsqueda de consumidores para esta tecnología ponible de uso diario fracasó y despertó una serie de cuestionamientos sobre la privacidad cuando autoridades de protección de datos de seis países (Canadá, Australia, Nueva Zelanda, México, Suiza e Israel) pidieron explicaciones a Google sobre qué información se registraba a través de las gafas, qué datos se compartían con terceros, cómo pensaba Google utilizar esta información y, fundamentalmente, cómo garantizaban la intimidad de sus usuarios.

Con la llegada de las tecnologías vestibles, los usuarios se convirtieron en una suerte de fuente conectada de datos. Desde que dieron el salto al consumo masivo con aplicaciones en el área del ocio, la salud, el autocuidado y el "fitness", los "wearables2 se enfrentaron a la objeción de quienes rechazan “estar siempre conectados”.

Los dispositivos electrónicos vestibles registran, contabilizan y notifican los movimientos del cuerpo al que van integrados. Sus usuarias y usuarios los llevan a donde sea que vayan, en la ropa y accesorios que llevan puestos y, aunque requieren un teléfono inteligente para estar en pleno funcionamiento, los wearables ya constituyen un nuevo género tecnológico que se integra a la imagen personal.