Voto Electrónico: ¿Informe falaz del Conicet?

El autor del sistema de Boleta Única Electrónica “Vot-E UNCUYO” analiza y critica el informe realizado por algunos investigadores del Conicet, en el cual desaconsejan el uso del sistema de voto electrónico en el país.

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Pablo Gómez

Publicado el 21 DE NOVIEMBRE DE 2017

Se ha difundido en estos días un análisis realizado por algunos investigadores del Conicet en el que se desaconseja utilizar sistemas de voto electrónico en el país. El análisis, en mi opinión, plantea situaciones tan incompletas, que convierte en falaces sus conclusiones. Es, de acuerdo a la segunda acepción de la palabra “falaz”, según la Real Academia Española, un análisis “que halaga y atrae con falsas apariencias.”

Es como si alguien dijera que el autor de esta nota se hizo pis en la cama: es cierto. Pero el obviar que el hecho ocurrió cuando era niño, convierte a esa “verdad a medias” en un argumento falaz, que no hace más que confundir a quien accede a la información analizada.

El informe aclara, desde su mismo comienzo, que: “No se analizó el sistema de votación actual con que cuenta el país” (pag. 9). Con esta aseveración evita decir que varias de las falencias que encuentra en el sistema de voto electrónico con impresión de boleta única, son superadoras del sistema en uso por lo que, aunque en opinión de los autores impliquen riesgos, aún de existir, estos riesgos son menores que los actualmente existentes.

El análisis arranca desde el momento de la “Emisión del voto” (pag. 10), olvidando el proceso previo, de armado de las mesas de votación, el que, según entiendo,  presupone que hace una empresa privada. Pues bien, el sistema realizado en la Universidad Nacional de Cuyo (que no es una empresa privada), se inicia con la generación de las mesas, con el software ya auditado y en poder de la autoridad electoral. ¿No suma esto a la transparencia del sistema?

En su página 11 el análisis decide, sin una lógica que al menos haya encontrado quien suscribe, que “El hardware y software que implementa cualquiera de las fases en las que se ha dividido el proceso de votación pertenecen a la categoría de sistemas de misión crítica”. De ahí en más y durante el resto del informe, trata a todo el sistema como a los utilizados “en industrias tales como la aeroespacial, aerocomercial, automovilística, de dispositivos médicos, ferroviaria (incluyendo trenes subterráneos), tarjetas inteligentes, o de energía nuclear”. Esos sí que son sistemas críticos…

La verdad es que, a diferencia de un avión o de un transbordador espacial en los que la falla de un sistema puede ser causa de varias muertes, en este caso estamos hablando de un sistema que puede ser reemplazado por otro en cuestión de minutos. Los sistemas de Boleta Única Electrónica, como el de la UNCUYO, no guardan información en la máquina que genera el voto por lo que, si la máquina dejara de funcionar o funciona mal, basta con tener en la misma escuela una máquina de repuesto, y el sistema estaría nuevamente en acción, en escasos minutos.

Esa supuesta “criticidad del sistema” hace que los investigadores pidan que “Todo el desarrollo debe ser abierto (open source y de carácter público)” (pag. 12) lo cual no cumplen ni siquiera los sistemas críticos verdaderos, como los de los aviones o los transbordadores. ¿O alguien tiene acceso a los códigos fuente de los softwares de la NASA?

La misma página 13 del informe da solución al problema planteado en su página anterior, al decir con lógica que “El fabricante deberá proveer argumentos técnicos convincentes que indiquen que se han tomado medidas para que el sistema funcione durante todo el comicio, o en su defecto existan planes de contingencia adecuados”. ¡Eso es! Debe haber planes de contingencia, como por ejemplo, máquinas de repuesto, para reemplazar a alguna que circunstancialmente falle.

Pero algunos párrafos más adelante, el análisis vuelve a demostrar que la falta de conocimiento del sistema existente, vuelve falaces sus argumentos. Allí expresa que “Debe incluir un sistema de contingencia que no dependa del hardware ni del software utilizado en el sistema principal” (pag. 14). Pregunta: ¿qué ocurre en el sistema actual cuando se acaban las boletas de alguna agrupación y no hay fiscales de esa fuerza? Lo que ocurre, y que se habría notado de revisar el sistema vigente, es que al no haber un sistema de contingencia, los votantes no pueden optar, a veces por el resto de la jornada electoral, por esas agrupaciones. Eso sí es un problema crítico. En mi opinión al menos.

En la página 16 se insiste con el sistema abierto y auditable. Pregunto nuevamente, en mi falta de conocimiento, si es auditable el sistema de las empresas nucleares o automovilísticas, por citar algunas de las consideradas “críticas” por el mismo informe. Y en el sistema vigente: ¿alguien audita el funcionamiento de las máquinas impresoras de boletas? Porque los sistemas de Boleta Única Electrónica como los de la UNCUYO, en esta fase, son máquinas que imprimen la selección del votante. ¿Cuál sería lo crítico de la auditabilidad?

El análisis del Conicet agrega, en sus páginas 16 a 20, “antecedentes” de problemas en sistemas de voto electrónico usados en otros países. La verdad es que esos sistemas nombrados no son en general de Boleta Única Electrónica (BUE) como los utilizados en Argentina. ¿Qué utilidad tienen estos antecedentes? Ninguno de los defensores de los sistemas BUE, como el de la UNCUYO, defendemos estos sistemas de voto electrónico. Es como el dato de que me hice pis en la cama sin el agregado de que fue cuando era niño: estos antecedentes, de sistemas nunca utilizados en el país, generan aversión injustificada al sistema sí usado, y que no presenta esas fallas.

Siguiendo con el informe del Conicet, en su página 22 habla de la “Comunicación de resultados”. Allí se relatan problemas reales, pero sin aclarar (quizá por no haber estudiado el sistema vigente) que así es como actualmente se transmiten los resultados. ¿Por qué debería considerarse como un problema que un nuevo sistema utilice el mismo método que el sistema actual? Y yendo más allá, ¿puede alguien decirme que este sistema es peor que el utilizado en el pasado, de transmisión de datos por vía telefónica, o a la espera de que lleguen las urnas a la sede central? No me parece justo en lo más mínimo bajar la calificación a un sistema que, aunque falible, es por lo menos superador de lo utilizado en el pasado.

Lo mismo ocurre con la generación de documentos, como el acta de cierre. Dice el análisis del Conicet que “Los dispositivos de software a utilizar deben adherir al principio de independencia de software. Es preciso considerar que en esta etapa es fundamental preservar la integridad de la información…” (pags. 23 y 24). Nuevamente… se proponen cosas sin aceptar (aunque se enuncia en el informe) que en el sistema actual las actas se llenan a mano, con riesgo de ilegibilidad, y que los fiscales hacen firmar al presidente las que llenaron ellos, con alto riesgo de carga de datos incorrectos. Lo mismo ocurre con el “Conteo” (pag. 25): el sistema propuesto por la UNCUYO, apoya (no reemplaza) al trabajo del Presidente de Mesa y de los fiscales, mejorando, siempre en opinión de quien suscribe, las características de lo actualmente en uso.

Al momento de hablar de “Emisión de voto” (pag. 27) el informe pone un alerta rojo (un circulito de color rojo al lado del título), lo que según detallan los investigadores algunas páginas antes significa que “existe un alto riesgo de comprometer los principios fundamentales del voto y de alterar de forma indetectable el resultado de la elección”.  Pero a pesar de estar en alerta rojo, en la página citada y la subsiguiente se detallan los puntos a cumplir, los que se cumplen en los sistemas como VotE UNCUYO, que generan una papeleta idéntica para dos votantes que eligen a los mismos candidatos. ¿Cuál sería el alerta rojo? No lo he encontrado, así como tampoco el color verde de aceptación de ninguna característica de ningún sistema de voto electrónico, en ninguna parte del informe.

Por si esto fuera poco, los científicos informan que “No existe evidencia en la actualidad de que sea factible utilizar un dispositivo electrónico en esta fase del proceso de votación sin comprometer requerimientos fundamentales del voto, en particular, garantizar el secreto” (pag. 28). No solo no comparto, sino que puedo dar decenas de ejemplos de situaciones en las que el sistema actual que incluye la denominada “boleta sábana”, o el de boleta única papel (utilizado en algunas provincias argentinas) garantiza mucho menos el secreto que los sistemas de BUE como VotE UNCUYO.

El informe agrega, en forma al menos confusa, la afirmación de que “Estudios que evalúan el comportamiento de los usuarios frente a estos sistemas muestran que una proporción alta de los usuarios (50 a 65%) no controla que el voto emitido se corresponda con su elección” (pag. 30). Me resultó preocupante suponer que más de la mitad de los votantes no mire lo que vota, sea el sistema que sea… por eso me remití a la fuente indicada (Everett, S. P. (2007). The usability of electronic voting machines and how votes can be changed without detection. Rice University).

La lectura del documento citado,  me alcanzó para descubrir que allí se habla de la revisión que los votantes hacen, con su voto correctamente impreso, en el proceso denominado “review screen”, que implica acercar el voto impreso a un sector de la máquina, para que esta muestre en pantalla que la información impresa es la deseada. Lo que el informe del Conicet dice, aunque en forma de lectura compleja, es que si al voto emitido le cambian el código (QR, de barras o guardado en chip), el votante mayoritariamente no lo nota. ¡Pero el votante sí lee en el papel los nombres de quienes él eligió!

Para evitar el problema de que, por error o malicia, el sistema electrónico de recuento entregue información distinta de la visible en la papeleta (que es la que el votante sí votó y validó) el sistema VotE UNCUYO agrega un texto impreso en cada voto en el que se aclara que, en caso de divergencias (que nunca hemos visto que ocurran) prevalece la imagen y lo escrito en letras por sobre el código de barras. De este modo, al recontar al final de la jornada, el Presidente de Mesa y los fiscales pueden corregir cualquier diferencia, atendiendo a que el sistema de recuento no los reemplaza, solo los asiste para acelerar el proceso. Al menos en VotE UNCUYO.

Luego de esto, el informe detalla sugerencias en su página 34 que ya están en proceso avanzado de implementación al menos en nuestro sistema: no tener almacenamiento estático, utilizar solo memorias no reescribibles (ROM), y tener componentes inaccesibles desde el exterior. Hace además otras apreciaciones en nombre de la “criticidad” que, como ya se ha relatado, no cumplen ni los sistemas realmente críticos.

Finalmente habla de la “Etapa del conteo de votos” (pag. 36) en la que, nuevamente, por ignorancia del sistema vigente, se consideran como malas, a implementaciones superadoras de lo existente. No existe, en mi opinión, necesidad de refutar a un sistema comparándolo con la perfección absoluta (si es que tal perfección existe) ignorando las mayores imperfecciones actualmente vigentes.

De este modo, y en mi opinión, el informe realizado por algunos investigadores del Conicet sobre sistemas de voto electrónico, halaga y atrae con falsas apariencias. Los sistemas de Boleta Única Electrónica propuestos en Argentina para reemplazar al sistema actual de boletas papel, lo mejoran en muchas formas, y no lo empeoran en ninguna.

La implementación de un nuevo sistema mejoraría la Democracia, al eliminar boletas sábanas y marcas maliciosas que eviten el secreto del voto; es nuestra obligación abrirnos a nuevas ideas, más allá de preconceptos falaces.

 

 

 

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