Voluntaria en aulas en contexto de encierro: “La comunicación es un derecho, no un privilegio del afuera”
Con un ensayo sobre las personas privadas de su libertad, Daniela Esparza ganó la edición 2024 del concurso de derechos humanos de la Facultad de Ciencias Políticas de la UNCUYO. Vino de Chaco a Mendoza para estudiar en la provincia de su papá, que vivió en contexto de encierro durante la infancia de la joven y falleció cuando ella tenía diez años.
"Libertad bajo palabra" se llama el ensayo de la estudiante que ganó el concurso de derechos humanos. Foto: Unidiversidad
Daniela Esparza tiene 28 años y está por terminar la Licenciatura en Comunicación Social de la UNCUYO. Es chaqueña y estudió en Mendoza. ¿Por qué? Su papá, ya fallecido, era de familia mendocina y estuvo privado de su libertad durante casi toda la infancia de la joven en la cárcel federal de esa provincia norteña. Ella vino a estudiar para conocer, de alguna manera, lo que él vivió aquí y para participar del Programa de Educación Universitaria en Contexto de Encierro (Peuce). Sus conocimientos y su experiencia la llevaron a escribir sobre el derecho a la comunicación de las personas privadas de libertad, tema con el que ganó la 10.ª edición de un concurso de ensayos sobre derechos humanos de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales.
Ella nació y creció en Chaco. Allá vive su mamá y desde allá también prepara las materias que le faltan para recibirse. Había empezado la carrera en Corrientes, pero en 2017 decidió que iba a estudiar en Mendoza. A partir de segundo año, facilitada por docentes de las cátedras de Taller de Radio y Taller de Medios Gráficos, asistió como colaboradora de Peuce en cárceles de varones, primero en Boulogne Sur Mer y después en Almafuerte. Compartió con estudiantes de Comunicación en contexto de encierro, con quienes produjo un programa de radio y una revista.
El ensayo “Libertad bajo palabra: la comunicación en contextos de encierro, un derecho humano”, entonces, es más que un escrito ganador de un concurso, porque es producto de años de trabajo voluntario y reflexión. Lo primero que hace es discutir con la idea errada de que las personas privadas de libertad no son sujetos de derechos. Tener restringida la libertad ambulatoria, es decir, de circular libremente —explica Daniela Esparza— no significa que se puedan cercenar todos sus derechos.
“Permitime contarme de la manera en que me percibo”, es el deseo de estudiantes en contextos de encierro. Foto: Unidiversidad
El derecho a la comunicación y a la información es mucho más que tener un teléfono para contactarse con la familia o conectarse a una clase; también es más profundo que simplemente hablar o escribir. Para quienes están en contexto de encierro, explica la estudiante, el derecho a la comunicación tiene que ver con “poder expresarse para defender la forma en la que se refieren a uno en los medios de comunicación y las representaciones mediáticas". "Y también denunciar si se hace una representación mediática que ofende tu honor o tu dignidad”, agrega. Significa la posibilidad de participar de la construcción de sentido que la sociedad hace sobre ellas, casi siempre llena de prejuicios y estigmas.
“No solo participan en la construcción de sentido, sino que también lo disputan, lo ponen en diálogo, lo debaten. Porque las personas privadas de libertad son uno de los actores sociales que no siempre tienen la oportunidad de decir: ‘Yo quiero que me cuenten de esta manera’, o ‘Permitime contarme a mí de la manera en que yo me percibo’”, afirma Esparza.
Comunicación y derechos
Aunque tiene el recuerdo de haber entrado de chica a la cárcel federal de Resistencia para visitar a su papá, ingresar a la penitenciaría en Mendoza fue otro tipo de desafío: ya no como familiar, sino como estudiante colaboradora, pero ella estaba segura de lo que quería. De hecho, en la Universidad Nacional del Nordeste no había ningún programa similar al Peuce y eso la impulsó a mudarse a Mendoza para estudiar en la UNCUYO.
Año a año siguió participando de la experiencia de compartir, como estudiante de “el afuera”, dice, con quienes cursan en las aulas en contexto de encierro. Ellos no tienen clases todas las semanas, y la presencia no solo de docentes y tutores, sino también de compañeros y compañeras, enriquecía la experiencia. Es que, en situaciones diferentes, estudian las mismas materias, aunque los privados de libertad siempre la veían a ella con cierta jerarquía. Se sorprenden gratamente, manifiesta la joven, cuando les dice que no va por plata, sino por compartir y acompañar. También la aprecian desde una posición más personal cuando ella les comparte su historia.
Daniela Esparza viajó de Chaco a la UNCUYO para participar del Programa de Educación en Contexto de Encierro. Foto: Unidiversidad.
“Les pegan por todos lados, con expresiones como ‘delincuentes’, ‘malvivientes’ o lo que sea. Entonces, que alguien vaya y los trate como personas o como estudiantes ya es otra forma de empezar un un vínculo”, reflexiona Daniela.
Ese mensaje permanentemente peyorativo también configura la forma en que se perciben a sí mismas las personas privadas de libertad. No se consideran sujetos de derechos, manifiesta la estudiante, sino que, tal cual les repiten, cometer un delito los convierte en monstruos, bestias, animales o lo que sea que los elimine por completo de la categoría de ser humano. Piensan en sus derechos con cuestiones tangibles como temas de salud, salidas transitorias e incluso acceso a la educación. El resto de los derechos, esos que se nos deben garantizar a todas las personas, los ven como privilegios de la gente de “el afuera”.
Ella misma tuvo que hacer todo un recorrido para aprehender esto. Daniela Esparza tuvo la oportunidad, en 2023, de participar de la Primera Conferencia Latinoamericana de radios en contextos de encierro, que se hizo en Buenos Aires. Conoció la FM La Tribu, una emisora comunitaria, e ingresó al Centro Universitario de Devoto, en la cárcel. Allí aprendió también de las personas que militaban la comunicación como derecho. El círculo de su experiencia, su pensamiento y su conocimiento empezó a cerrar.
La joven hace una reflexión final más allá de la comunicación citando a la abogada criminóloga Claudia Cesaroni. La educación en contexto de encierro no solo es un derecho para la persona privada de libertad, dice, sino un beneficio para toda la sociedad, que tiene que prepararse para recibirla, evitar la reincidencia y permitirle sacarse las etiquetas de “ex-preso” o “expresidiario”.
Todo esto que Daniela Esparza volcó en su escrito ganador del concurso de ensayos sobre derechos humanos es lo que espera profundizar en su tesis de grado.
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20 DE NOVIEMBRE DE 2024