Vivir en Rusia, desde la óptica de un mendocino
Enzo Andragñez es un joven profesor de inglés. Nos acercó al país que hoy encabeza las noticias a nivel mundial tras la invasión a Ucrania. Nos contó cómo llegó a tierra rusa, cómo fue su adaptación y nos brindó su visión del conflicto armado
Foto: Facebook de Enzo Andragñez
Enzo Andragñez es un joven de 26 años, profesor de inglés, egresado de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNCUYO. En 2018 hizo un viaje de intercambio a Rusia, donde conoció a su actual esposa. Cuatro años después, está viviendo en el país más grande del mundo. Según nos contó, está trabajando “full time” en un instituto dando clases de español. Desde San Petersburgo, a casi 14 mil kilómetros de distancia de Mendoza, charló con Unidiversidad, nos contó sobre su proceso de adaptación en la exURSS y un tema inevitable: cómo observa la invasión rusa a Ucrania.
“Llegué aquí en el 2018, en un viaje de estudio. Estuve seis meses, estudié, trabajé y estuve en el mundial, ya que estaba en Moscú”, arrancó contando. En ese primer momento, no estuvo completamente integrado. Latinas y latinos estaban cursaban aparte de sus pares rusas y rusos. “No estudiábamos las mismas cátedras”, sostuvo.
Fue en el 2020 cuando se instaló finalmente en Rusia. Si bien en el 2019 con su esposa vivieron en Argentina, ocurrió que “la falta de oportunidades -más para ella que para mí- de vivir, ganar dinero, trabajar” los llevó a San Petersburgo. El 15 de marzo del 2020 el joven llegó a su actual hogar, apenas unos días antes que cerraran las fronteras por la crisis sanitaria: “De casualidad llegué” reflexionó. En mayo de ese mismo año se casó con Alisa y empezó un largo proceso burocrático para ser un ciudadano legal en el suelo ruso.
Aseguró que su situación fue muy distinta que la de quienes van a “probar suerte”, ya que tuvo un círculo de contención afectiva clave. Al respecto, explicó: “Alisa tiene su familia aquí, su red de contactos, su casa, y toda una serie de recursos que te permiten establecerte con mucha más facilidad y tranquilidad en un lugar”.
También contó que la pandemia fue un factor importantísimo para su desarrollo profesional, por el “boom en el tema de la educación a distancia”. Le surgieron muchas propuestas laborales a través de Internet y empezó a sumar estudiantes “a tal punto que después conseguí trabajo en un centro de español -que es un café y centro de enseñanza-, donde soy el profesor principal, el primero, porque justo abrió y me contrataron a mí”. Expresó estar muy contento por eso y concluyó: “En ese sentido, las oportunidades laborales que me ha ofrecido Rusia han sido muy buenas”.
Vivir en Rusia
Respecto a ser extranjero en Rusia, explicó que sintió algunas incomodidades. “Sentir un poco de miradas, rechazo. Estudiante, pobre, de Argentina, viajando por ahí y con aspecto árabe”, dijo entre risas. No obstante, consideró que su primera etapa le sirvió para comprender normas culturales y costumbres para encajar mejor, “sin perder mi autenticidad como argentino, latinoamericano” , aclaró.
Como sucede en gran parte del mundo, el aspecto físico constituye una base sobre la cual descargar prejuicios. “Yo, por tener aspecto físico de personas que vienen del Cáucaso, medio turcos, medio árabes, hay un prejuicio que yo soy de alguno de esos sitios”, declaró. Tales personas suelen ser las que tienen peores trabajos, mal pago, con costumbres religiosas que molestan a las personas rusas, continuó explicando. “Por lo tanto, podés recibir mucho rechazo”, afirmó.
Otro desafío fue el clima. En el imaginario social está la creencia de que Rusia es un país enteramente frío. Si bien no estamos muy lejos de la realidad, Andragñez amplió la mirada. “Ojo, el país es muy grande, el más grande del mundo. Hay lugares –como en el Sur – donde las temperaturas son más cálidas y hay playas”. En esos lugares, la temperatura no es tan violenta como en Moscú y San Petersburgo, por donde estuvo –y está- el joven. Ese frío “es difícil para una persona que viene de la tierra del sol y del buen vino”. Donde vive actualmente, San Petersburgo, “no hay casi ni un día de sol, todos los días nublados o negros, es un poco un bajón”.
También nos contó sobre el fenómeno “noches blancas”. Se da durante el verano. Básicamente “oscurece solo dos horas” por día y “sale el sol a las dos de la mañana y quedás reloco”. En invierno el fenómeno es inverso.
Otra barrera es el idioma. Si bien no es imposible de aprender, “al principio sí es complejo” explicó. “Si una persona no lo ha estudiado antes y llega en cero, va a tardar definitivamente mucho tiempo en adaptarse, aprenderlo y saber manejarse en ruso”. De todos modos, no consideró que este sea un problema central en las ciudades de Rusia, ya que muchas personas hablan en inglés, principalmente jóvenes. Aunque sí es posible que “en otros pueblos o regiones sea más difícil” porque hablan únicamente ruso.
Sobre el conflicto Rusia – Ucrania
Existen una serie de antecedentes que sirven a modo de pista para comprender este conflicto. Algunos de ellos son la caída de la URSS y la expansión de la OTAN. En la etapa final de la Rusia soviética, la Alianza Atlántica acuerda con Rusia no expandir influencia hacia su territorio, es decir, hacia el Este. Al respecto, ilustró Andragñez: “desde ese momento hasta la fecha la OTAN ha tenido cinco expansiones, a tal punto que está muy cerca de las fronteras de Rusia”. Otra pista, es la conformación de dos repúblicas separatistas de Ucrania -Donetsk y Lugansk- a raíz del conflicto del 2014, que destituyó al referente pro-ruso del gobierno ucraniano.
En la visión del profesor de inglés y español, en términos generales, existe un apoyo de la población al accionar del gobierno de Vladimir Putin. Al respecto, ilustró: “En una encuesta estatal -no puedo decir cuán confiable es-, muestra que casi un 68% de los ciudadanos está a favor” de la “operación de desnazificación y desmilitarización de Ucrania como le llaman acá”.
Y continuó asegurando que muchas personas creen que es correcta la decisión, ya que consideran “que el gobierno está protegiendo los intereses y seguridad de la federación rusa y sus ciudadanos”. Y agregó: “Yo, en ese sentido, comparto. Es trágico. Pero también podría ser trágico para Rusia si permitiera todo esos avances y no hiciera nada. Rusia está interviniendo en una guerra que ya tiene varios años, desde el 2014 que fue el golpe de Estado -en Ucrania-, patrocinado por los EEUU, como no es ninguna novedad en el mundo”.
Por otro lado, reflexionó -a partir de su observación y contacto con sus allegados y allegadas rusas- que en Rusia hay una mirada consciente sobre “el odio explícito hacia los rusos” por parte de EEUU y Europa. Y volvió a enfatizar: “Está claro. La gente lo sabe. En eso, creo, hay un consenso: esa gente odia a los rusos”. En ese sentido, aseguró que Ucrania es “un medio para desatar sus furias”.
También compartió con Unidiversidad cómo está la situación económica actual en Rusia. “El gobierno ruso sabía que haciendo esta intervención militar o no, las sanciones iban a venir de algún u otro modo”. Y reforzó: “Ha sido tal la batería de sanciones económicas que da calambre”. Algunas de las consecuencias han sido el cierre de empresas “llevando la pérdida de muchos empleos”, reconoció. También que las sanciones “han hecho disparar el precio del gas y del petróleo”.
Asimismo, agregó que la industria alimenticia no es la que más impacto ha tenido en relación a los precios, pero “las cuestiones importadas, de la alta tecnología, máquinas, productos electrónicos, los coches... eso sí ha tenido un aumento bastante notable”. No obstante, explicó que el aislamiento económico que están sufriendo sería verdaderamente devastador si no fuera por las enormes reservas en dólares y oro que Rusia tiene.
En esta misma línea, el joven aseguró que existe “un intento de desconectar a Rusia del mercado internacional”. Ejemplificó con Visa y MasterCard, ambas sin funcionamiento en el país a raíz del conflicto. “No se puede realizar ningún pago al extranjero”, explicó y recordó que ahora no puede enviar dinero a su familia en Mendoza, como hacía en algunas oportunidades.
En ese sentido, Andragñez consideró que al tratarse de un conflicto y sanciones de larga data, le “ha permitido a Rusia ir autoabasteciéndose”. Razón por la cual, a través de la “sustitución de importaciones y el desarrollo en muchos puntos de su propia industria, le ha permitido convertirse en el primer exportador de trigo del mundo y otras materias primas que son fundamentales a nivel mundial”.
Por último, se lamentó que la versión predominante del conflicto sea la occidental: “ Aquí, creo que hay consenso de que Rusia ha perdido la batalla informativa”. Agregó que, por ese motivo, el gobierno tomó represalias: “Básicamente, la información ahora es de los medios estatales. Entonces, no te podés confiar completamente ni de uno ni del otro”.
Este complejo escenario impacta en la representación que hay en el mundo de las y los rusos, según el profesor. Ahora, ser ruso incluso es “peligroso”, porque no te dejan pasar a un restaurante, te expulsan de las universidades, de todas las competencias deportivas, artísticas. "Esta guerra tiene un impacto moral, absolutamente”, reflexionó.
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