La elección de la Asamblea Nacional Constituyente con miras a reformar la Carta Magna de Venezuela terminó siendo un fenómeno catalizador de la violencia social que dejó a la sociedad venezolana al borde de la guerra civil y a la degradación institucional y económica del país.

Las crónicas coinciden en un saldo mortal de 15 personas desde el sábado al domingo, el día de la votación. Sobre el acto comicial, la conclusión fue la escasa convocatoria a los centros de votación. Desde el gobierno de Nicolás Maduro sostienen que asistió a las urnas el 43 % de los empadronados y que los muertos no están relacionados con los comicios.

“El Gobierno siguió adelante con su plan de escribir una nueva Constitución y celebró unos comicios rechazados en bloque por la oposición, que no presentó candidatos y promete ahora redoblar su pulso al régimen, y buena parte de la comunidad internacional”, anticipa el diario español El País.

Esto se verá traducido en una congreso oficialista que deberá redactar la nueva carta magna venezolana en soledad y con una resistencia opositora y con un eco internacional adverso. De hecho, varios países entre los que se cuenta Argentina, no reconocerán el resultado de la votación y la conformación de la convención constituyente.

Argentina no reconoce los resultados de la elección ilegal de la Asamblea Constituyente en #Venezuela pic.twitter.com/9a6UJFK6yN

— CancilleríaArgentina (@CancilleriaARG)

30 de julio de 2017

El autismo político en que se va encerrando Nicolás Maduro pone al país caribeño en crisis con un nivel de profundidad difícil de remontar y el quiebre denota la fractura de la nación bolivariana marcando el final de un período. El punto es cómo se dará el final. El presagio parece marcado por la sangre derramada en las calles.