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07 DE NOVIEMBRE DE 2024
Un análisis para clarificar que la evidencia experimental existente sobre este tema es muy débil como para sustentar una afirmación de semejante envergadura.
Foto: web
Enrique Miranda, doctor en Física, profesor FCEN-UNCUYO, investigador del Ianigla-Conicet
Publicado el 26 DE MAYO DE 2020
En los últimos días, ha aparecido en varios medios periodísticos la noticia sobre la presunta existencia de un universo paralelo al nuestro donde el tiempo transcurriría al revés. Es lógico que un tema así atraiga la atención y se hagan afirmaciones imprecisas o exageradas. La intención de esta nota es clarificar el problema para concluir que la evidencia experimental existente es muy débil como para sustentar una afirmación de semejante envergadura.
Los neutrinos
Existe un conjunto de partículas elementales que son los bloques con los que está construido el universo que conocemos. Ese conjunto de partículas subatómicas y sus interacciones son objeto de intenso estudio desde hace décadas y podemos decir que las entendemos bastante bien. Dentro de esas partículas elementales, hay unas que sobresalen por sus peculiaridades, los neutrinos. Estos objetos fueron predichos en 1930, pero la confirmación experimental de su existencia recién se produjo en 1956. Es que los neutrinos interactúan muy débilmente con la materia ordinaria, entonces es arduo detectarlos. Cada segundo, nuestro cuerpo es alcanzado por millones de neutrinos provenientes del sol que pasan a través de nosotros sin producir ningún efecto. Se requiere de mucho ingenio y detectores grandes para poder revelar su presencia, pero las complicaciones no terminan aquí.
Hoy sabemos que existen tres tipos de neutrinos diferentes, el último de los cuales se descubrió recién en el 2000, aunque estaba predicho teóricamente desde mediados de los 70. Para complicar aún más las cosas, los neutrinos cambian su identidad, es decir, un neutrino de una clase se convierte en un neutrino de otro tipo en una fracción de segundo. Eso es lo que técnicamente se llama “oscilación de los neutrinos” y es algo que tiene implicancias enormes, por lo que es objeto de intenso estudio teórico.
Entonces, los neutrinos son partículas elementales difíciles de detectar, a las que les gusta cambiar de identidad y que se mueven a velocidades próximas a la de la luz. Un auténtico rompecabezas para los físicos experimentales y teóricos.
Qué es Anita
Anita es la sigla en inglés de un detector de neutrinos de muy alta energía que provienen del espacio exterior. Ese instrumento se eleva mediante un globo a más de treinta mil metros de altura sobre la Antártida y vuela aproximadamente un mes antes de ser recuperado. Detecta a los neutrinos porque estos, al atravesar el casquete polar a velocidades próximas a la de la luz, generan ondas de radiofrecuencia que son fáciles de medir. Entonces hay dos razones por las que el experimento tiene que ser realizado en la Antártida: se requiere el grueso casquete de hielo antártico para que los neutrinos interactúen con él y hay que estar alejados de fuentes artificiales de radiofrecuencia (radio, televisión, etc.) que interferirían con las mediciones.
Este es un proyecto de varias universidades norteamericanas y cuenta con la financiación de distintas agencias gubernamentales, la NASA entre ellas. De ahí que la seriedad de este emprendimiento, como así también la de sus resultados, están fuera de duda.
Sus detecciones
Hasta el presente, Anita ha realizado cuatro vuelos y, además de los resultados que se esperaban, ha encontrado dos eventos sorprendentes. Recordemos que los neutrinos vienen del espacio exterior, interactúan con el hielo y generan un cono de ondas de radio que Anita detecta. Hasta aquí ,todo es normal y de acuerdo a lo planeado. Lo que ha sorprendido a los investigadores es que hay dos eventos en los cuales los neutrinos, en lugar de venir desde el espacio e interactuar contra el hielo, parecerían emerger del hielo y dirigirse hacia el espacio. Es decir, es como si las cosas estuvieran sucediendo al revés de lo esperado. Aquí entramos el terreno de lo que no se entiende bien y es cuando entra en escena un tipo peculiar de físicos, que son los “teóricos de partículas”. La función de un físico teórico es explicar los datos que recogen los experimentales; para ello, modifica teorías existentes o bien formula otras nuevas.
Desde que se tomó nota de esos dos eventos singulares registrados por Anita, ha surgido un debate en la comunidad que se ocupa de partículas elementales sobre cómo explicarlos. Existen varias alternativas, aunque ninguna es totalmente satisfactoria.
Entre las soluciones sugeridas, hay algunas que se mueven dentro lo estándar, pero también hay propuestas radicales, tales como las que plantean la existencia de un universo paralelo. Son estas últimas las que han llegado a los medios de comunicación y generado cierto revuelo. Para valorar correctamente la situación, tenemos que aprender un poco acerca de cómo funciona la ciencia.
Ciencia normal y revoluciones científicas
El día a día de los científicos es bastante reiterativo: se hacen experimentos y después se intenta explicar los resultados en el marco de las teorías aceptadas por la comunidad. A veces aparecen resultados inesperados, que son los que le ponen sal al trabajo de investigación; entonces hay que sentarse a repensar las teorías vigentes en la disciplina. Cuando se hace eso, se trata de introducir cambios pequeños en esas teorías. Se las modifica lo mínimo necesario como para explicar el evento discordante, pero se evita tirar por la borda lo que hasta ayer servía. Pero ¿no hay revoluciones en la ciencia? Ciertamente que sí las hay, pero para que se produzca un cambio de paradigma, tienen que acumularse muchos resultados anómalos que no pueden explicarse con cambios menores al marco teórico vigente.
Volviendo a los resultados detectados por Anita, se trata solo de dos eventos extraños; demasiado poco como renunciar a la teoría vigente e introducir ideas sustancialmente nuevas, como la existencia de un universo paralelo. Lo que aconseja la experiencia es buscar una explicación de aquellos eventos dentro del modelo estándar de partículas elementales que conocemos actualmente. Si surgen anomalías en otros experimentos, pasa el tiempo y no se las puede explicar, entonces sí es el momento de pensar en un cambio profundo en nuestra concepción del universo y considerar alternativas radicalmente nuevas. Pero mientras tal cosa no ocurra, sigamos trabajando en el marco del modelo estándar. Y separemos la ciencia de la ciencia ficción.
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