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26 DE DICIEMBRE DE 2024
El autor de la nota es Nicolás Martín Chicahuala Zó, jefe de trabajos prácticos de la cátedra de Derecho del Consumidor y Defensa de la Competencia de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Cuyo, colega y amigo del fallecido Dr. Hugo Salvador Roque Duch.
"Después de todo, la muerte es sinónimo que ahí hubo vida"
Mario Benedetti
Me he tomado el trabajo de reflexionar sobre estas palabras. Las únicas que resonaban el día 9 de julio de 2022 eran las de Neruda “Puedo escribir los versos más tristes esta noche”.
Uno de mis maestros partió. Nos dejó y sin aliento, sin despedirse y en la orfandad de su protección académica, política y personal. El Dr. Hugo Salvador Roque Duch, se fue como un grande. Sin decirle a nadie por lo que pasaba y hasta el último día de su vida intentando cumplir con sus funciones democráticas, docentes y políticas; pero por sobre todo humanas.
Voy a contarles un poco quién era el Dr. Duch. Muchos lo conocen por haber sido dos veces Ministro de Educación y Cultura, durante el Gobierno del Dr. Felipe Llaver; y Director General de Escuelas durante la gobernación del Ing. Roberto Iglesias. El Dr. Duch fue mucho más que un funcionario público. Paso a comentarles.
El Dr. Duch, de ascendencia catalana, no inició sus estudios en el derecho. Era imposible costearse la facultad en esa época. Recuerden la Mendoza conservadora de por entonces. Hugo empezó estudiando Ciencias Económicas hasta que decidió estudiar derecho en la Universidad Nacional del Litoral. Y, ¿Saben qué? Rindió completamente LIBRE. Mientras trabajaba como cajero de banco estudiaba, y se iba a rendir. ¿Tamaño ejemplo con hijos chicos y familia no?.
En el medio todavía recuerdo sus anécdotas con sus amigos de toda la vida: el “Pelado" López Reynaudo y el Dr. Víctor Hugo Comeglio. Por la contextura del Dr. Duch, se imaginan que no era volante por izquierda, era el arquero del grupo.
Una vez recibido, se plegó a la renovación del radicalismo. Poco importa eso. Lo resaltable es que una vez de un lado, no se movió. Fue el fiel centinela del Dr. Llaver. Tamaña empresa lo esperaba, reestructurar la educación y la cultura diezmadas por la dictadura. Todavía recuerdo una lección de lealtad pura: ¿Sabían que el Dr. Duch estuvo por ser Ministro de la Corte? Si, renunció a esos privilegios para seguir a Llaver hasta el Banco Hipotecario Nacional después de su gestión. Enorme gesto de lealtad y compromiso, si los hay. Y después, con el advenimiento de los noventa, se dedicó al ejercicio de su profesión y a lo que más sabía: la educación.
El Dr. Duch es el único abogado doctorado en “Enseñanza del Derecho”, es decir que es un doctor en educación por la Facultad de Filosofía y Letras que se especializó en compartir con sus colegas “cómo y con qué intensidad enseñar el fenómeno jurídico”. No les parece, acaso, un aporte basal para las generaciones que vienen en la Universidad.
30 años docente interino, como adjunto de contratos. ¿Recuerdan el cursado? Fue el pionero en enseñarle a sus colegas que era imprescindible que desterrásemos el paradigma de memorizar los códigos civiles. ¡Pero qué clase de abogado en su estudio se lo sabe de memoria! Fue un pionero de permitir que los alumnos rindiésemos con el código en la mano, si total lo importante era saber donde buscar el contenido.
Y del 2014 al 2018 se dedicó a lo que más quiso: junto con el Dr. Farrando reformaron un plan de estudios de 27 años. En 2017 logramos tener un Plan de Estudios con compromiso social y profesional. Con talleres, con prácticas, con abogados destinados a ejercer y no a ser mero leguleyos. Ojo, el Dr. Duch nunca dejó de dar clases. Aggiornó sus horas cátedras a lo mismo que pregonó desde la gestión, un visionario sin dudas.
En lo personal, con la modificación del Plan de Estudios me convocó, junto con el Dr. Farrando, para formar parte de la cátedra de Derecho del Consumidor. La única – si, la única y pública – que forma estudiantes en esa materia tan común y tan transversal. Me deja en paz que haya vivido para verme rendir el concurso de efectivización y que en su fuero íntimo me haya confesado que no se equivocó cuando apostó por mí.
Hoy el Dr. Duch no está. Y se fue en el medio de la trifulca y la desventura electoral de la Universidad que tanto amó. De la función que tanto amó. De la Institución a la que le dio tanto. Hay otros tantos, Gustavo Kent, Estela Zalba, Luis Quesada, Luis Triviño y el mismísimo Duch que requieren permanecer inamovibles en la memoria colectiva. Espero que las autoridades universitarias tomen esto como lo que es, un verdadero homenaje para la posteridad. Mientras tanto, seguiré militando su legado como tantos otros que pasamos por sus clases.
Hasta siempre Hugo. Hasta siempre querido amigo. En mis clases siempre estarás presente. Fuiste un excelente profesional, un excepcional funcionario, un distinguido colega, un docente comprensivo, un amigo incondicional y una persona insuperable.
No sé por donde andarás, pero me encargaré de que todos sepan quién fuiste.
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