José Alperovich fue condenado a 16 años de prisión por abuso sexual contra una sobrina segunda a la que contrató como asesora y aprovechó para atacarla. El juez Juan Ramos Padilla dictó, además, la inhabilitación perpetua para ocupar cargos públicos y ordenó la inmediata detención del condenado, que pasó la noche en la cárcel de Ezeiza. Fue tres veces gobernador de la provincia de Tucumán y senador nacional y, en 2019, tras desincentivos, dudas y rechazos, la víctima decidió denunciarlo. "Este juicio es un juicio sobre la impunidad del poder”, sostuvo el fiscal, Sandro Abraldes, en su alegato. 

Tras la etapa de investigación, el juicio oral se inició en febrero de 2024 en el Tribunal Oral en lo Criminal 29, de la Ciudad de Buenos Aires, aunque algunos hechos sucedieron en Tucumán. Las palabras del fiscal al momento de pedir la condena remarcaron la desigualdad y el régimen de excepción bajo el que creen vivir ciertas órbitas de poder. “Alperovich no la quería para trabajar con él, la quería para la cama. El concepto es primitivo: manda el señor feudal. Al gran mandón no se le discute. Se hace lo que él quiere. Ella estaba en un escenario de sometimiento, en una situación de cautividad".

Si hay un viento de cola a favor para juzgar estos hechos, explicó el fiscal en Radio Con Vos, no lo es debido al contexto político partidario, sino por lo que cambió en la forma de entender, investigar y juzgar la violencia contra las mujeres. Ya no se trata de ponderar una palabra contra otra, sino de buscar las pruebas indiciales que puedan dar cuenta de las palabras de la víctima, que no denuncia porque sí. 

La condena fue por nueve hechos de abuso sexual, seis de ellos agravados “por abuso carnal por vía vaginal, oral y anal” y la pena es casi la que pidió el fiscal. M.F.L. tenía 27 años al momento de los hechos y trabajaba para el entonces senador nacional, era una especie de secretaria y lo acompañaba incluso en la campaña política de las elecciones de 2019. El juez afirmó en la sentencia que Alperovich actuó por intimidación y abuso de una relación de dependencia, de poder y de autoridad.

La defensa, a cargo de abogados del estudio del ministro de Justicia, Cúneo Libarona, había asegurado en su alegato que se trataba de una “causa armada” y había solicitado la absolución. Aseguraba que todo había sido inventado como parte de una operación política para derribar al acusado, pero lo cierto es que la denuncia se radicó meses después de la derrota electoral de Alperovich. Fue así porque la víctima previó que ese pudiera ser el argumento de la defensa: a pesar de tener consecuencias psíquicas y físicas por los múltiples abusos, esperó para hacer la denuncia penal.

“La condena es un hito y es un mensaje a la política para los que se creen todopoderosos. Cuando los jueces tienen voluntad, nadie está exento de tener que rendir cuentas, de ser enjuiciado y hasta condenado. Quedó demostrado que nadie puede hacer lo que quiera con nosotras”, reflexionó en el mismo sentido la abogada tucumana Soledad Deza para elDiarioAR. Entre Alperovich y la víctima, las asimetrías son evidentes.