“Las políticas públicas con perspectiva de género son fundamentales en todos los ámbitos”
Así lo dijo la presidenta de la Comisión Especial de Género y Erradicación de la Trata de personas ...
19 DE DICIEMBRE DE 2023
Gabriela Mansilla estuvo en la Feria del Libro para presentar el libro Yo nena, yo princesa. Luana, la niña que eligió su propio nombre. En entrevista con Edición UNCUYO nos contó su vivencia.
Gabriela Mansilla, mamá de Luana. Foto: Leandro Fernández
Guadalupe Pregal Foto: Axel Lloret
Publicado el 16 DE OCTUBRE DE 2014
La transexualidad es un tema que sigue invisibilizado, a pesar de la existencia de la Ley de Identidad de Género que permitió el acceso a los derechos antes negados a las personas trans. Aún más invisivilizado es la infancia trans.
¿Cómo es ser madre de una nena trans?
Es difícil. Es muy, muy difícil. Te provoca mucha angustia. Te da culpa de saber. Por ejemplo, en mi caso, ¿por qué no me di cuenta antes? Cuando la reté, la primera vez que le saqué la ropa o cuando le hice caso a la psicóloga y la reté porque yo esperaba que mi hijo siguiera siendo varón. Después decís: “Bueno, pero no”, tratás, no de justificarte, pero sí de entender que no tenías información. Y la angustia que genera no saber qué va a pasar con ella el día de mañana, en cuanto a su cuerpo, cómo le va a ir en la escuela, si la van a aceptar, si la van a despreciar.
¿Cómo la ayudo? Si yo pudiera ir facilitándole las cosas, creo que toda mamá lo haría por cualquier hijo, ir tratando de ver que no sufra. El tema de la hormonación: cómo va a ser el día de mañana cuando su cuerpo vaya para un lado. O cuando desee cosas y yo no la pueda ayudar, que ni el médico la pueda ayudar, que están en ella. Entonces tengo la obligación de ayudarla a que se quiera, a reforzar su personalidad. ¿Sabés lo que hago? Yo le digo: “Hermosa”, y cuando se da vuelta le digo: “¿Cómo sabés que te digo a vos, que sos hermosa?”. “Yo soy hermosa”, me dice. No sabés lo que me costó que ella se viera hermosa como era, porque quería un pelo divino y tenía el pelo cortito a lo militar, con la máquina.
En tu recorrido por el proceso de Luana, ¿qué es lo que te queda?
Me quedan muchos recuerdos. Como cuando hablé con un chico trans que, no te digo que culpaba a la madre, pero le reclamaba que la mamá en su momento no lo había ayudado, por ejemplo como yo la estoy ayudando a Lulu. Él decía: “Yo le di indicios, yo me manifesté y ella no me escuchó” y yo le dije: “Es que es muy difícil”. Una cosa es ponerse del lado del chico o la chica trans que lo manifiesta y otra cosa es ponerse del lado de la mamá. Vos tenés un hijo que, quizás por ignorante, planificás o lo ves a futuro. Lo querés ayudar y te dice que es otra cosa y se te viene el mundo abajo. De lo que le puede llegar a pasar, te llenás de miedo.
Tanto el documental como el libro hablan de Luana y de tu experiencia con ella. ¿Qué buscabas lograr?
A mí, lo que me han dado el libro y el documental es más fuerza, porque no me quedo en mi casa encerrada, llorando o padeciendo, sufriendo la injusticia. Me da lugar a luchar, a seguir luchando y entrando a más cabezas y más corazones, me da herramientas para ayudar a Luana.
Hoy, ¿cuántos nos escucharon? ¿Treinta, cuarenta, cincuenta personas? Bueno, cincuenta personas más, yo estoy segura, que van a saber qué es un niño trans y estoy ayudando a Lulu para que el día de mañana, cuando ella tenga 10 años y digan: "Es un nene trans" o "Es una nena trans", se sepa qué es.
¿Qué te deja cada charla?
Me voy de cada charla sabiendo que sembré, que pude hablar, que pude llegar. Yo no puedo ir casa por casa diciendo: “Acepten a los chicos trans”, en una charla sí se puede. Es el lugar para hablar, para desahogarte, para decirles que me siento mal. La mayoría de las charlas termino llorando terriblemente. Los recuerdos me destrozan. Pero hoy vos me decís: “¿La cambiás por otra nena?”. Yo la quiero a Luana así como es, con su cuerpo como es, con lo que vivimos tal cual es, porque no estaría en la lucha en la que estoy hoy si Luana no hubiese padecido todo lo que padeció. Si le hubiera sido fácil quizá no ayudaríamos a otros chicos y no me conformo con que ella tenga un DNI. El DNI no lo lleva todos los días a la escuela, no está en el barrio, el DNI le soluciona la parte legal.
¿Dónde has encontrado los mayores obstáculos?
En los pediatras, en los médicos. Uno de mis mayores obstáculos era la escuela, los docentes, pero a los docentes vos les explicás y es como que te están reclamando, los docentes y los psicólogos, que los formaron mal. Te dicen: “Yo tengo herramientas para ayudar a un niño, pero no tengo la formación”. Entonces eso está buenísimo. En cambio, en la parte médica hay mucho rechazo, hay mucha negación. Hasta por el tema del DNI los abogados han abierto la cabeza. Nosotros hemos estado en varias facultades de derecho en Buenos Aires.
El mayor obstáculo son los médicos, los pediatras, hasta ahora. Ya vamos a llegar, yo supongo que vamos a llegar.
¿Con respecto a los otros padres y las otras madres?
Tenés que poner un colador. Te quedan tres o cuatro, pero los que son buena personas, las personas que son buenas de corazón siempre terminan entendiéndote. Como dije en el documental, las mamás de las nenas tienen otra sensibilidad porque ven otra nena. Y el papá o la mamá que tenían esa duda, ese miedo, esa fantasía de "¿Qué será el nene vestido de nena?", cuando la conocieron, cuando la vieron, hubo varias que se acercaron a disculparse, yo ni siquiera sabía de qué se estaban disculpando y me decían: “Cuando yo escuché la noticia y sabía que la nena de la tele iba a venir a esta escuela, yo sabía y apoyaba la teoría de que era la madre la loca que disfrazaba al nene”. Cuando la miran a Luana me dicen: “¡Es una nena!”. Y sí, ¿con qué esperabas encontrarte, con un bicho disfrazado? Tiene el timbre de voz bien finito de nena y no lo fuerza, como lo puede forzar una chica trans grande. Tiene la contextura física de una nena, se comporta como una nena. Verla, conocerla, te hace tirar abajo todo lo malo de lo que vos puedas pensar de una persona trans. Y si los adultos llegan como llegan y llegan mal es porque no tienen una buena base. Eso es lo que hay que fortalecer, la escucha hacia los chicos.
El chico te dice por algo, si no puede dormir es por algo, sacando que esté enfermo. Si dibuja, te lo expresa, te lo dice a través del juego, del dibujo, del habla, del comportamiento constante. Lo reprimiste una vez, dos, tres y no lo habla más y lo vive con culpa, lo vive mal, se termina yendo de la casa. Es atroz de todo lo que me he enterado.
También me da más fuerza para decir: "Dale, hay que ir a tal lado, vamos". Mi familia me apoya, me ayuda, porque yo no podría estar acá si mi mamá no los estuviera cuidando, y no estuvieran trabajando mis hermanas en mi lugar cubriéndome hoy, para que yo viniera acá, porque saben que es por Luana y que es por los otros niños también.
¿Qué querés lograr a futuro?
Tengo el deseo de armar una fundación. Cuando fui a la Marcha (del Orgullo LGTB Buenos Aires) me encontré con organizaciones que están trabajando. O sea, las personas lesbianas tiene un lugar donde hay grupos de apoyo, contención, una chica lesbiana entiende a otra chica lesbiana porque si no, otra no la puede entender; los homosexuales lo mismo; las chicas trans adultas y los hombres trans adultos, lo que les pasa en la hormonación. El ida y vuelta con el otro, los niños no lo tienen.
Entonces sueño con un lugar donde haya no solamente chicos y donde mi Lulu pueda identificarse con otra nena que tenga pene. No necesita una muñeca, necesita una chica, para interactuar y decir: “No estoy sola en este mundo, no soy la única nena con pene”. Pero los que más necesitan contención son los papás y las mamás, con grupos en los que se junten a hablar, se compartan los miedos, que vean cómo sus hijos van creciendo. Siempre el ejemplo de uno le sirve al otro.
El niño no llega sin el padre o sin la madre, no llega sin un adulto que lo acompañe. El niño puede gritar en su casa y no lo escucha nadie. Ese es el tema, cómo llego a los padres. Quizás a través del libro, quizás a través del documental, a través de las charlas, alguien tome conciencia, ojalá. Y si no, la lucha la tengo igual hasta que Luana pueda luchar por sí misma y yo esté segura de que su vida está a salvo, su salud física y psíquica.
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