El foro fue organizado por el diputado, Néstor Piedrafita, y la senadora Alejandra Naman, ambos del ARI, y se llevó a cabo en el Salón de los Pasos Perdidos de la Legislatura provincial.

La Jornada comenzó con las palabras de Alejandra Naman, la cual comentó el por qué de la organización del mismo. Manifestó que “ha comenzado una época histórica en la Provincia, donde se comienza a cerrar un ciclo a través de la justicia”. Agregó que esta asamblea se realizó por la memoria, la justicia, por los que están y por los que no están.

Antes de dar inicio a la charla de los panelistas, los organizadores proyectaron dos cortos documentales que retrataron los años de oscuridad impuestos por el terrorismo de Estado, y la larga lucha de los organismos de Derechos Humanos en defensa de la verdad, la memoria y la justicia. El primero se titula “Destinos” y fue dirigido por la cineasta local Mabel Toledo;  el segundo es autoría de estudiantes de la Universidad Nacional de Cuyo, y se llama “Homenaje a Madres y Abuelas de Plaza de Mayo”

El fiscal Omar Palermo fue el primer invitado encargado de tomar la palabra. Colmado de emoción relató la historia de la detenida desaparecida Silvia Campos y resaltó  que “esto pasó en Mendoza, y tiene nombre y apellido”. Se manifestó optimista y dijo que a pesar del dolor es un buen momento para Mendoza y el país.

A continuación tomó el micrófono Miriam Zambrini, quien se encargó de detallar el proceso  vivido en San Rafael “en estos 4 meses y medio del primer Juicio en la historia en Mendoza”, tal como lo reiteró en vastos momentos de su discurso.

“Los testimonios de cada uno de los afectados fueron sanando profundas heridas”, expresó para sintetizar las emociones surgidas durante el tiempo que llevó el enjuiciamiento a Aníbal Guevara, Raúl Egea, Juan Labarta y Raúl Ruiz Soppe. Todos involucrados en la desaparición y los asesinatos de cuatro jóvenes sanrafaelinos en 1976.

Al final, Zambrini remarcó que “nadie después de lo vivido en estas sesiones es el mismo, nosotros ya hicimos nuestra condena social”.

Por último, le correspondió al actor Ernesto Suárez relatar su experiencia en el tema. El artista, quien estuvo exiliado durante el terrorismo de Estado en Ecuador,  intentó poner una cuota de distensión a la mañana, pero sin dejar del lado el dolor, sobre lo que le tocó vivir en aquella época. “Cuando me estaba yendo de mi casa, al exilio, mi mujer había preparado una sopa, cuando la vi le dije; chau sopa, te tomo a la vuelta. Y eso fue recién en democracia”, dijo Suarez, largamente aplaudido por los asistentes.

Entre la gran concurrencia al evento, se encontró Lichi Larrea, miembro de la Secretaria de Derechos Humanos de Godoy Cruz, para quien el día de mañana, en el que se conocerá la condena a los genocidas de San Rafael, “es una fecha histórica”.

“Después de tantos años de lucha y de sufrimiento de los organismos, acompañando en las marchas y acompañando en las plazas toda movilización que hiciera posible llegar a esta etapa, la verdad que hay una expectativa grandísima, con mucha alegría” dijo la defensora de Derechos Humanos a este medio. Y agregó: “Si bien la tristeza la llevamos siempre, esto nos da la posibilidad de sentirnos juntos y pensar que el objetivo está cumplido”.

Por su parte, Fernando Rule, de la Asociación de Ex Presos Políticos, explicó que las fechas que se avecinan señalan “un gran salto histórico cualitativo en la cultura mendocina. A partir de estos juicios ya no somos ni seremos los mismos, no van a haber más oportunidades para la justificación al genocidio que hemos escuchado amargamente tantas veces.

Rule, consultado por este medio, se mostró satisfecho porque “empieza a conocerse masivamente la verdad”. No obstante, el militante recordó que aún quedan cuantas pendientes, ya que “los genocidas se están muriendo, porque la Justicia ha sido muy lenta y se van a la tumba con sus secretos: no nos dicen donde están los cuerpos de nuestros compañeros y lo que es más grave, no nos dicen donde están los niños robados.”

Finalmente, Rule expresó que “siempre tengo la esperanza de que alguno (por los represores) habrá que diga: no puedo morirme con este dolor, con esta vergüenza y esos chicos están en tal o cual lugar y que los restos de nuestros queridos compatriotas están enterrados ahí. Recién así podremos hacer el rito del duelo que nos es indispensable para todos los seres humanos”.

Penélope Moro