Un pic-nic del alma

En la obra Bella Tarde el periplo de unos personajes deviene en estudiadas sombras que conducen al espectador hasta un mundo de puras sensaciones.  

Un pic-nic del alma

Mendoza hace pie en el teatro de sombras donde los actores le ponen el cuerpo a las lámparas que los eclipsan.

Cultura

Unidiversidad

Eva Guevara

Publicado el 14 DE AGOSTO DE 2012

Quien haya conocido el cine animado de la alemana Lotte Reinigier, todo hecho de siluetas, y  el cómic Persépolis donde la narración gira en torno a una niña incapaz de abordar un avión a Irán por razones que nunca se explican, tendrá grandes destellos de cuál es el argumento y la propuesta estética que ofrece Bella Tarde.

La obra teatral ha sido escrita y dirigida por Pablo Longo, dramaturgo mendocino que está al frente de la compañía de Luces y Sombras Pájaro Negro. Fue reconocida con una primera mención de Dramaturgia en el certamen Vendimia 2010 y a un año de ser presentada al público, volvió a escena el 1 de agosto pasado, bajo la producción del Teatro Independencia.

Ese tipo de teatro es inédito en Mendoza. Los actores le ponen el cuerpo a las lámparas que los eclipsan y dibujan sus sombras una vez calculado la distancia y la posición en función de la vista que tres pantallas despliegan frente al espectador. El elenco está formado por Guillermina Bora, María José Guevara, Valeria Portillo, Jorgelina Jenon, Blanca Weiss Martinez, Walter Prat, Gustavo Cano, Diego Quiroga y Wally Sánchez como intérpretes. Eugenia Susel está a cargo del diseño de vestuario y Pablo Longo en la dramaturgia y dirección.

Es notable el afán de experimentación e investigación con que Pablo Longo encaró el proyecto Pájaro Negro. El dramaturgo mendocino venía trabajando con marionetas de hilo, y fruto de esas ganas de generar “refugios de arte” -rasgo tan peculiar de muchos artistas mendocinos- dio un paso fundamental en la escena mendocina que por primera vez hace pie en esta combinación de lenguajes. 

Unas veces las sombras de los actores exageran su potencia simbólica en una suerte de expresionismo visual, mientras que en otras ocasiones la secuencia tiene las pausas y la estética del cómic. Como en el cine animado de siluetas emana una atmósfera de travesía heroica mágica, con seres de fábula y secuencias donde no falta la cálida intimidad pero tampoco la tensión, la ida hacia periplos de dolor, tristeza y crueldad.

El espectador pensará que al cabo de esa travesía vendrá un final como de cuento, una felicidad esperanzada. Pero no, el hechizo de este embrujo que es Bella Tarde carece de lógica racional. En consecuencia, el entendimiento ha de vérselas en lo profundo de un inconsciente que nunca se especifica como individual o colectivo y social.

En palabras de Pablo Longo Bella Tarde es “una obra que se construyó en un principio sin saber que luego la llevaríamos a escena en sombras. Lo primero fue observar los cuerpos eclipsados, luego ya convertidos en sombras, posteriormente en espíritus cuando las pantallas desaparecen y finalmente en energías cuando la obra se cierra y nadie aparece sobre el escenario. Así es como se cierra el paulatino avance de las sombras refugiándose en las profundidades hasta que todo desaparece. Está concebida para que el espectador pueda ser el protagonista de un viaje, es quien va buscando, va creando un camino propio, como si fuera el héroe o heroína de ese viaje”. 

“Esta es una dramaturgia que instala los elementos en escena para que sea el espectador un receptor activo. Inevitablemente debe construir la dramaturgia de la obra: de ahí que cada cual crea que la obra trataba de algo que seguramente nada tendrá que ver con lo que construya el otro, pero ambas propuestas son aceptadas porque es necesario e importante que el teatro dialogue con el público, y es el espectador el que sin quererlo ni saberlo debe ponerse en el rol de creador. Sólo hay una regla: que la lógica no participe de entrada, saltar esa barrera del ´no entiendo´ lo que sucede en escena. Así como una imagen en las sombras vale más por lo que oculta que por lo que muestra, así la historia gana más por lo que se genera en lo oculto del espectador, lo que pervive, que por aquello inmediato que vive sólo por el factor efectista. La mente intentará por todos los medios de unir los elementos sueltos, y esa acción inevitable será la que deba motivar a la entrega total del dejarse llevar por esos carriles inconscientes de cada uno, y sólo así se vivenciará que el protagonista (héroe o heroína) no es otro más que uno mismo”, explicó el dramaturgo.

Aun así, prima el condimento de lo social a lo largo de toda la obra. De ahí que para Pablo Longo se haga necesario puntualizar que “desde el punto de vista discursivo, la historia recae sobre el verdadero protagonista que es el ser social y no el individuo. Pues la fábula aparente que se muestra es una mera excusa para introducirnos en una problemática social en la cual fácil sería denunciar a un culpable individual y que todo el peso de las leyes terrenales y celestiales caigan sobre este ser, y no asumir, nosotros como espectadores, como sociedad, las causas que generan esa problemática emergente”.