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23 DE DICIEMBRE DE 2024
Foto ilustrativa tomada de pixabay.com.
A todos los problemas económicos que estamos enfrentando las empresas en la coyuntura actual, los empresarios debemos sumar el flagelo de la competencia desleal. No es solo que el mercado se está paralizando, y en algunos casos achicando, sino que quienes tributamos debemos competir con los precios de quienes no facturan, compran en negro, poseen empleados no registrados; en definitiva, quienes no cumplen con la obligación legal y moral de contribuir al sostenimiento del Estado.
Están aquellos que dicen: “Si yo tributo todo, me fundo”, y entonces evaden un porcentaje. Y están aquellos que evaden todo porque es su forma de vida y consideran que la evasión es la mejor forma de poder llevar adelante su negocio.
Entonces, aquellos que están en la economía formal no tienen ninguna posibilidad de defenderse frente a quienes actúan en el plano de la economía informal.
En la Argentina, la proporción de los que evaden es mucho mayor que la de aquellos que están en regla, facturan y tienen sus papeles en orden y al día. Hay restaurantes, comercios, servicios de reparación o mantenimiento, venta de alimentos en los que, independientemente del monto que manejen, prácticamente hay que pelear para que den factura. Ni hablar si se pide factura A.
Ante esta tremenda evasión que existe, que se ve en la gastronomía, en las ferias, en la carnicería de la esquina –y en algunos grandes negocios seguramente también–, quienes están en la economía formal se ven cada vez más agotados, dado que tienen que soportar todo el peso tributario. Tal vez, muchas veces estos últimos se ven compelidos a tener que evadir también porque sus presupuestos no pueden soportar los tributos y servicios cada vez mayores, costos que aumentan, la rentabilidad que desaparece y solamente hacen caja, hasta que también eso va desapareciendo.
El Gobierno debe incrementar sus esfuerzos (algún gobierno, de alguna vez por todas) y establecer como una verdadera política de Estado el tema tributario, tanto desde su estructura como en el control, un verdadero sistema que pene a aquellos que directamente no tributan con severas multas. Y de este proceso deberían formar parte toda la sociedad, los gobiernos municipales, provinciales y nacional y, por supuesto, la AFIP.
El nuestro es un país evasor y mientras sea un país evasor, muchas cosas no van a encontrar solución.
Es importante preocuparse por la inflación. Tenemos que encontrar una solución contra la fuerte presión tributaria municipal, provincial y nacional, pero si no asumimos que la evasión es gravísima y que va en aumento, no podremos convertirnos en un país en serio.
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