Fuerte llamado al Presidente por una jueza con perspectiva de género en la Corte Suprema

Sociedad

No hay un único tipo ni grupo de estereotipos, pero los más extendidos –y los más trabajados en el ámbito académico– son los de género. E incluso dentro de este gran grupo, explica Arana, el contenido específico “es de lo más variado, y su incidencia depende también del ámbito jurídico de que se trate”. 

“En ámbito penal, suelen predominar los estereotipos sexuales: estereotipos acerca de cuándo una mujer ha consentido un acto sexual [...], acerca de qué tipo de mujeres consienten implícitamente el acto [...], acerca de las intenciones de las mujeres cuando denuncian”.

En el ámbito laboral, en cambio, los estereotipos giran en torno a las capacidades, a los planes de vida o a los roles. Estas evaluaciones sesgadas y naturalizadas se entrecruzan con otras que no son de género, sino que son “estereotipos xenófobos (‘Los extranjeros vienen a explotar los servicios de salud’); estereotipos sanitarios (‘Las personas con VIH son libertinas’, ‘Las personas con algún tipo de tutela por problemas de salud no tienen capacidad de votar’)”.

Federico Arena. Foto: Prensa Conicet

Sobre esta base, la Dirección de Derechos Humanos del máximo tribunal mexicano convocó a Arana a dar una conferencia virtual que derivó en la propuesta de coordinar la compilación. Es parte de un grupo de manuales dirigidos a quienes imparten justicia, para que sirvan como recursos de magistradas y magistrados –y sus equipos de trabajo–, tanto para aplicar en el trabajo diario como para su capacitación. En el libro, intervienen especialistas de México, Estados Unidos, Países Bajos, España, Italia y Argentina.

Trabajar en la detección y cuestionamiento de los estereotipos no es una tarea fácil, pero puede resultar fructuoso en la relación con el resto de las personas y particularmente importante en el ámbito donde se imparte justicia. “Recurrir a categorías sociales es inevitable para interactuar con personas que no conocemos en detalle”, se explica, pero “esas categorías pueden ocultar estereotipos dañinos”. Resulta más cómodo quedarse con eso antes que esforzarse por individualizar a las personas.  

“Ese esfuerzo no resulta atractivo porque, al llevarlo a cabo, existe la posibilidad de que hayamos estado equivocados acerca de los demás y que, por lo tanto, tengamos que cambiar buena parte de nuestra visión del mundo. Algo que, por lo general, preferimos evitar. Enfrentar los estereotipos implica, por lo tanto, poner en discusión nuestros modos enlatados de ver el mundo”, puntualizó Federico Arana.