Si sos de los que dicen que de las derrotas siempre se pueden sacar conclusiones, la de ayer no es el caso. Es una derrota que deja más dudas que certezas. Fue dura, muy dura. Contra un rival que probablemente nos crucemos después de primera ronda. Argentina y España pueden encontrarse en cuartos en caso de ser los dos, los primeros de su grupo. Pero para eso todavía falta y a 78 días del Mundial Sampaoli debe haber quedado desconcertado como todos los que sufrieron el resultado de ayer. "Tengo un 80 por ciento de la lista, pero aún puede ser modificada”, había dicho el DT en la conferencia previa al partido y hoy no podríamos decir qué porcentaje de esa supuesta lista es verdadero.

El técnico salió a jugar con el triángulo: Mascherano, Biglia y Banega con la intención de contrarrestar ese hermoso mediocampo español. No pudieron, la marca les quedó grande. Entonces Iniesta y compañía jugaron con libertad para ponerles pelotas de gol a sus atacantes.

Es verdad, al entretiempo el partido se fue 2 a 1. Sin embargo, en la segunda mitad España fue un vendaval y a Argentina con la falta de actitud e inteligencia en la marca se le hizo difícil contrarrestar el tiki-taka rojo.

Finalmente, con el sexto gol se produjo una reacción. Fue la de Messi que viendo el partido en el palco, se levantó y fue a esperar a sus compañeros al vestuario. Ha sido un puñetazo fuerte a la cara de esos que hacen falta para entender las cosas como son y no creernos más. Hoy sin el astro somos lo que fuimos ayer: una selección que deambula y que de no haber sido por él con esa actuación de otro planeta en Ecuador, no iría a Rusia.

Trabajar y reflexionar, lo mejor que se puede hacer de cara a lo que queda. Y sí, sólo hay un único nombre que sabemos que entrará de titular en el Otkrytie Arena el 16 de junio ante Islandia y es nada más ni nada menos que Messi.