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Eduardo y Silvia cumplieron 50 años de matrimonio y su familia planeó algo original: música, baile y comida respetando el aislamiento social. Unidiversidad dialogó con los protagonistas.
Foto: cortesía Celeste Sosa
Elizabeth Montecinos Pincheira
Publicado el 22 DE MAYO DE 2020
Eduardo y Silvia son dos jubilados que viven en Guaymallén. El sábado 16 de mayo cumplieron 50 años de casados y su familia les organizó un festejo en el contexto del aislamiento social: cercaron la vereda de su casa y los agasajaron con música, comida, baile y mucho amor.
El sábado por la mañana, la vereda de la casa de “los nonos”, ubicada en el Barrio Santa Ana, de Guaymallén, amaneció cercada. Sus nietos, hijas y familiares se acercaron en distintos horarios a lo largo del día para no amontonarse y les regalaron el desayuno, el almuerzo y la cena. De esta manera, Silvia y Eduardo bailaron el vals de los novios, mientras sus vecinos y los transeúntes disfrutaban a la distancia de la fiesta que se vivía en la vereda de la casa.
Celeste, una de las nietas que planearon la sorpresa, afirmó que la idea inicial era organizar una fiesta, pero en medio de la situación actual y el aislamiento social, este día tan importante para sus abuelos no podía pasar inadvertido. Es por eso que, a través del grupo de Whatsapp de la familia, se organizaron, y todos los miembros aportaron su granito de arena para que Eduardo y Silvia pasen un día inolvidable.
“Fue un día muy especial, hermoso y mágico. Nos agasajaron de la mejor manera, fue maravilloso, vivimos un cuento de hadas. Fue una meditación dinámica, donde nos emocionamos y compartimos con cada uno”, aseveró Silvia.
Una historia de más de 60 años
Eduardo tiene 71 años y afirma que tiene a su lado a la compañera más hermosa que pudo haberle tocado. La conoció en 1960, cuando era un adolescente. “Un día fui a la casa de mi amigo Osvaldo y resultó que tenía una hermana. Ese día me enamoré de ella perdidamente”, contó.
“Éramos muy jóvenes y nos enviábamos cartitas que le dejábamos a la kiosquera del barrio. Ella era nuestra intermediaria. No existían WhatsApp ni teléfono, y nos la teníamos que ingeniar”, afirmó entre risas Silvia, de 69 años.
Luego de varios años de noviazgo, la pareja se casó el 16 de mayo de 1970 y tuvieron 4 hijos: un hombre y tres mujeres.
“Nosotros hemos tenido una vida muy bonita, en la que nos hemos acompañado siempre con respeto y confianza. Poder comprender y ser tolerante a la otra persona, sobre todo tener paciencia: la vida en pareja es un sube y baja, y no es color de rosa. Se trata de acompañamiento mutuo. El único hijo varón que tuvimos lo perdimos, y esto nos hizo reforzar la relación y la familia. Eso significó la fuerza de seguir juntos. Fue maravilloso porque mi hijo nos dejó una nieta y una nuera excelentes. Estoy agradecida a la vida y al universo por haberme dado unos hijos y unos nietos hermosos”, exclamó Silvia.
“Cuando era muy joven, le pedí a Dios la posibilidad de conocer una bella mujer. Cuando la conocí, le pedí a Dios vivir mi vida con ella y poder tener nuestros hijos. Cuando los tuvimos, le pedí a Dios conocer a mis nietos y ahora estoy con ellos. La cuarta posibilidad sería conocer a mis bisnietos”, expresó Eduardo.
Entre los dos aseguraron que el secreto para vivir juntos muchos años consiste en el entendimiento, el diálogo, la confianza y el amor, sumados a la constitución de una familia incondicional.
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