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20 DE DICIEMBRE DE 2024
Este jueves, la UNCuyo fue escenario de una charla de reflexión que contó con el aporte de dos psicoanalistas y víctimas del terrorismo de Estado: Ana María Careaga y Mariana Dopazo. "No afiliarse a lo que no me representa, ni hoy ni nunca", fue una de las frases que llamaron a la concientización para no olvidar.
Foto: gentileza
El terrorismo de Estado no solo tiene un sesgo irreparable por la magnitud de la matanza y desaparición forzada de miles argentinos y argentinas en los oscuros años de la dictadura militar. La herida, desde el punto de vista colectivo, es tan profunda que los recuerdos siguen sangrando, a 43 años del genocidio que dejó a madres e hijos con un vacío imposible de reemplazar.
Sin embargo, una veta de esperanza sembrada en la posibilidad de entretejer lazos, aceptar las diferencias, promover el compromiso y percibir la otredad que existe en una sociedad marcada por las divisiones abre camino a nuevas voces dispuestas a decir “Nunca más”.
Ana María Careaga es psicóloga y psicoanalista. Además, ha logrado una perspectiva integral e integradora al momento de analizar los mecanismos aplicados por quienes tramaron la desaparición y asesinato de personas que, comprometidas con la realidad de su época, buscaban una sociedad más justa e igualitaria. Ella, de hecho, es una sobreviviente de la época, hija de madre desaparecida, y ha sido testigo en varios juicios por los delitos de lesa humanidad.
Junto a Mariana Dopazo, también psicóloga y psicoanalista, que se desempeña como docente universitaria e integra el colectivo “Hijxs y ex hijxs de genocidas", Careaga presenció este jueves la charla “Universidad y Memoria: pensar la formación en derechos humanos a 43 años de la última dictadura”, que tuvo lugar en el auditorio Luis Triviño, del Bloque de Aulas Comunes y Tecnología (BACT).
Tal como estaba organizado, a esta instancia de diálogo –organizada por las Facultades de Ciencias Políticas y Sociales, Artes y Diseño y Educación, en el marco del proyecto Universidad y Derechos Humanos de la Secretaría Académica de la UNCuyo– asistieron alumnos, docentes e integrantes de organismos de derechos humanos que coparon el auditorio y escucharon con atención las reflexiones.
Ambas compartieron frente al auditorio reflexiones que giraron en torno de la importancia de mantener la memoria colectiva. “A 43 años de tanto horror, sigue habiendo ecos y resonancias”, expresó Dopazo al iniciar su reflexión, apuntada a la responsabilidad de transmitir lo sucedido a las nuevas generaciones. La clave, sentenció desde su experiencia, está en “no estar afiliado a lo que no me representa, ni hoy ni nunca”.
Justamente, ella fue quien decidió hace ya muchos años romper con el terror impuesto nada menos que en su propio seno familiar por ser hija del genocida Miguel Osvaldo Etchecolatz. “Es fundamental dar el salto de lo individual a lo colectivo y siempre interpelar a la realidad, no dar como sabidos los saberes que nos son impuestos”, expresó al analizar la sociedad del “algo habrán hecho” y del “yo no sabía nada” en tiempos de secretos que se gritaban a voces.
Los mecanismos utilizados por genocidas –incluyendo la época del nazismo, por ejemplo– fueron parte del discurso de las expositoras para dar cuenta del manejo ejercido en estos casos respecto de las masas.
“Estamos en una época atravesada por el mal de la banalización de los discursos y los pensamientos. Por eso es fundamental crear nuevos pensamientos, interrogarse por lo nuevo e interpelarlo”, dijo, con la mirada puesta en fomentar el pensamiento crítico.
En la misma sintonía, Ana María Careaga se refirió a la existencia previa del sujeto. “A partir de la propia historia, es necesario interpelar la realidad subjetiva, hacerse cargo y tomar la decisión de pensar qué implica la expresión 'terrorismo de Estado'”, compartió la psicoanalista desde sus fundamentos acuñados en la teoría freudiana y sin dejar de lado su bagaje como víctima directa de ese terrorismo.
Frente a una sala llena, las expositoras llamaron a la reflexión en el marco de la semana por la Memoria, la Verdad y la Justicia. Foto: gentileza.
“Querer no saber implica también una responsabilidad porque tiene implícita una decisión frente a una realidad”, reflexionó Careaga, y mencionó las estrategias de división de las sociedades. El racismo, la xenofobia, el rechazo a los pueblos originarios, a la mujer, a la diversidad de géneros o a otras creencias religiosas son solo algunos ejemplos del cúmulo de semillas que siembran odio entre los seres, tal como destacó la especialista.
Careaga destacó además: “Cuando se intenta decir que el terrorismo de Estado es algo del pasado, esto no es así”, reflexionó al anclar su discurso con el trauma social que solo puede encontrar una cara positiva en la tríada “Memoria, Verdad y Justicia”. “Los delitos de lesa humanidad, justamente, nos conciernen a todos, es decir, al conjunto de la humanidad, por eso sus efectos tienen una vigencia absoluta”, agregó.
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