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15 DE NOVIEMBRE DE 2024
Este 14 de diciembre, poco después de la una de la tarde, el fenómeno se podrá apreciar en gran parte del país. Durará pocos minutos y ocultará por completo al sol en Neuquén y Río Negro.
El eclipse solar total del 2 de julio de 2019 visto desde Calingasta (San Juan). Foto: Conicet Fotografía/ Verónica Tello
El próximo lunes 14 de diciembre, durante las primeras horas de la tarde (poco después de la una), tendrá lugar un eclipse solar total en ciertas localidades ubicadas en la zona central de las provincias argentinas de Neuquén y Río Negro, al igual que en algunos lugares de la Patagonia chilena. Miles de kilómetros al sur y al norte de lo que se conoce como la franja de totalidad (de unos 90 kilómetros de ancho), el eclipse será parcial, por lo que, aunque el oscurecimiento no será total, la luminosidad solar se atenuará.
Un eclipse solar se produce cuando, durante un breve intervalo, la Luna se interpone entre un observador terrestre y el Sol. Puede ser total, si el disco solar queda totalmente oculto detrás del satélite natural, o parcial, si solo cubre una parte del cuerpo luminoso.
“Un eclipse solar total es un coincidencia geométrica que se produce cuando se da un alineamiento entre el centro de dos objetos astronómicos, el Sol (una estrella luminosa) y la Luna (un satélite natural), y el ojo de un observador en la Tierra. Es importante tener en cuenta que el tercer protagonista del eclipse es el espectador, y que su percepción del fenómeno es absolutamente dependiente del lugar de la Tierra en el que se encuentre. Por eso, aunque todos habitemos el mismo planeta, los eclipses solares, cuando se dan, pueden ser totales para algunos, parciales para muchos otros e imperceptibles para la gran mayoría de las personas”, afirma Daniel Gómez, investigador del Conicet y director del Instituto de Astronomía y Física del Espacio (IAFE, Conicet-UBA).
Uno de los efectos más notorios y espectaculares de este fenómeno astronómico es que en cierta franja de la Tierra se comienza producir en pleno día un paulatino pero repentino oscurecimiento hasta hacerse totalmente de noche, y luego, unos pocos minutos después, vuelve a aparecer el Sol.
Para que el eclipse solar sea total, la luna tiene que encontrarse en ese momento a una distancia tal de la Tierra que permita que se la vea del mismo tamaño que al disco solar, cuando, en realidad, es cuatrocientas veces más chica. Si el satélite se encuentra a una mayor distancia y, por lo tanto, desde el punto de vista terrestre, se ve un poco más pequeño que la estrella, entonces ocurrirá lo que se conoce como eclipse anular. En ese caso, dado que la Luna al interponerse entre el Sol y el observador no logra ocultar completamente el disco amarillo, se forma un anillo brillante alrededor del disco lunar. El correlato de que en ciertos puntos de la superficie terrestre se observen eclipses solares totales o anulares es que en otros sitios, geográficamente próximos, se puedan observar eclipses parciales.
“Los tamaños con los que nosotros percibimos los objetos astronómicos –lo que llamamos el tamaño angular– obviamente no coinciden con su magnitudes reales sino que representan su proyección en el cielo. Los tamaños angulares de la Luna y el Sol vistos desde la Tierra son similares, pero como estos cuerpos no están siempre a la misma distancia de nosotros, puede ocurrir que el disco lunar –al encontrarse un poco más lejos de nuestro planeta– pase delante del Sol y no alcance a cubrirlo completamente, y que, entonces, el eclipse no sea total, sino anular”, explica Andrea Buccino, investigadora del Conicet en el IAFE.
El eclipse total del 14 de diciembre
“Quienes se encuentren en la franja de totalidad, además de quedar totalmente a oscuras en pleno día, van poder ver al disco solar ocultarse completamente detrás de la Luna. Cuanto más uno se aleje de esa franja hacia el norte o hacia el sur, la visión que tenga de la Luna se va ir desalineando respecto de la del Sol y el oscurecimiento será menor”, explica Buccino.
La sombra de la Luna se desplazará por la franja de totalidad de Oeste a Este; mientras en la Costa Pacífica chilena, el oscurecimiento total se dará, aproximadamente, a las 13 horas, a las 13:23 llegará a El Cóndor, un balneario rionegrino en la Costa Atlántica, para luego perderse en el mar. Aunque la duración de la fase de totalidad varía según el punto geográfico de observación, en su línea media será de dos minutos y diez segundos. La duración absoluta del fenómeno, desde que la Luna comience a cubrir una parte del Sol por el Oeste hasta que deje de hacerlo completamente por el Este, se prolongará poco menos de tres horas.
En comparación con el eclipse solar que tuvo lugar el 2 de julio de 2019 poco antes del atardecer, y que fue total para una franja de 140 kilómetros de ancho comprendida entre el centro de la provincia de San Juan y el norte de la Provincia de Buenos Aires, y parcial para la mayor parte del país, hay que decir que en esta ocasión, al ocurrir poco después del mediodía, el Sol se encontrará mucho más arriba, lo que le dará mayor espectacularidad al fenómeno.
Los usos astronómicos de los eclipses históricos y actuales
Aunque históricamente los eclipses fueron aprovechados por los astrónomos para poder conocer mejor ciertos objetos y fenómenos a los que era complejo o imposible acceder en otras situaciones, hoy en día –dadas las posibilidades tecnológicas con las que se cuenta– son vistos por los especialistas, fundamentalmente, como fenómenos naturales espectaculares, pero también, por lo que se genera alrededor de ellos, sociales y culturales.
“Durante muchos años, cuando aún no se disponía de telescopios espaciales, los eclipses permitían conocer una parte del Sol que de otra manera era imposible ver, como la corona dado que, al estar cubierta la totalidad del disco, queda expuesta la capa más externa del Sol, cuya luz es mucho más tenue. Hoy contamos con coronógrafos que nos permiten, con un ocultador, simular el rol que antes cumplía la Luna”, explica Gómez, que se especializa en el estudio de la corona solar.
Los eclipses solares, a partir del oscurecimiento del cielo que generan, también posibilitaron, en su momento, medir posiciones de estrellas y hasta corroborar la teoría general de la relatividad de Einstein. En la actualidad, fenómenos similares a los eclipses, como el tránsito de planetas extrasolares por delante de sus respectivas estrellas –siempre desde el punto de vista de un observador en la Tierra–, permiten, justamente, descubrir exoplanetas.
“Lo que hay que tener en cuenta es que en el universo hay objetos que emiten luz, como las estrellas, y otros que no, como los planetas o los satélites naturales. Lo que nos permiten los eclipses o los tránsitos es ver la sombra de un objeto y así conocer las características de ese cuerpo que no tiene luz propia. Al pasar un planeta entre un observador y su estrella, la luz que emite disminuye levemente. A partir de las variaciones en la luminosidad, se puede deducir el tamaño del planeta e, incluso, a través del uso de telescopios infrarrojos, conocer su atmósfera. En un futuro, de hecho, a través de los tránsitos, se podría llegar a determinar si hay signos de vida en la atmósfera de esos planetas mediante la detección de biomarcadores”, destaca Buccino.
El IAFE y el eclipse del 14 de diciembre
Para los científicos del Conicet en el IAFE, un evento como el que ocurrirá el 14 de diciembre es también una ocasión propicia para hablar de temas astronómicos y poder alcanzar a un público menos especializado y más amplio que el que puede llegar a leer sus trabajos científicos. En este sentido, recientemente, con la colaboración de la becaria doctoral del instituto María Belén Areal, prepararon una serie de videos breves en los que diferentes investigadores establecen relaciones entre los eclipses solares y sus distintos objetos de estudio. Los temas abarcados son: 1) eclipses extrasolares; 2) la relatividad y los eclipses; 3) eclipses en el medio interestelar; 4) la causante de los eclipses y 5) la corona solar durante un eclipse, y se pueden ver en el canal de YouTube del IAFE.
Por otro lado, como parte de una serie de actividades coordinadas por la Asociación Argentina de Astronomía y teniendo en cuenta las limitaciones impuestas por las pandemia, un equipo de investigadores del IAFE concurrirá a lo que se conoce como nodo Valcheta (una localidad rionegrina ubicada unos 100 kilómetros al oeste de la costa y en el centro de la franja de totalidad), mientras otros grupos de investigadores del Conicet, pertenecientes a institutos de San Juan, Córdoba y La Plata, se ubicarán en otros nodos como Las Grutas y Viedma.
“Lo que nosotros nos propusimos en este contexto de pandemia es ir con un grupo reducido de persona a Valcheta, llevar telescopios desde acá y trasmitir en vivo el eclipse a través de nuestro canal en YouTube”, señala el director del instituto. “Esto lo hacemos en colaboración con la Asociación Argentina de Astronomía, con la gobernación de la provincia de Río Negro y con la municipalidad de Valcheta”, agrega.
Una situación difícil de reproducir en palabras
“Si uno tiene la posibilidad de presenciar un eclipse de Sol total, no tiene que perdérselo. Es realmente un espectáculo fantástico porque, más allá del cruce de los cuerpos celestes, toda la naturaleza alrededor se modifica durante dos minutos al hacerse de noche en pleno día, y se puede observar cómo la fauna del lugar entra en un estado de confusión momentáneo. Es una situación difícil de reproducir en palabras, lo mejor es poder vivirla. Por más que, en tanto astrónomos o científicos, estos eventos ya no tengan la importancia que tuvieron en otras etapas, como seres humanos, no dejan de conmovernos”, concluye Gómez.
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