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12 DE DICIEMBRE DE 2024
“El primer debate presidencial de la historia argentina” –tal como fue proclamado– dejó poco y nada. Opinión de El Estadista.
Foto: captura de pantalla de Twitter @AmericaTV
Durante más de dos horas, los cinco candidatos que asistieron –todos, con la excepción de Daniel Scioli– se limitaron a mantenerse en su carril, haciendo y diciendo lo que venían haciendo y diciendo durante la campaña. No profundizaron en propuestas de medidas concretas ni inquirieron al resto de sus competidores con precisión para que ellos lo hicieran. Como señaló vía Twitter el consultor en comunicación política Mario Riorda, “una u otra tipología de debate, y sus reglas, definen la calidad e intensidad del mismo. Este parece ser un conversatorio”.
Entre Mauricio Macri y Sergio Massa, los dos opositores con mayor respaldo en las encuestas, no hubo cruces como se esperaba. La pelea entre ambos –alguna vez definida en El Estadista como el núcleo más dinámico de la campaña– se da por ganarse el voto útil antikirchnerista e ingresar a un eventual balotaje contra Scioli. Empero, salvando alguna chicana mínima, los dos evitaron cruzarse para evitar serle funcionales al candidato del Frente para la Victoria (FpV).
De propuestas concretas, los candidatos hablaron poco y eludieron las respuestas que demandaban un posicionamiento específico frente a determinados temas. Massa volvió a ser la excepción, junto al candidato del FIT, Nicolás del Caño. Obligado a recortar distancia contra Scioli y Macri, el tigrense se vio obligado hace varios meses a una campaña más agresiva y eligió el camino de las propuestas. Mal no le fue: desde las PASO, mientras el postulante del FpV se mantiene y el líder del PRO cae, Massa es el único que crece.
Por su parte, Macri se mantuvo en las generalidades. Apuntó al Gobierno Nacional en general por sus 12 años de gestión y a Scioli en particular por no haberse presentado a debatir, y buscó dejar como mensaje que “no es verdad que los que gobiernan ya ganaron”, tal como quiere instalar el oficialismo.
Margarita Stolbizer hizo hincapié en los valores y la honestidad como pilares de su candidatura y –como lo viene haciendo en sus spots– pidió a los votantes que elijan su voto por su opinión y no movidos por algún tipo de utilidad. Adolfo Rodríguez Saá, en tanto, se refirió a su gestión en San Luis, protagonizó varios cruces con Del Caño y pidió por un gran acuerdo nacional para que los opositores que no ingresen a la segunda vuelta se pronuncien a favor de quien sí lo haga.
Terminado el evento, no faltaron las encuestas y los debates respecto a “quién ganó”, cuáles fueron los mejores “golpes”, los “cruces más agitados” y otras referencias pugilísticas o relativas al mundo del show (“¿quién hizo más puntos de rating?”), que poco favor le hacen al debate político real y sí en cambio a la farandulización de la política. Del mismo modo, abundaron los elogios autoproclamados entre candidatos, periodistas y otras personalidades respecto al avance que le imprimieron –según ellos mismos– a la democracia argentina.
Está claro que un debate presidencial no enmendará la baja institucionalidad de Argentina ni solucionará los déficits de nuestra democracia. Scioli no se presentó y probablemente no pague ningún costo por ello. Los motivantes del voto están muy en otra parte.
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