Inclusión: un argentino creó una silla de ruedas de bajo costo

Pablo Kaplan es el creador de Wheelchairs of Hope, una organización dedicada a la producción de sillas de ruedas de plástico para niños de bajos recursos.

Inclusión: un argentino creó una silla de ruedas de bajo costo

"Para ellos, la silla es una extensión de su cuerpo", dijo Kaplan. Foto: Wheelchairs of Hope.

Sociedad

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Unidiversidad / Fuente: BBC, La Nación

Publicado el 23 DE AGOSTO DE 2017

Pablo Kaplan es un argentino que reside en Israel. En enero de 2013 decidió emprender un proyecto humanitario junto a su socia, Chava Rothstein, sin un objetivo preciso que pudiera delimitar su idea. Así nació Wheelchairs of Hope, una iniciativa comercial de impacto social para proveer de sillas de ruedas de bajo costo a niños de países en vías de desarrollo. Son más ligeras que las disponibles en el mercado, están hechas de plástico y se venden a sólo USD 100.

"Decidimos que queríamos hacer una tarea humanitaria a nivel mundial. Yo tenía las ganas de crear una silla de ruedas económica desde hacía varios años", dice Kaplan en diálogo con La Nación, tras ser consultado por el origen de esta empresa con fines sociales.

El proyecto preliminar nació en 2013. Ese año, Kaplan y Rothstein lo presentaron en la Organización Mundial de la Salud en Ginebra, sin tener aún un destinario definido. La información que obtuvieron allí les permitió adoptar su objetivo actual. "Nos dijeron que si queríamos tener un impacto doble, debíamos empezar con niños para solucionar dos problemas: la movilidad y el acceso a la educación", afirma Kaplan.

Después de esa primera experiencia, Kaplan y Rothstein viajaron a Nueva York y se pusieron en contacto con Unicef. La respuesta fue positiva. Al organismo internacional le había llamado la atención una característica en particular: su bajo costo.

"Incluso antes de hacer el primer prototipo, por experiencia personal en la industria del plástico, sabía que lo íbamos a lograr con sólo USD 100", repite siempre Kaplan, que confiesa que dicha idea se inspiró en el Plan Ceibal, el programa paralelo al Conectar Igualdad en Uruguay, que provee de una netbook a cada chico por un costo de USD 100.

La idea de dedicar el producto a los niños fue de Rothstein, que tras participar en un congreso en India decidió que la empresa debía intentar abordar otro problema: el analfabetismo. Según un informe de Unicef de 2014 sobre la deserción escolar, 9 de cada 10 niños con discapacidad en el mundo no asisten a escuelas. Muchos niños con discapacidad no asisten al colegio ante las dificultades que tienen para moverse, un problema que somete al analfabetismo a esa población vulnerable.

Kaplan se valió de su experiencia en la creación de sillas de plástico, una actividad que le permitió viajar por numerosas ciudades del mundo. Hoy, sus sillas de ruedas infantiles ya están presentes en países como Vietnam, Chile, Perú, Sudáfrica, Israel, Palestina, Etiopía, Kuwait, Jordania, Camerún, Taklkistan, Swasilandia, Panamá y Colombia.

El primer modelo fue hecho en impresión tridimensional en conjunto con un hospital pediátrico de Jerusalén en 2014, y financiado con sus capitales y una bonificación del gobierno de Israel para el desarrollo de productos para el Tercer Mundo. Las pruebas eran determinantes: niños discapacitados utilizaron las sillas de ruedas durante un año y medio y los desarrolladores las fueron perfeccionando en función de las necesidades de los chicos.

"Para ellos, la silla es una extensión de su cuerpo y teníamos dudas de cómo iban a aceptar reemplazarla por unos días para las pruebas. Lo interesante fue que no la querían devolver, y fue de lo más emocionante", detalla Kaplan. Según dice, lo más atractivo para ellos era el color. Se fabrican en verde, azul y rojo.

"Las sillas de ruedas para niños no son una novedad. Lo curioso es que todas las existentes son una mera reducción de medidas de una de adultos, sin tomar en cuenta la autoestima de los niños", comenta Kaplan. Por eso han elegido colores atractivos "que cambian la percepción de la silla de un producto de rehabilitación médica a uno infantil y agradable".

Wheelchairs of Hope aún tiene pendiente desembarcar en Argentina, el país natal de Kaplan. "Estuve investigando y vi que hay una necesidad muy grande, principalmente en el norte" dice el diseñador. Ya tiene una visita programada para el mes de octubre, con el objetivo de encontrar un socio que desee traer el producto al país. Brasil, Uruguay y Paraguay se encuentran en la misma situación.

"Nos hemos puesto metas muy altas: distribuir más de medio millón de sillas en 7 o 10 años. Es una tarea difícil, pero si la necesidad existe, hay que entusiasmar a empresas o fundaciones para que den su apoyo", concluyó.

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