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20 DE DICIEMBRE DE 2024
Payamédicos, familia unida por el agua, franceses, campaña contra adicciones y tradiciones, son algunos de los componentes del evento vendimial donde se disfruta de diferentes carros.
El carro de los Pueblos Originarios. Foto: Axel Lloret.
Con muchas expectativas aguardaban los mendocinos y turistas el Carrusel de la Vendimia, evento que cautiva la mañana previa al Acto Central. Niños, adultos, abuelos y familias se congregaban cada vez más para recibir los carros y la alegría que circula por las calles mendocinas en época vendimial.
El evento comenzó casi dos horas después de lo pautado. La gente cada vez estaba más ansiosa, muchos con el típico "palo y canasta" para llevarse a casa las distintas frutas y vinos que las reinas lanzaban desde sus carros, que en más de una ocasión no llegaban al destino que planeaban.
Los carros tuvieron un poco de todo. El primero fue el que trasladaba a la Reina y Virreina Nacional 2015. Muy llamativo resultó el de los pueblos originarios; también la comunidad boliviana, siempre presente y alegrando con sus bailes, los que más cautivaron; los 18 departamentos, en su mayoría austeros. El Carrusel finalizó a las 15 y se vivió desde muchas perspectivas, pero siempre intensamente.
Los mendocinos a la espera
Entre tanta gente que esperaba estaba Francesca, una nena de cinco años disfrazada de reina. Ella asiste siempre con su abuela, quien le hizo su capa, que ante le llegaba al piso. La pequeña oriunda de Capital contó que en un futuro le gustaría participar de Vendimia, como reina o bailarina, ya que baila folclore y árabe. Junto a "Yoli", su abuela, tienen a sus reinas preferidas: San Martín, Luján y Lavalle. El viernes por las tarde asistieron al ensayo del Acto Central. "La fiesta va a estar preciosa, tiene música contagiosa, luces preciosas, muy lindo, la verdad que me encantó”, contó Yoli, que alcanzó a volver antes de que se largara la lluvia.
Francesca y su disfraz
También estaba Juana, que desde hace más de 15 años vende pastelitos en el Carrusel. Oriunda de Las Heras y con un brillo en sus ojos, contó que para ella "Vendimia es lo mejor y siempre me gustó". Además, muy contenta, vende entre 25 y 30 docenas de pastelitos.
Desde Río Negro hasta Francia
Miles de turistas resaltaban desde las calles céntricas con sus cámaras y sus sombreros. Dos de ellos eran Stella e Ismael, que se acercan por segunda vez a vivir la fiesta máxima de los mendocinos desde Viedma, Río Negro. En la primera ocasión que participaron de la Vendimia, les encantó tanto que decidieron volver. Recorrieron la montaña y las bodegas; ahora optaron por quedarse en la ciudad y disfrutarla. En la última Vendimia su reina preferida fue Junín, "y fue la reina que salió", dijeron entre risas, por lo que este año apoyan a San Rafael y, con sus entradas en manos para el sector Malbec, anhelan que no llueva, así pueden disfrutar del Frank Romero Day. "Una cosa es ver la fiesta por televisión y otra vivirla en persona, es una belleza, Mendoza nos encanta", dijo Ismael.
De La Plata, más específicamente de Villa Elisa, llegó Mariano, quien junto a su esposa y sus dos hijas esperaba el Carrusel desde la puerta del Hotel Diplomatic. Los platenses visitaron primero Malargüe; ahí se enteraron de lo que significaba la Vendimia y decidieron venir a vivirla a la Ciudad. Es la primera vez y ya tienen sus entradas para el Acto Central. Su reina preferida: Paula Coronado, la representante malargüina, ya que estuvieron en su elección.
El portugués no podía faltar en Mendoza y dos brasileros representaron a su país en la espera de los carros. La dama dijo: "Es una fiesta muy rica porque engloba todas las personas de la ciudad y todos participan, nos gusta más la actividad que las reinas. Los vinos y las bodegas, de lo mejor", contó la mujer nacida en San Pablo mientras disfrutaban un café y esperaban para vivir en la noche la fiesta máxima en el Teatro Griego.
Finalmente, estaban frente al Palco Oficial Anaïs y su novio, dos franceses que llegaron desde París. Se enteraron por un taxista en Buenos Aires de que era la Fiesta de la Vendimia y decidieron venir a saber un poco más. Anaïs, de 34, y su pareja, de 29, habían llegado una hora atrás y ya estaban participando del Carrusel, con la intención de probar vinos como máxima expectativa.
Payamédicos sonriendo en el Carrusel
La organización sin fines de lucro "Payamédicos" se hizo presente no sólo en un carro, sino al costado y regalando sonrisas a la gente, quienes los recibieron muy bien. Lautaro, miembro de esta ONG, agradeció la buena predisposición de las personas. "Nosotros les retribuimos alegría y felicidad, que es algo que hoy en día está muy opacado con los problemas sociales". La función de los payamédicos es, a través de la risoterapia, aumentar los índices de salud que tienen algunos pacientes; ellos les llaman "producientes" porque desde ellos producen momentos alegres. Aproximadamente, son 150 activos en la provincia, y ahora se están expandiendo a Buenos Aires y Chile.
Jóvenes que ayudan jóvenes
Cuatro jóvenes con alas de ángeles resaltaban entre la multitud, Lucia de 26, relató que se encontraban realizando una campaña del gobierno, del departamento de adicciones del Ministerio de Salud con el objetivo de concientizar sobre el consumo responsable de alcohol a jóvenes entre 18 y 30 años. "La idea es que tomen conciencia a la hora de consumir alcohol y todas sus precauciones", dijo Lucía. Las alas son porque "somos ángeles, como el amigo que te cuida en la previa, que te dice: 'No tomes más' o 'Dame las llaves del auto'", agregó la joven. En total eran diez distribuidos por el Carrusel, entre 19 y 26 años.
Por el agua, en familia
Con un gran cartel estaban Adriana con su marido Raúl y sus hijas menores de seis, Luz y Paz. Hace 10 años que van al Carrusel con la misma idea de concientizar a la gente sobre el uso responsable del agua primero desde casa, y de los grandes negociados, como la minería a cielo abierto, que es la que perjudica más los caudales de los ríos y al hombre.
Adriana contó que sus hijas no van a la escuela pública y estudian con ellos en casa porque "la escuela pública lamentablemente está deteriorada por lo poco que cobran las maestras, y en las de élite te distancian del sentido social que tiene la vida y preparan gente para ser empresarios", agregó la mamá de Luz y Paz. Además, comentó que la gente común no entiende y desperdicia bastante agua, desde dejar las mangueras en la vereda hasta hacer correr el agua al cepillarse los dientes. Son pequeños actos que ayudarían y es solo cuestión de educación. También sus hijas de 8 y 6 años dijeron que cuidan el agua porque no quieren que se desperdicie, ni quedarse sin ella.
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