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12 DE DICIEMBRE DE 2024
Avisó que dejará su cargo en diciembre. Había quedado debilitado luego de la rebaja de su área y por el tope paritario que no se cumplió.
El secretario Trabajo, Jorge Triaca, dejará su puesto antes de fin de año. Ya lo avisó en el Gobierno. Su renuncia es un hecho, confirmaron a Clarín fuentes oficiales inobjetables. Triaca deja su cargo en buenos términos con el presidente Mauricio Macri. Es una dimisión acordada incluso con el funcionario que pasó a ser su superior en los papeles tras la última reorganización del Gabinete, el titular del Ministerio de Producción y Trabajo, Dante Sica.
Triaca suele decir en la intimidad que considera a su gestión un ciclo cumplido, e incluso admite que su alejamiento de la hoy Secretaría le permitirá a Sica tener un rol más relevante en el diálogo con los gremios, sobre todo con los del peronismo que integra la Confederación General del Trabajo (CGT), con los que él tuvo una excelente relación. Su papá, Jorge Triaca, fue ministro de Trabajo en el Gobierno de Carlos Menem. Antes, fue secretario general del sindicato de los plásticos.
La versión de la dimisión de Triaca corrió en la Casa Rosada con tal fuerza que la semana pasada el propio Sica salió a desmentirla, aunque a medias: dijo que seguía trabajando junto a Triaca y que él seguiría ocupando la Secretaría del Trabajo. Pero agregó, con cierta picaresca: “Por el momento”.
Ese “por el momento” fue una acotación con un argumento escondido, aunque no tanto. El “momento” en el que Triaca dejará su cargo sería dentro de un mes, en diciembre.
El propio Triaca ni siquiera lo desmiente frente a interlocutores de confianza. Aunque influyó en su situación política que su ministerio haya sido degradado a rango de Secretaría de Gobierno y que por encima de él pasara a tener la última palabra administrativa el ministro Sica, Triaca está convencido de que es hora de dar un paso al costado.
El exministro y hoy secretario es el interlocutor con los gremios del peronismo, cuyos principales jefes lo conocen desde chiquito por la relación que tenían con su padre, pero pasó años de vértigo. La situación económica, la inflación, la recesión y los despidos masivos en diferentes rubros del empresariado y las pymes lo encontraron en el espacio donde mejor se desempeña, pero en una situación compleja.
El gobierno de Macri inició una pelea con los sindicatos que no quisieron acordar una paritaria en el porcentaje de suba de aumentos que estipulaban los planes oficiales, como ocurrió el año pasado con los bancarios, de Sergio Palazzo. El propio Presidente comenzó a hablar públicamente de “mafias” que manejaban los gremios y se abrió una confrontación explícita con uno de los sindicatos con mayor poder de lobby y de presión en la calle: el sindicato de choferes de camiones, de Hugo y Pablo Moyano.
Triaca, sobre todo porque era su responsabilidad institucional, nunca cortó el diálogo con ellos, a pesar de que los Moyano atacan a la Casa Rosada y la acusan de ser la verdadera impulsora de las denuncias judiciales que acechan a la familia camionera. Son acusaciones de las que no presentaron pruebas.
En medio de los más álgidas peleas con los Moyano, como la quiebra del correo privado Oca, en la que los jefes gremiales camioneros pusieron siempre un especial interés como si esa compañía fuera casi propia, Triaca siguió en diálogo con los Moyano.
Su contacto era con uno de los hijos del camionero, que también se llama Hugo y es abogado, de bajo perfil, y tal vez el más preparado y diplomático de sus hermanos.
El propio Triaca cree que su ciclo en Trabajo está agotado. Su figura, además, se vio envuelta en polémicas generadas por acusaciones que tenían que ver con contrataciones en el Estado y en gremios intervenidos de parientes directos del funcionario, y también de empleados en el ámbito privado del antes ministro. Además, quedó en medio de un escándalo por la denuncia de su exempleada Sandra Heredia, quien lo acusó de maltrato, de echarla sin fundamentos y de no haberla registrado como empleada. Terminaron firmando un acuerdo y él siempre negó que las acusaciones pudieran complicarlo judicialmente.
Tras la llegada de Sica a Producción, intentó mantenerse activo, aunque sabía que sus días empezaban a estar contados. Esta última semana, por ejemplo –siempre junto a Sica– terminó por negociar y ahora concretará administrativamente las ayudas que la CGT pidió para suspender el último anuncio de una huelga general en contra de la política económica de Cambiemos.
Triaca y Sica, o viceversa, lograron calmar a los gremios ofreciéndoles que las empresas más grandes del país y las pyme deban negociar con sus empleados el pago de un bono no remunerativo de 5000 pesos que se podría pagar en dos cuotas.
A eso se sumó otra “concesión”: que ante potenciales despidos, sobre todo en compañías de relevancia, esas acciones deban pasar antes por el filtro del Gobierno. No es que el Estado pueda frenar la decisión de las empresas de despedir personal, pero ese paso burocrático podría aletargar, y hasta posiblemente suspender, esas acciones que generan siempre crisis.
Triaca, en diálogo con las autoridades de la Presidencia, recibió una oferta cuando se acordó que se alejaría de su cargo: ser el nuevo embajador en el Vaticano, un puesto que hoy ocupa Rogelio Pfirter. La familia Triaca tiene una relación de amistad desde hace varias décadas con Jorge Bergoglio, el papa Francisco.
A pesar de que en la superficie y las declaraciones de autoridades de un lado y del otro da la sensación de que la Casa Rosada entrará en colisión permanente con la Iglesia Católica, lo cierto es que la presidencia de Macri buscará bajar esa tensión.
Según fuentes muy fidedignas del entorno de Triaca, el aún funcionario habló con su familia respecto de la posibilidad de mudarse a Roma y entre todos decidieron que lo mejor sería quedarse en Buenos Aires. Así, rechazaría la oferta de ir al Vaticano.
Aunque con Sica su relación sea buena, lo cierto es que existe una intriga palaciega en la salida de Triaca de Trabajo. El ministro del Transporte, Guillermo Dietrich, inició una avanzada sobre el área de influencia de esa secretaría.
Debido a su cargo, tiene buena relación con las cámaras del transporte, el área sindical que más presión callejera puede imponerle al Gobierno. Así quedó demostrado en el último paro-asamblea de los gremios aeronáuticos. El funcionario que por orden de Macri fue el encargado de ocuparse de ese tema conflictivo fue Dietrich.
Triaca no tiene un reemplazante oficial para una renuncia que tampoco sería oficial aún, pero quien podría ocupar su puesto es Ignacio Pérez Riba, jefe de asesores del Ministerio de la Producción cuando lo liderada Francisco “Pancho” Cabrera y también allegado a Dietrich. Según confirmó Clarín con fuentes relevantes de la CGT, la salida de Triaca y la influencia de Dietrich en el trato con los sindicatos es leída de modo negativo: “El Presidente se encierra más en su entorno”.
El año próximo será, según los cálculos oficiales, de alta conflictividad social y gremial. Mientras tanto, Triaca ya tiene agendada una actividad si es que deja su cargo antes de enero próximo, como él cree: se entrevistará con el papa Francisco, en Roma.
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