Al menos 34 personas murieron hoy en ataques perpetrados por rebeldes talibanes y combatientes del grupo yihadista Estado Islámico (EI) en tres provincias de Afganistán, en vísperas de que el gobierno afgano y los talibanes inicien un alto el fuego con motivo del fin del Ramadán.

En el oeste de la capital Kabul, al menos 13 personas perecieron y otras 31 resultaron heridas en un atentado suicida perpetrado en una de las entradas del Ministerio de Rehabilitación Rural, informó Wahidullah Majroh, vocero del Ministerio de Salud Pública.

En la norteña Kunduz murieron, al menos, 15 miembros de las fuerzas de seguridad afganas -10 soldados y cinco policías- en un ataque de la grupo fundamentalista talibán contra un puesto de seguridad, indicó Aminullah Ayaddin, miembro del consejo provincial.

Mientras que en la provincia sureste de Ghazni murieron seis civiles por la explosión de una mina colocada en una ruta. Otras tres personas resultaron heridas, dijo un portavoz del gobernador, Arif Noori, quien ante medios locales atribuyó también este atentado a los talibanes.

En Jalalabad, la capital de la provincia oriental de Nanganhar, 15 personas resultaron heridas en un ataque de tres rebeldes suicidas contra el Departamento de Educación, informó el portavoz del gobernador de la región, Attaullah Khugyani, quien atribuyó el atentado al EI, aunque este de momento no ha comentado el ataque.

Sayed Asadullah Sadat, miembro del consejo de la provincia de Kunduz, expresó la preocupación del gobierno regional por las consecuencias que puede tener el ataque para el cese del fuego unilateral anunciado el sábado pasado por el presidente Ashraf Ghani, que está previsto que entre en vigor el jueves y se prolongue hasta el 20 de junio.

El cese del fuego anunciado por Ghani es válido para los combates contra los talibanes pero no para la lucha contra el EI.

Los talibanes respondieron a la iniciativa del gobierno anunciando a su vez una tregua de tres días a partir del próximo sábado, durante la celebración de la fiesta Eid al Fitr, que marca el fin del Ramadán, el mes de ayuno musulmán.

Se trata del primer cese el fuego en 17 años de conflicto desde la invasión estadounidense, algo que ha sido recibido con optimismo en el país asiático.

No obstante, el cese de las acciones ofensivas por parte de las Fuerzas Afganas no es extensivo al EI, una fuerza calificada de "extranjera" por parte del gobierno y activa en diferentes puntos del país desde 2015, informó la agencia de noticias EFE.

Desde entonces, y aunque las autoridades afirmaron en diversas ocasiones que redujeron su presencia a unas pocas zonas remotas, la formación yihadista reclamó algunos de los atentados más sangrientos en el país.

Kabul sufrió varios ataques suicidas en lo que va de año, el más grave el registrado en enero pasado, cuando los talibanes hicieron estallar una ambulancia bomba cerca del antiguo Ministerio del Interior, donde aún operan algunas dependencias oficiales, que causó más de un centenar de muertos.

El último atentado de envergadura en la capital ocurrió la semana pasada, cuando un ataque suicida causó ocho muertos cerca del lugar donde acababa de celebrarse un encuentro de líderes religiosos, en el que participaban centenares de personas.

Afganistán atraviesa una de sus etapas más sangrientas desde el fin de la misión de combate de la OTAN en enero de 2015.