Tras medir su huella de carbono, la UNCUYO va por la eficiencia energética: "Con el análisis no basta"
Paula Cepparo, a cargo de la Coordinación de Infraestructura, Mantenimiento y Servicios, nos contó los planes que tiene la Universidad para alcanzar la sostenibilidad. El programa de mitigación comenzó con un estudio riguroso en la Facultad de Derecho. "Tenemos que hacer mucho más eficiente lo que hacemos todos los días", destacó.
La Facultad de Derecho es el edificio de donde saldrá la metodología para eficientizar el campus. Foto: archivo Unidiversidad
En 2021, Argentina aportó el 0,5 % de las emisiones globales de CO₂. El impacto, si comparamos, dista muchísimo del 30 % que aportó China o el 13 % que sumó Estados Unidos ¿Esto quiere decir que estamos salvados? No, para nada. En este planeta, nos guste o no, lo mucho o poco que aportemos al calentamiento global nos va a influenciar igual. Con el mismo grado de certeza, podemos decir que lo mínimo o máximo que hagamos para contrarrestar la cantidad de gases de efecto invernadero sí sirve, y en ese camino está la UNCUYO, que viene midiendo su huella de carbono y materializando su plan de eficiencia energética.
En este marco, "eficiente", "sustentable" y "sostenible" son palabras que se repiten en cada acción pública de gran escala que se anuncia, pero que cuesta visualizar en el día a día. “Creo que las palabras se usan un montón y que se hace muy poco”, dijo Paula Cepparo, arquitecta a cargo de la Coordinación de Infraestructura, Mantenimiento y Servicios (CIMS) de la universidad y que tiene en claro que las palabras, por más greenwashing que le sumes, deben transformarse en obras concretas. Esta coordinación ya venía trabajando con el Área de Sostenibilidad para medir la huella de carbono. La primera experiencia –aplicada en un evento internacional– consistió en una medición comparativa entre universidades propuesta por el Consejo Interuniversitario Nacional (CIN).
Encarar un plan de obras que encauce un sendero de adaptación y mitigación para enfrentar el cambio climático requiere de gestión y, fundamentalmente, de datos. Por esta razón, la universidad inició un camino para poder medir, comparar e instrumentar una metodología que ayude a planificar futuras acciones. Sin dudas, una senda repleta de desafíos.
“Existen distintas metodologías para medir los GEI. Nosotros estamos usando en este momento la del CIN porque es la que están usando las otras universidades del país. Ya lo hicimos para el campus completo”, narró Cepparo, que destacó que una de las grandes dificultades ha sido la diversidad edilicia de las distintas facultades.
“La idea es ver cómo funciona cada edificio, cuánto consume tanto en electricidad como en gas –no se mide agua porque eso sería huella hídrica– y cómo podemos hacer para mejorar, qué estrategias podemos usar. Algunas estrategias van a ser de uso; por ejemplo, descubrimos aulas que son para cien personas, pero que las usan ocho. Entonces, hay medidas que son fáciles de aplicar y otras cosas que tienen que ver con cómo está construido el edificio, cómo está orientado, qué podemos hacer para mitigar el sol del oeste, si está bien aislado, qué pasa con los pasillos. Tenemos enormes superficies de pasillos que las están calefaccionando y refrigerando para transitar solo un rato”, detalló la arquitecta.
Paula Cepparo, la arquitecta al frente del CIMS dela UNCUYO. Foto: Unidiversidad
En tanto, desde el Área de Sostenibilidad, su coordinadora, Gabriela Luquez, destacó los alcances de la tarea del CIMS y subrayó: "Marca un camino de mejora, marca un camino, justamente, de concientización, no solamente en obras específicamente tecnológicas, sino también y, por sobre todo, actitudinales. Sobre todo, en cómo la comunidad universitaria alineada en estos planes estratégicos va intentando incorporar herramientas, información, que hagan de esta transformación energética una realidad y no solamente un deseo".
Primeros datos
Antes de ir a los números, vale una primera aclaración para responder qué son los gases de efecto invernadero. Siguiendo la publicación de Argendata (de Fundar), “los gases de efecto invernadero (GEI) atrapan el calor en la atmósfera terrestre y mantienen condiciones de habitabilidad para los seres humanos y otras especies. Sin embargo, el aumento excesivo en su concentración intensifica la captura de calor y produce el incremento de las temperaturas globales. En los últimos dos siglos, y a partir de la Revolución Industrial, las emisiones de GEI a la atmósfera tuvieron un incremento exponencial por el creciente uso de combustibles fósiles, como carbón, petróleo y gas. Como consecuencia de este proceso, la temperatura global hoy es más de 1 °C superior a la del período 1850-1900”.
Segunda aclaración: existen varios tipos de GEI. “El más importante es, por lejos, el dióxido de carbono (CO₂), que históricamente ha explicado más del 60 % de las emisiones totales y, en la actualidad, da cuenta de más del 70 %. Otros GEI relevantes son el metano (CH₄), que desde 1850 ha oscilado entre el 20 % y el 30 % de las emisiones, y el óxido nitroso (N₂O), cuya participación ha sido siempre menor al 10 %”.
Entonces, la CIMS conducida por Cepparo y el Área de Sostenibilidad de la UNCUYO midieron la huella de carbono, entendiendo que es “la totalidad de gases de efecto invernadero emitidos por efecto directo o indirecto por un individuo, organización, evento o producto". En este marco, en 2023, la arquitecta Carla Ciccarelli, que también forma parte del CIMS, fue quien afinó los números del campus de la UNCUYO. El año de referencia fue 2019. ¿Por qué? Porque fue el mismo año que tomaron las primeras casas de estudio del país que relevaron su huella de carbono con el método del CIN, como la Universidad de La Plata, la Universidad del Noroeste de Buenos Aires, la Universidad del Litoral y la Universidad de Rosario.
Ahora sí, según el estudio relevado, esta es la huella de carbono del campus de la UNCUYO: 7.044 TnCO2eq, que es la denominación internacional para medir la huella de carbono y que se hace en toneladas (CO2eq significa dióxido de carbono equivalente).
La huella de carbono medida en el campus de la UNCUYO en 2019. Imagen: CIMS
En la comparación con las otras universidades que midieron con la misma metodología, la UNCUYO solo quedó por debajo de la UNLP, que alcanzó en 2019 las 8.648 TnCO2eq. Asimismo, haciendo foco en el campus mendocino, el estudio determinó que fue la electricidad (el 44 %) lo que más GEI generó, por arriba del uso de diferentes refrigerantes (el 31 %) y del gas natural (el 25 %). En tanto, el impacto de uso de combustibles líquidos como nafta y gasoil por parte de la universidad no fue determinante (en este caso, no está medido el transporte que circula por el campus).
En acción
La medición de la huella de carbono fue el primer paso para un programa más grande y ambicioso, dado que el Consejo Superior de la UNCUYO aprobó un programa para eficientizar la gestión de la energía, cuyo punto número uno es la descarbonización. Asimismo, toma particular relieve para cuidar cada recurso, sobre todo con las facturas de los servicios en alza sostenida. Para alcanzar este objetivo, que está en el marco de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) que promueve la ONU en el marco de la Agenda 2030, la decisión fue iniciar un análisis minucioso en la Facultad de Derecho, donde se buscará afinar el diagnóstico y, luego, elaborar el plan de mitigación para llevar adelante en todo el campus.
“Llevamos cuatro meses haciendo el análisis de un solo edificio (Facultad de Derecho)”, contó Cepparo, y adelantó que están haciendo un trabajo que generará una base de conocimiento aplicable a otras escalas.
“La metodología que estamos desarrollando desde el CIMS es una metodología que es propia: estamos mezclando muchas metodologías para encontrar un producto que nos funcione a nosotros. Si se pudiera hacer extensivo, sería buenísimo, porque podríamos hacer muchas comparativas. Es que, además, elegimos una herramienta de medición que pudiera ser constante en el tiempo. La idea es que surjan proyectos puntuales que, de alguna manera, entren en el plan de obra y se hagan. Con el análisis no basta, hay que hacer para mitigar, para que las acciones de mitigación impacten. La idea no es que plantando arbolitos compenso lo que yo hago, tengo que hacer mucho más eficiente lo que hago todos los días”.
Imagen del estudio de asoleamiento que hizo la CIMS en la Facultad de Derecho. Imagen: CIMS
El camino inevitable de la sostenibilidad
Unidiversidad: Entonces, ¿qué tan complejo es ir hacia la carbononeutralidad?
Paula Cepparo: Es complejo, porque vos podés ser carbono neutral sin haber hecho ninguna acción positiva: podés comprar bonos verdes, podés compensar tu huella de carbono con acciones que hagan los demás. Yo creo que uno tiene que hacer las acciones que le tocan para producir lo menos posible (menos GEI).
U: Durante el Mundial de Catar, hubo polémica por la compra de bonos verdes para compensar el gigantesco impacto.
PC: Es un meganegocio, pero también digo que está bueno, que es una herramienta, pero debería ser la herramienta para quien no tiene otra chance de realizar otras acciones.
Paula Cepparo tiene una amplia formación como arquitecta y ha trabajado en distintos proyectos de sostenibilidad. Foto: Unidiversidad
U: Esto me lleva a otra pregunta más abstracta. ¿Para qué hacemos todo esto? Si el impacto que genera Argentina es del 0,5 a nivel global, ¿qué lugar le toca a Mendoza? ¿Qué responsabilidad le cabe a la universidad? ¿Cuánto de lo que yo hago impacta para combatir el cambio climático?
PC: Creo que la universidad es un lugar muy especial para eso, no solo porque el impacto está en el "hagamos", sino en enseñar. Mucha gente termina dando vueltas por el mundo; yo viví seis años en Estados Unidos, todos vivimos en un mundo global. Vos no accionás solamente acá. Entonces, para mí, el impacto de la universidad es muchísimo más grande porque educa a las personas sobre cómo podrían ser las cosas. De todas maneras, creo que cada uno tiene que hacer su parte. Si cada uno hiciera su parte, no tendríamos estos problemas.
U: En tu experiencia, ya que has trabajado en el sector privado y en la gestión universitaria, ¿creés que estamos obligados a emprender en un marco de sostenibilidad?
PC: Quienes vivimos en Mendoza entendemos la fragilidad del oasis, de nuestro microclima, en una manera muy distinta a cómo se vive en otros lugares. Ya existe una conciencia colectiva con respecto al tema del cambio climático, con respecto a la forestación, a un montón de cosas que en otros lugares se dan por sentadas, y sabemos el trabajo que da. Es cierto que a veces la gente se olvida, pero, colectivamente, creo que lo tenemos muy presente. Entonces, creo que la parte cultural es la más difícil de cambiar, y nosotros, en parte, ya lo tenemos.
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