Trabajo infantil: analizarán la realidad de familias que van a la finca con niños y niñas
Será el eje de una investigación de un equipo de la UNCUYO. Su director, Sergio Reynoso, comentó las etapas y objetivos del estudio, que está en su etapa inicial.
Reynoso explicó que las familias entienden que llevar a niños y niñas a la finca es una forma de protegerlos de otros riesgos. Foto: Télam
Hay niños y niñas de entre meses y 5 años de edad que van a la finca o a las ferias de comercialización de Mendoza con algún integrante de su familia, que entiende que es una forma de resguardo, de cuidado, de alejar los peligros a los que podrían estar expuestos si se quedan en su casa. ¿Cuánto de esta dinámica contribuye a la protección y cuánto a la vulneración de derechos de esas infancias? Esas son algunas de las preguntas que buscará responder un equipo de profesionales de la UNCUYO con una investigación sobre el trabajo infantil centrada en la primera infancia, que está en etapa preliminar.
El equipo presentó el proyecto a principios de 2022, en la convocatoria que realizó la Secretaría de Investigación y Posgrado (SIP). Tendrá un componente teórico, en el que se trabaja actualmente, y uno práctico, con salidas a campo, en el que buscará conocer detalles de las dinámicas que las familias ponen en marcha.
En la Semana Nacional de la Ciencia, el director de la investigación, Sergio Reynoso, docente de la Carrera de Trabajo Social de la Facultad Ciencias Políticas y Sociales, explicó a Unidiversidad que un aspecto central del proyecto es que lo realizarán en conjunto con integrantes de la Dirección de Protección de Derechos, es decir que están en la gestión, y en comunicación y coordinación con entidades de la sociedad civil que se especializan en la temática. Destacó la riqueza de este aspecto distintivo, ya que se unirán los saberes de la academia con la práctica y la gestión.
Reynoso contó que la selección de la franja etaria de la primera infancia no fue al azar, sino que buscaron continuar con una línea de trabajo que sostienen hace tiempo la Provincia y la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia (Senaf). En la investigación, titulada “Adecuación normativa y análisis del impacto de las condiciones y contexto del trabajo infantil en la provincia de Mendoza”, también participan Paula Ligori –como codirectora–, Daniela Torres, Dina Tejerina, Eliana Guillén, Mariela Lucero y Mariela Oviedo.
La hipótesis
El docente comentó que la hipótesis del trabajo está centrada en una realidad que resuena desde hace tiempo para quienes están en contacto con distintas comunidades: que muchas familias llevan a niños y niñas de entre meses y 5 años de edad a las fincas o a los puntos de comercialización, porque entienden que es la mejor forma de resguardo y cuidado frente a los peligros que podrían enfrentar si permanecieran en su casa. Esa situación, explicó el profesor, fue el disparador para conocer esa práctica en profundidad, para saber si esa acción protege o vulnera los derechos de esas infancias y los mecanismos estatales que se ponen en marcha.
Reynoso aseguró que la investigación buscará responder preguntas, analizar las tensiones reales que existen entre exponer a las infancias a los peligros de que estén en un lugar productivo y los peligros que podrían sufrir si se quedaran en casa, desde hechos de inseguridad hasta accidentes.
El profesor explicó que en la investigación también participan integrantes de la Dirección de Protección de Derechos. Foto: Unidiversidad
Repensar conceptos
Reynoso informó que están en la primera etapa de la investigación, en el desarrollo del marco teórico y en la recopilación de antecedentes. Consideró central lograr claridad en los conceptos, porque aseguró que eso facilitará las consultas en el campo.
¿Cuáles son los conceptos que buscan definir o poner en cuestionamiento? Todos, explicó el profesor, incluso el de trabajo infantil, porque aseguró que existe una tensión entre dos paradigmas. Uno, con amplia divulgación, es el institucionalizado y que sigue la doctrina integral de protección de derechos. El otro es la corriente del protagonismo infantil, que propone una recuperación de experiencias de algunas comunidades andinas, donde se piensa a las infancias trabajadoras, es decir que hay un reconocimiento de estas.
El equipo también repasará el marco regulatorio nacional respecto del trabajo infantil, teniendo en cuenta que la normativa prohíbe esta actividad hasta los 15 años, pero, a partir de esa edad, se reconoce el derecho al trabajo adolescente con ciertas restricciones, como que no sea nocturno, que la labor no implique riesgos y que se resguarden sus derechos básicos. Todo este andamiaje jurídico tiene un eje, que es la Convención sobre los derechos de la infancia.
El profesor dijo que el concepto del trabajo está fuertemente imbricado con las actividades propias de la sociedad capitalista, cuando en realidad es una actividad que es propia de la condición humana y que, con el devenir de la historia, se fue complejizando hasta que se acuña la idea de trabajo yugo, con condiciones de explotación en la Edad Media. Y hoy, señaló, el trabajo está vinculado con actividades signadas por un modo de funcionamiento de capitalismo contemporáneo que, en algún momento, se estructuró con base en el estado de bienestar, que era el del asalariado y que hoy está signado por el consumo.
Además del marco normativo, el equipo analizará cómo baja al territorio, es decir, las políticas públicas que se articulan para cumplir con ese andamiaje legal que busca proteger a las infancias y garantizar sus derechos.
El imaginario social
Reynoso explicó que en el imaginario social existen ideas sobre el trabajo infantil que es importante repensar. Una, que genera un sentimiento punitivista, que entiende que esta realidad está restringida a sectores populares y que es parte del circuito de la pobreza; y otra, que naturaliza y hasta celebra esta situación, con las infancias que trabajan en televisión, en teatro, en cine o que están vinculadas a los deportes.
Reynoso consideró que también es necesario rever preconceptos sobre lo que chicos y chicas pueden hacer, según las normativas que los protegen. En este sentido, dijo que un niño o niña puede aprender cuando vuelve de la escuela cómo se arma una silla en el taller familiar, porque tiene el valor de la transmisión del conocimiento, pero que no pueden transformarse en parte de una cadena productiva que implica responsabilidad y tareas que significan riesgos y que vulneran sus derechos.
“La colaboración, la transmisión de conocimiento, es algo distinto a poner a un niño o una niña en el lugar de la producción. En cuanto a la colaboración, también tienen que ver con la responsabilidad que implica la tarea. Por ejemplo, un adolescente puede cuidar a su hermano, pero un niño de 8 años no puede, porque no están dadas las condiciones subjetivas ante una contingencia. Sin embargo, existen tareas y responsabilidades que tienen que ir tomando y tienen que ver con la autonomía: poner la mesa, lavarte el plato y, cuando sea más grande, hacer la comida. Lo importante es ver en qué condiciones y en qué momento de su desarrollo se hacen determinadas acciones”, afirmó.
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