Todos contra todos en la oposición nacional
Por Roberto Follari, epistemólogo, docente y doctor en Psicología.
Foto publicada por NA
Los enfrentamientos en Juntos por el Cambio -o como hoy se llame- están alcanzando una cúspide inesperada. Nos habíamos acostumbrado a conflictos en el oficialismo, que hemos registrado a menudo en estos años: pero los de la derecha política, se mostraban en sordina o eran disimulados por la TV. En cambio, ahora vimos a Majul, alguna vez, decir lo verdadero: “En JxC se pelean igual que en el kirchnerismo”, aventuró, para luego tratar de corregirse. Y, en verdad, estamos asistiendo a verdaderos records de ataques, operaciones y reproches mutuos.
Grotesca fue la pretensión -aunque insistente- de decir que era Macri quien ganó en Neuquén, cuando el ganador fue un inédito partido local. Tan “macrista” era esa agrupación, que iba junto con el Movimiento Evita de Pérsico -miembro del gobierno nacional- y junto al Frente Grande, aliado histórico del peronismo. El gobernador electo Figueroa se encargó de que Macri no apareciera por Neuquén, y a Bullrich directamente le dijeron que no tenía nada que ver. Un sector del PRO apoyó al ganador: como los lemas fueron diferenciados, se pudo medir que aportó sólo 4 puntos de los 35 que logró el conglomerado vencedor: y además Juntos por el Cambio fue aparte y tuvo muy pobre desempeño, con apenas 3 puntos. En una palabra: ganó una alianza local, en la que hubo pequeños aportes de sectores tanto del gobierno nacional, como de JxC.
Lo mismo sucedió en Río Negro, donde la amplia victoria del ex gobernador Weretilnek, se hizo con una heterodoxa unión con sectores de la Cámpora por un lado, y de la UCR por el otro. También allí, aportes del peronismo y de JxC fueron parte minoritaria de quienes triunfaron, si bien no estuvo el PRO.
En vez de cantar victorias inexistentes, la tv opositora -esa amplia y hegemónica gama que casi monopoliza la imagen política en nuestro país- debiera tomar seria nota de que en ambas provincias, “la grieta” fue abandonada. Ganaron alianzas provinciales que mezclaron ambos lados de la confrontación nacional, esa que empieza a aburrir a millones de argentinos.
Lo cierto es que Macri apoyó a Figueroa contradiciendo la decisión de JxC neuquina, la cual tuvo sus propios candidatos. Situación que le quita autoridad al ex presidente para decir algo de Mendoza, donde un dirigente del PRO como De Marchi, se aparta de las decisiones orgánicas de su partido, y se lanza de candidato “motu proprio”.
Dicen que algunos sectores del peronismo podrían ir con él, pero parece problemático. De Marchi llevaría en su boleta a Milei, quien declara que dinamitará el país, cerrará el Banco Central y eliminará la moneda nacional: un programa ultraliberal que es una especie de caricatura agigantada de añejos sueños antiperonistas.
Mientras, la pelea de Macri y Bullrich contra Rodríguez Larreta por las elecciones en la CABA alcanza ribetes apocalípticos: se cortó solo, no consultó, abandonó los acuerdos, hace lo que jamás hizo JxC, Larreta es un kirchnerista de buenos modales, y parecidos ataques -por disparatados que puedan resultar- se hacen contra el alcalde de la Capital. La tv jugó, monolítica y brutal, a favor de Macri, e hizo sentir al díscolo el rigor de haber dejado de ser de los elegidos: el alcalde estuvo al punto de las lágrimas tanto en TN como en La Nación+, donde indisimuladamente intentaban doblegarlo a toda costa, encontrando el muro de la palabra larretista. “Estamos cumpliendo con la ley” y “La boleta única fue siempre bandera de JxC” fueron el refugio discursivo encontrado, en medio de la andanada monótona de ataques políticos y mediáticos. La tv, como siempre, se olvidó de que debiera simular alguna objetividad y ecuanimidad, para en cambio jugar como agentes políticos tenuemente encubiertos, lanzados sin límites a atacar a un Larreta percibido como “rebelde”, al que hay que disciplinar a cualquier precio.
La jugada del alcalde, hay que decirlo, pone en peligro la supremacía histórica del PRO en la CABA, al ofrecer iguales chances a Lousteau y la UCR. A cambio, se garantiza el apoyo de los radicales -con su sempiterna vocación de subordinarse al PRO- en todo el país, lo cual es imprescindible para un partido de poca instalación nacional como el de Macri.
En parodia hacia esa UCR situada en la bruma del recuerdo, quizá ahora el PRO se doble pero no se quiebre. Habrá que verlo. Mientras su competidor Milei muestra fracaso tanto en Neuquén como en Río Negro, algunos dirigentes nacionales de JxC parecen empeñados en dar al excesivo personaje de la peluca, más votos de los que hubiera esperado.-
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