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23 DE DICIEMBRE DE 2024
Por Roberto Follari, doctor en Psicología, epistemólogo y docente.
En Argentina, la derecha nunca se nombra a sí misma como tal. Alsogaray formó la púdica “Unión del Centro Democrático”, y el criminal Massera se dijo socialdemócrata. Lanusse se calificó “de centro-izquierda”, y así siguiendo. No es como Chile, donde la derecha se llama “derecha”. Por ello, no esperamos que Cambiemos, Juntos por el Cambio o la denominación que se elija, se asuma como la derecha en Argentina. Pero no hay otros que ocupen ese espacio: basta con preguntar a quienes no quieran la denominación, quién sería entonces la derecha.
Lo cierto es que hoy ese conglomerado político es oposición, al haber perdido las elecciones por claro margen. Y ha decidido ser oposición abrupta y confrontativa, a tal punto que cierto resentimiento se destila en relación a lo decidido por el electorado.
Pero lo principal a preguntarnos es: ¿a dónde nos lleva ese oposicionismo? ¿Se da porque ese sector político tiene un plan, es que piensa sacar al país de la postración de mejor manera de cómo lo intenta el gobierno actual?
Para quien esté en política, la respuesta es obvia. No ha habido en la actual oposición (alianza de PRO con UCR y Coalición Cívica) ninguna asunción de que estamos en emergencia nacional. Reconocerlo, sería reconocer la responsabilidad que le cabe a su propio gobierno: él nos llevó al 54% de inflación, 40% de pobreza, y 200.000 nuevos millones de dólares de deuda. Una condición cuasi/terminal, para salir de la cual se requieren tino, voluntad política, capacidad nagociadora, e incluso paciencia histórica.
¿Sabe Cambiemos cómo sacarnos de la crisis a que llevó al país? No puede saberlo, si ni siquiera reconoce tal crisis, y más aún su propia responsabilidad en ella. No hay una sola idea de qué hacer con la deuda que ellos mismos tomaron; cómo negociar favorablemente con un FMI al cual se doblegaron, cómo sostener a los más pobres en una condición de enorme baja del PBI. No hemos escuchado una sola noción seria de qué hacer, cuando el país más que nunca requiere de acuerdos políticos que nos salven de un quiebre sin retorno.
Dedicarse a poner los máximos obstáculos al actual gobierno, sería propio de quien tuviera capacidad para proponer algo mejor que éste. Pero no es el caso: el establishment argentino sabe corroer y destruir, pero no tiene idea de cómo construir. Los últimos 4 años lo han mostrado.
El bloque económico dominante en Argentina, se niega a ser bloque dirigente. No tiene plan estratégico. Ha dejado un país quebrado como legado, y –con honrosas excepciones- parece dispuesto también a impedir que otros traten de mejorarlo.
Y nos han dejado al borde del abismo. Con un obstruccionismo infantil, parece que hay quienes quieren que caigamos definitivamente.
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