Todas las historias, aún las más difíciles y trágicas, tienen un punto de lucidez. En el caso de la desaparición de Johana Chacón, la grieta por donde la luz se filtra y lo ilumina está compuesta por el grupo de compañeros y compañeras de la niña desaparecida, y Silvia Minoli, directora de la escuela Virgen del Rosario, de Lavalle, a la que ella asistía.

Desde este lugar, la tragedia de la que pudo haber sido víctima Johana tiene algo para enseñar. La lucha de la directora y de los adolescentes para encontrar respuestas, su abnegación, su tesón, el hecho de no bajarse nunca del reclamo y de la esperanza, es de lo que se puede aprender. Aunque el final no sea el que esos chicos y esa maestra esperaban, ya que lo que querían era volver a verla. Sin embargo, se merecían una respuesta a su incansable lucha.

Silvia está triste. Pero entera. Sorprendida, pero segura de haber hecho lo correcto. “Voy a atender a todos los periodistas que me llamen, porque ustedes también han participado en esto”, comienza diciendo, amable, como ha sido siempre. “El día de hoy es muy groso para nosotros. Estamos shockeados pero entendemos que era una de las posibilidades. El fiscal Santiago Garay nos lo había advertido. Podía pasar. Nos lo podíamos imaginar, pero nosotros queríamos encontrarla viva”, suelta.

Para ella, para sus alumnos, para sus demás compañeras docentes, siempre hubo una esperanza y un "no". En el “no” era donde se instalaban las sospechas acerca de que Beatriz, hermana de Johana y expareja de Mariano Luque, hoy detenido e imputado por el presunto asesinato de la niña de 13 años, sabía más de lo que se animaba a confesar. “Me siento mucho más tranquila ahora que Beatriz se animó a hablar. Tal vez haya estado amenazada, tal vez tenía miedo. No lo sabemos. Tampoco sabemos por qué lo hizo ahora y no antes. Lo importante es que lo hizo y que a través de su confesión pueden esclarecerse dos posibles femicidios”, se reconforta.

Silvia se refiere a Johana y a Soledad Olivera, quien desapareció en noviembre del 2011, cuando fue hacia la finca en la que vivía Luque, con quien tenía una relación. En el 2012, y en la misma finca, fue vista por última vez Johana. Una y otra historia se reúnen en un punto en común: la persona de Mariano Luque.

“Creo que estamos cerca de llegar a la verdad. Esperemos que se esclarezca definitivamente, la comunidad entera pide por esto”, aseguró la docente.

Si bien está reconfortada por esta confesión, también se muestra conmocionada. “Hay que procesar esta nueva versión de la historia y prepararnos para hacer el duelo. Se lo merece Johana, se lo merece Soledad, y se lo merece la comunidad de nuestra escuela, por la lucha. Nosotros sospechábamos algo porque la hermana (Beatriz) nunca nos acompañó en las marchas ni en los reclamos. Nos parecía extraño. De todas maneras hay que ser cautelosos, porque ella también puede ser una víctima”, manifestó Silvia.
 

La lucha continúa

La escuela Virgen del Rosario, de Lavalle, ya despertó de ese letargo que implica no involucrarse. Y ya no solo pedirán y reclamarán por estos dos casos, sino que ellos serán una bandera para reclamar justicia por muchos casos de femicidios y de violencia de género que no se denuncian. Así, Silvia y sus alumnos están preparándose para la marcha del 25 de noviembre, fecha en la que se manifestarán distintas agrupaciones y también la ciudadanía en general por estas causas.

“Es bueno que las mujeres se animen a hablar. Johana era apenas una niña, por eso estaba más expuesta, pero hay que ser valiente y salir de estos círculos perversos. Esperemos que esto sirva para que otras mujeres denuncien”, cierra.

Repasá acá todas las notas del sistema de medios de la UNCUYO sobre Johana Chacón y Soledad Olivera.