El Estado argentino anunció la semana pasada  que pasaría a controlar con Arsat el 20,1% de las frecuencias del espectro radioeléctrico disponible para las compañías de telefonía celular; después de los fallidos intentos por licitar esa parte del espectro que dejó libre la compra de Unifón por parte de Telefónica en el 2005. Más concretamente el Estado pasa a explotar una buena parte de la porción de los activos que tiene el país para desarrollar las futuras y apetecibles redes 3G que son sumamente rentables para ofrecer servicios de valor agregado en un mercado saturado como el actual argentino.

Aunque no es natural representarse cómo estas medidas impactarán en el día a día del consumo doméstico de los usuarios del país, resulta en principio una buena noticia que el Estado se apropie de un recurso finito como son las frecuencias de onda del espectro radioeléctrico; el desafío que ahora tienen por delante los actores de este proyecto es poder llegar a ofrecer las condiciones legales, financieras y de infraestructura para que las cooperadoras, sindicatos, pequeñas y medianas empresas gestionen clientes y puedan dar servicios de datos sobre este espectro de radiofrecuencias.

El actor clave para gestionar esto es Arsat, la empresa argentina de soluciones satelitales de capitales argentinos que ya cuenta con la gestión de la estaciones base de transmisión para la TDA (Televisión Digital Abierta) y se encuentra desarrollando un centro de datos de importante envergadura en Benavidez; a la vez es quien gestiona el despliegue de la Red Federal de Fibra Óptica que implica expandir en 30.000 km de fibra óptica en todo el territorio argentino.  Arsat funciona como la pata tecnológica del Estado argentino y sería natural que sea el que disponga de los activos y la administración de esta cuota de espectro. 

Desafíos para el mercado argentino

Actualmente el mercado argentino se encuentra saturado debido a que posee más teléfonos que ciudadanos; con esto, una buena parte de los argentinos debería estar caminando con un teléfono de cada lado de su cabeza y a menudo es lo que pasa.

Un mercado saturado implica tener que generar otros servicios que sumen valor a esta saturación. Esto explica la sobreabundancia de oferta de servicios como Whatsapp (un servicios de mensajería por la red de datos multiplataforma), Facebook, Twitter, etc., que vienen a adornar una oferta muy ajustada y algo asustada por algunos avances regulatorios que dejarían menos cautivos a los usuarios. Una muestra de esto es la portabilidad numérica que a principios de este año se instrumentó para todo el país, con esto los usuarios pueden poseer sus números telefónicos sin importar con qué operadora tienen contrato. La medida ha estado implementándose con algún éxito pero sin que se produzcan las temidas "corridas" y sí una oferta un poco mejor que la inercia del mercado.

Si estos avances se sostienen con políticas y planes de fomento que busquen ofrecer servicios que no tengan como objeto sólo la rentabilidad corto placista, se puede pensar en terminar de cubrir zonas oscuras de cobertura en todo el país, conseguir mejores abonos o desarrollar la posibilidad de nuevos operadores que se asienten sobre la infraestructura que brinda el Estado. 

Una alternativa para esto que funciona en buena parte del mundo es desarrollar la posibilidad de los OMV (Operadores Móviles Virtuales) cuya virtualidad se basa en que ofrecen servicios sobre la infraestructura física de otras empresas con un precio mayorista regulado.

Hoy si se estudia el norte tecnológico planteado por el Gobierno con sus programas de Red Federal de Fibra, el planeamiento de ARSAT, la gestión de activos nacionales en todo el país para dar servicios de TDA, y ahora la posibilidad de explotación del 20% del espectro de onda; se puede fantasear con la posibilidad de tener un operador disruptivo como el francés Free que ofrece a sus clientes llamadas ilimitadas en toda Francia, Canadá, EE.UU. y 40 países más; SMS y MMS ilimitados en Francia; acceso a las zonas Free Wifi gratis; tethering abierto (posibilidad de tomar 3G y dar wifi como un punto de acceso móvil - este servicio a veces se cobra extra); todo esto por menos de $150 por mes (20 euros) y sin contratos leoninos de ningún tipo.