Tecnologías de Comunicación y fabricación de los sujetos hoy
A continuación un Imperdible diálogo con Omar Gais, director del Proyecto “Tecnologías de comunicación, cultura mediática y fabricación del sujeto", de la Secretaría de Ciencia Técnica y Posgrado (SeCTyP-UNCUYO). El docente analiza la configuración de las sociedades del presente a la luz del impacto que las nuevas tecnologías poseen sobre nuestras vidas.
-¿Por qué razones investigar y hacer docencia sobre comunicación?
Yo vengo de filosofía y puede decirse que no hubo una elección… Sí, sé que no hubo una elección controlada respecto a esto. Me gustaría decir, borgeanamente, “la puerta elige, no el hombre”. Yo “caí” aquí. Cuando terminé la carrera de filosofía, tuve las becas de Conicet sobre filosofía de la ciencia y epistemología, por ese lado entré en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales. En esta facultad trabajé en epistemología, y después se abrió esta posibilidad. Afortunadamente la tomé y encontré un campo de trabajo muy interesante, con temáticas que me parecen de gran interés intelectual y social.
-¿Y por qué creés que tienen trascendencia social estos fenómenos de la comunicación, qué importancia social tienen?
Una cuestión me parece muy visible: es que el hecho comunicacional es constitutivo de lo social; si no hay comunicación no hay sociedad. Pero asistimos a una situación especial en la que la comunicación es en buena medida tecno-comunicación, está tomada, diríamos, capturada, en una altísima proporción, por una mediación artificial de aparatos técnicos, a su vez controlados o habilitados por empresas comerciales y en un océano de publicidad; es decir, mediación técnica y mediación económica, de manera que, con toda naturalidad, se puede pensar que hay modificaciones importantes en la comunicación social.
-¿Qué modificaciones?
Modificaciones de todo tipo. Hay quienes dicen que no existe dimensión de la vida humana que no esté tocada por este fenómeno de la comunicación mediática. Yo creo eso, sin ninguna duda, y creo que este contacto de la vida social, y de la vida personal, incluso en los aspectos más íntimos, por el hecho de la mediación técnica y la económica, es en muchos casos deletéreo, es perjudicial en muchos aspectos que en lo individual y en lo colectivo hasta ayer creíamos buenos.
-Qué raro, generalmente se dice que con un aumento de comunicación, de la circulación de la información, se podrían tomar mejores decisiones y así dirigirse a un funcionamiento más adecuado de lo social, es decir: a mayor cantidad de medios mejor sería la sociedad.
Efectivamente, circula más esa idea que la otra. De hecho, hay quien se admira de la rapidez con que esas expresiones “sociedad de la información”, “sociedad red”, “sociedad del conocimiento”, se han impuesto y circulan por los medios masivos y los interactivos. Y claro, muchos menos o nada circula alguna idea crítica de eso. Muere Steve Jobs y la prensa lo declara un ¡Da Vinci del siglo XXI!
-¿Y qué problema hay con eso, con la idea de una sociedad abierta, de la información?
El problema es que no es cierto. El problema es que mayor posibilidad técnica de comunicación e información no es sinónimo de mejora del funcionamiento individual de cada uno de nosotros ni tampoco es sinónimo de superación de problemas sociales, del conflicto social. La idea de transparencia de lo social, en el sentido de una sociedad reconciliada consigo misma, de ningún modo puede venir por el hecho de la mediación técnica, por cuestiones de la técnica misma, de los aparatos y por el hecho que mencionábamos hace un momento: la circulación de información y comunicación por los medios masivos no es neutral, en absoluto, está mediada por empresas, por grupos económicos que tienen intereses explícitos de manera que es muy ingenuo pensar que lo que se selecciona para que circule prioritariamente por esas redes --hablo tanto de medios masivos, es decir uno-muchos, cuanto de interactivos como la computadora, teléfonos inteligentes, redes sociales, etc.-- lo que se selecciona, digo, para que circule por ahí está lejos de serlo por criterios de superación del conflicto social, de bienestar general, etc…. Habría que agregar a eso que expresiones como “sociedad de la información” no son transparentes o inocentes en absoluto. Es el lenguaje de organismos internacionales como la UIT, OCDE, OMC, BM, de las reuniones CMSI --dos por lo menos en los 2000-- en las que la expresión “sociedad de la información”, y otras semejantes, todos los sintagmas que se usan para calificar a las sociedades actuales a partir del fenómeno información/comunicación, están ancladas en u originadas por esos organismos económico-políticos con un interés específico que de ninguna manera es un interés de transparencia social, que supone flujos no equilibrados de información entre el Norte y el Sur, que no distingue deliberadamente entre acceso y participación, que propugna un impecable free flow of information en los papeles que se vuelve intercambio muy desigual en los hechos, en fin…
-¿Cómo puede darse esa inversión?
EEUU tiene el sistema GPS (recién ahora Europa inaugura su sistema de posicionamiento propio, el Galileo, demorado por los norteamericanos), es dueño de facto de Internet (principales motores de búsqueda, routers, 70% de los sitios, el código Ipv4, la ICANN), hace orbitar doscientos satélites de comunicación y espionaje, despliega desde el 11S, amparado en la Patriot Act, los sistemas de espionaje Echelon, Fluent, Carnivore y Oasis; con sus potencias asociadas fabrica el 85% de los despachos de agencia (40 millones de palabras por día), el 70% de la producción televisiva, el 80% de las inversiones publicitarias en medios, el 75% de los largometrajes y el 90% de las tecnologías de comunicación. ¿Libre flujo de información? En los hechos, es un chiste.
-¿Qué estás investigando ahora, puntualmente, en el campo de los estudios de comunicación?
Estamos estudiando –me refiero a un equipo de investigación en la FCPyS, pero también es una búsqueda personal, por supuesto-- la cuestión de la cultura mediática. Nos preguntamos si se ha constituido ya algo así como una “cultura” con rasgos específicos diferenciados de otras formas culturales reconocidas, y que tiene aspectos perjudiciales para una figura moderna de “sujeto”; si querés, el sujeto de la Ilustración o del humanismo. No es que esto último carezca de crítica, pero lo tomamos como modelo contra el cual pensar los efectos de la cultura mediática.
-¿Qué rasgos tiene esa “cultura mediática”?
Es ante todo audio-visual, la imagen por encima del texto, el signo indicial o icónico circula más y mejor que el simbólico, por decirlo con la clasificación Peirce. Se vuelve excluyente la dimensión de entretenimiento y diversión; eso significa velocidad, fragmentación, levedad, fluidez, sorpresa, novedad, sólo lo que saque a la percepción de su rutina …y el umbral está cada vez más alto. Esto socava sistemáticamente lo que hemos creído que es trabajo necesario para formarnos como seres humanos, el aburrimiento aparece como una categoría pedagógica, política incluso; se debilita la formación del ciudadano que aparece como figura deseable en todas las declaraciones de derechos que conocemos. El sujeto, cada uno de nosotros, sufre un proceso de “desimbolización”. Ni el sujeto crítico kantiano, ni el neurótico (culposo) freudiano: seres humanos lábiles, autorreferenciales, sueltos de sostenes institucionales o de tradiciones y, por eso mismo, vulnerables a las verdaderas ataduras de la técnica y el mercado. Un consumidor dócil. Si esa cultura está ya constituida como tal, es decir, si vamos un poco más allá del hecho cotidiano y banal de usar todo el tiempo tecnologías de comunicación, lo novedoso sería que nuestra relación con los instrumentos no resultaría ya una relación “instrumental”.
¿Instrumental?
Vivimos en una situación tal que nuestra relación con la técnica, con los aparatos de comunicación particularmente, ha cambiado respecto de un pasado no muy lejano, ya no los utilizamos como “instrumentos”, determinando nosotros los fines para los cuales los usamos. Dejamos de ser “sujetos” (fundamento) y los instrumentos dejan de serlo. Los instrumentos dejan de ser instrumentos y nosotros ya no somos aquel que está en control o en libertad para elegir el instrumento para los fines que libremente y previamente y por fuera de la técnica (y el mercado) ha elegido.
Lo cual remite al gran tema de la técnica. Las técnicas no son neutrales, tanto por su origen cuanto por su performatividad. Y la relación naturaleza/técnica hoy se ha invertido en referencia a la antigüedad clásica o la primera modernidad europeo-occidental. El crecimiento cuantitativo convierte a la naturaleza en enclave de la técnica y no al revés. Pero hay que sumar la sofisticación, el cambio cualitativo: pasamos de una tecno-ciencia prometeica que expande capacidades humanas ya existentes a una que modifica lo humano. Umberto Galimberti contra Descartes y su larga descendencia: “la técnica fabrica al sujeto que la fabrica como objeto”.
-¿Cómo juntar tamaña problemática con el distraído que cruza en la esquina, celular en mano? ¿Hablamos de aparatos en general, de aparatos de comunicación, de lo que circula por ellos o de todo eso a la vez?
Mirando teléfonos inteligentes y televisión encontramos que había conexión sustantiva con el stent (vena artificial) o la clonación, y, así, una cantera antropológico-filosófica profunda. Está en juego lo que somos, el distraído, el protésico, Dolly. Por eso tenemos sobre la mesa el debate humanismo (anti-humanismo)/pos-humanismo, la “función antropológica del Derecho”, el “declive de las instituciones” y lo ya mencionado. En ese conjunto recortamos las máquinas de comunicar y los “contenidos” que ellas vehiculizan.Al respecto se puede preguntar si los contenidos de la cultura mediática de la que hablamos son inherentes a los aparatos. Se diría que, en principio, no, en grueso no. Pero hay, lo digo como ejemplo, un estudio reciente que muestra los cambios en el uso del tiempo de ocio, en relación con las modificaciones del trabajo, la urbanización y las nuevas plataformas de acceso remoto y móvil, en referencia a los “nativos digitales”. Conforme al autor ahí hay un “nicho”, una “demanda” que promete consumidores. ¿El producto?, “píldoras audiovisuales” en los soportes más avanzados. Por lo tanto, lo que sea que pueda convertirse en un video va ser un video, y va a ser colgado en plataformas como YouTube, y eso exige que tenga una duración de 5 o 6 min. Por lo tanto, la producción de contenidos va a ser audiovisual, corta, divertida, etc. Tenés entonces una relación, no sé si decir de inherencia del contenido con el soporte, pero casi.
La presunción es que hay algo así como una cultura mediática, que no ofrece ese uso libertario del sujeto y el instrumento, sino que, como dice el italiano Galimberti, no permite más que entrar y tomar parte, es decir: ajustarse a las reglas que el aparato tecnológico y la cultura mediática pone. Y si no queda otra que entrar y tomar parte con esas reglas, evidentemente el hombre ya no es el dueño de los instrumentos, el que elige los fines a los que apunta y para eso se sirve del aparato como instrumento, sino, dicho provocativamente otra vez con Galimberti, pasa a ser un “funcionario de la técnica”. El conjunto de la técnica, de los aparatos, habría configurado ya un mundo; el conjunto de los productos que circulan por las tecnologías de la comunicación y la información mayoritariamente también. Si esto es así, nosotros estamos inmersos en un ambiente y no sueltos para usar instrumentos según nuestros deseos.
-En ese ambiente, por lo que acabas de decir, no habría libertad posible…
La posición más honda, la más dura, efectivamente, por lo menos teme esta situación y alerta para que trabajemos ya en función de que eso no pase. Porque efectivamente no habría libertad. Pensá en esta obsesión en la cabeza de Occidente desde, por lo menos 1820, si yo no recuerdo mal, la fecha de Mary Shelley, de Frankenstein: el instrumento creado por el hombre, la criatura se autonomiza y toma el control. Es una fantasía todavía que, como digo, obsesiona a la literatura y al cine, desde allá. Y hoy hay una cantidad de producciones de las cuales quizás la película Matrix haya sido una de las más, no sé, elocuentes respecto de esta situación, en la que el crecimiento cuantitativo primero y cualitativo luego del cambio de los instrumentos en esta otra cosa que es un ambiente técnico dentro del cual solamente se pueden alcanzar las cosas que se buscan, efectivamente, elimina la libertad. Por lo tanto, la concepción del hombre, del sujeto del humanismo evidentemente está afectada. Y Ahora dicho en términos un poco menos dramáticos y pensando en las producciones de la cultura mediática que son las que más circulan en las pantallas tradicionales y en las nuevas más chicas de tu teléfono inteligente. Para desdramatizarlo un poco, aunque en el fondo se apunta en la misma dirección, es el hecho de que la gente se está formando en este ambiente. Desde los más jóvenes a los más viejos hay acceso e intercambio muy frecuente con ese tipo de plataformas y por tanto acceso a esas informaciones/comunicaciones y por lo tanto, un entender la vida, el mundo, las personas, el significado de ser joven, ser mujer, ser trabajador, etc., desde las lógicas de esos productos. Películas como la que mencioné, series como Los Simpson y otras … un modo de comprender aspectos particulares de la realidad y el conjunto de la realidad que estaría configurado en esa cultura mediática que tiene más poder que cualquier formación institucional seria hoy, para las mayorías. Y probablemente incluso, para las minorías ilustradas también es peligroso, porque evidentemente son las paredes de las instituciones tradicionales las que se vuelven porosas respecto de estos modos y no al revés.
-¿A qué te referís con “instituciones tradicionales”?
Escuela, familia, trabajo, sindicato, política, justicia, policía, etc.
-¿Cómo ves la relación de la escuela con las tecnologías?
Mal, si no se advierte este juego que pone, sin ninguna duda, en situación perdidosa a la escuela respecto de las culturas mediáticas. Lo que desde hace cien o ciento cincuenta años venimos creyendo que es valioso en la formación de los seres humanos está en peligro. Y no está en peligro por otra forma responsablemente en competencia con esa. Digamos, no es una iglesia contra otra, no es la política contra la filosofía. Es una visión de modelos, valores, modos de ser humano contra otra que está sostenida por intereses económicos --no querría ser vulgar pero esto no se puede dejar de decir-- y que produce sus productos en términos de la mayor audiencia, es decir, de lo que puede ser consumido, decían los teóricos de Frankfurt y los norteamericanos críticos de la época, “como un helado”, sin el menor esfuerzo, es decir, en términos de divertimento, diversión, entretenimiento. Es una visión que para esta criatura que somos los seres humanos es más agradable evidentemente que la otra porque es descendente y la otra, la de la escuela, es ascendente. Ramonet dice, por ejemplo, que “informarse fatiga”, que comprender, pensar, reflexionar, razonar, fatiga; fatiga salirse del mundo que oponemos a la información y que es el de la comunicación, en el cual ponemos todos estos productos que demandamos y que nos responden en términos de simpatía y seducción.
-¿Cómo es esa distinción información-comunicación?
Nosotros trabajamos sistemáticamente esa idea de que comunicación e información aunque estén siempre juntas no son lo mismo. Retenemos la idea de información exclusivamente para el tipo de enunciado lingüístico que refiere a un rasgo del mundo, a un acontecimiento como para representarlo en términos racionales con el menor uso de recursos comunicacionales, que son, y esa es la comunicación, los que establecen el vínculo y lo sostienen. Es una descripción muy jugosa, porque si vos pensás en términos de la televisión, por ejemplo, en la extensión de la programación televisiva, el momento fuerte de la información, que es el noticiero, tiene un 70%, un 80% de comunicación y un 20% de información. Es decir, la comunicación recoge, contiene, todos estos aspectos que no son el enunciado referencial que busca objetividad, sino que se refiere a todos los recursos de vínculo, contacto, simpatía, seducción, atracción que los seres humanos desplegamos y requerimos. Por tanto, si planteás esa distinción que, repito, me parece muy jugosa, la cultura mediática estaría casi por entero en el ámbito de la comunicación. En cultura mediática reúno el cine de entretenimiento, las series de televisión, los talk shows, los videos colgados en diversas plataformas, que en cinco minutos quieren producirte un sobresalto, quieren tu atención compitiendo con siete mil productos más de otras tantas pantallas. En este mundo, claro, situado en el campo de la comunicación, los seres humanos estamos tomados más fácilmente que en el otro, el de la información.
Para cerrar con lo dicho anteriormente sobre las instituciones: la escuela, en principio, como institución educativa, formadora de seres humanos con tales y cuales objetivos, etc., en sus mejores momentos al menos, se inscribe en el ámbito de la información. No porque descuide lo otro y no lo atienda, sino porque apunta a formar a un ser humano con los rasgos, digamos, de la Ilustración y el humanismo; como un ser racional, responsable, que usa su cabeza con cierta independencia, autonomía; que se pretende que sea un buen ciudadano, colaborador con los demás para mantener el vínculo social, etc. Y en el otro caso está todo lo contrario.
-¿Ese “todo lo contrario” sería el impacto de la cultura mediática sobre la persona?
Diría sí, pero cambiá la metáfora: no hay impacto de algo que viene desde fuera, hay un ambiente dentro del cual estamos. Pensá en el día que tiene un joven, estudiante de escuela primaria o secundaria, un adulto incluso…pensá en el trato que tenemos continuamente con pantallas, sean las más viejas, sean las más sofisticadas, y con lo que circula por ellas mayoritariamente, al menos para la mayoría de la gente; todos esos productos se inscriben en las formas de entretenimiento y diversión mencionadas. Y ya no se despliegan separando momentos temporales en el día de alguien: serios y de tiempo libre. Atraviesan esa frontera, tanto en el trabajo como en la escuela se consultan los teléfonos celulares, etc., que “abren al mundo”. Se acabó el “santuario”.
-Pensaba que la ruptura de fronteras puede leerse de otra manera, porque el espacio del ocio se ve invadido también por el trabajo.
Efectivamente. Ahí también hay cifras, la gente que tiene Black Berry trabajaría un 27% o un 37% más que un trabajador en condiciones similares que no tiene ese dispositivo. Como dijiste, también el tiempo de ocio es permeado por el trabajo. Son situaciones que permite la nueva tecnología. Tenemos armas contra eso, pero estamos dibujando el contorno general de lo que llamamos cultura mediática.
- Decís “tenemos armas”… ¿contra la cultura mediática?
No…ahí es más difícil. Me refería específicamente a esa invasión del ámbito íntimo por el trabajo. Pensaba en el libro de Alain Supiot, Homo Juridicus. Él, como jurista especialista en derecho del trabajo, plantea que el derecho precisamente tiene que funcionar como una estructura mediadora de situaciones que hacen posibles las nuevas tecnologías, protegiendo valores que siguen pareciendo defendibles. Por ejemplo, la limitación del tiempo de trabajo.
Pero hay algo en lo que quiero insistir, además. Un bloque fundamental de nuestra investigación, y de mi personal interés, es la cuestión de la subjetividad. Ahí tenemos una cantidad de líneas abiertas, con pensadores del presente. Son perspectivas diversas, en conflicto. Pero más allá de eso, seguimos ciertos trabajos y autores que, después de las críticas de las filosofías del siglo XX, del estructuralismo y del posestructuralismo a la idea de sujeto, todavía defienden --pienso en el italiano Remo Bodei-- una idea de sujeto, no un retorno al sujeto de filosofías que fueron criticadas por los “maestros de la sospecha” y sus seguidores y otras formas de pensamiento filosófico y antropológico, no para recuperar aquel sujeto --lo cual sería una tontería insostenible, me parece-- sino para pensar cierta forma de la subjetivad que persiste y resiste, y que da cuenta de o puede sostener un pensamiento crítico respecto del impacto de las nuevas tecnologías, de las nuevas formas de cultura…
-¿Pero cómo es que resiste esa subjetividad, si es que está en un “mundo” respecto del cual sólo puede tomar parte?
Evidentemente ese sistema cultural que llamamos cultura mediática no es exhaustivo todavía. Pero Bauman, por ejemplo, confronta Inglaterra con Corea del Sur, y dice que en términos de tecnología, Inlgaterra está en la edad de piedra. Diferencia que me llama la atención; no sé si es sostenible, pero eso dice Bauman en uno de sus últimos libros. Entonces eso que llaman la ciber vida, la vida de las redes, en Corea del Sur por la difusión y la expansión de las redes y de los mundos culturales ligados --por ejemplo, las redes sociales-- habría que pensar un sujeto lamentablemente casi por entero construido ahí adentro. Bauman dice que hay una distancia importante de Corea del Sur respecto a un país europeo . Nosotros podemos pensar, involucrando nuestras latitudes, que eso todavía no tiene tal dimensión aquí. No sé, de hecho, ahora estamos aquí hablando críticamente del tema y leyendo autores muy críticos. Por algún lado, evidentemente, hay fisuras que lo permiten.