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05 DE DICIEMBRE DE 2024
En 2014, el recordado intendente de Capital, que nunca pudo ser gobernador, le delegó al hoy sucesor de Cornejo todo el poder en su Municipio.
Víctor Fayad y Rodolfo Suarez. Foto gentileza Archivo Prensa Municipalidad de la Ciudad de Mendoza
Era una templada tarde de mayo de 2014. En una cafetería de la esquina de San Lorenzo y San Martín, en el centro mendocino, este comunicador -en ese tiempo periodista de diario Los Andes- y el entonces presidente del Concejo Deliberante de la Capital, Rodolfo Suarez, se encuentran “para hablar de política”.
En realidad el tema era la mala salud del intendente, Víctor Fayad, y su decisión de ubicar a Suarez a cargo de la Intendencia. “Va a ser el heredero”, no dudó en asegurar el Viti al cronista. “Y sí... Él quiere que sea yo. Somos amigos y vamos a hacer lo que mejor se pueda”, expresó el concejal, no muy convencido de lo que se venía.
A los pocos meses, el recordado intendente se rendía ante el cáncer de mediastino y Suarez se hacía cargo formalmente de uno de los emblemas radicales de Mendoza: la Intendencia de Ciudad.
El tiempo diría que ese edil con poca experiencia en cargos electivos -aunque con una larga historia política- empezaba a andar un exitoso camino que lo ubicaría, cinco años después, en el máximo cargo local al que un mendocino puede aspirar: gobernar la provincia.
Pero a la vez, iniciaba el camino que el propio Viti había querido andar pero que nunca pudo terminar.
Fayad siempre quiso ser gobernador. Era su obsesión. Lo intentó dos veces en las urnas, en 1991 y en 1995. En ambas perdió frente a peronistas. En la primera, Rodolfo Gabrielli aprovechó el viento de cola de José Bordón y “el equipo de los mendocinos”. En la otra, Arturo Lafalla le birló esa posibilidad, en pleno auge nacional del menemismo.
Sin embargo, el Viti demostró sus ambiciones desde otros ángulos. Gobernó tres veces la capital de Mendoza (1987-1991; 2007-2011 y desde 2011 hasta su muerte). Se hizo de fuerte poder interno en la UCR, conduciendo el espacio que él mismo promovió: La Convergencia. Y supo torcerle el brazo al mismísimo José Genoud en recordadas lides intestinas de los radicales.
Es decir, hizo todo para obtener el premio máximo. Y aún así se quedó con las manos vacías.
Suarez en cambio, desde que llegó a la Ciudad, desde su San Carlos natal, militó en el mismo sector que el Viti, siempre tras bambalinas. Su papel principal se limitó a su profesión de abogado. Como asesor legal de legisladores en muchos casos o como el letrado del Municipio en otros. Nunca tuvo un protagonismo decisivo.
Eso varió cuando el propio Viti lo alentó para ser concejal. En 2011 logró una banca en el Concejo Deliberante capitalino. Y rápidamente se convirtió en presidente de ese cuerpo. Casi como cumpliendo un plan premeditado de Fayad.
El Viti lo ungió como su sucesor en 2014. Lo preparó. Le dio las armas para hacerlo. Y cuando murió, le delegó un poder que, a esa altura, nadie le discutió en las filas radicales.
Más allá de eso, el “Rody” comenzó a mostrar su estilo propio. A diferencia del confrontativo Fayad, se lució conciliador y sereno. A veces dubitativo. Muchas otras, tímido. Desde el Ejecutivo municipal avanzó en las obras iniciadas, pero comenzó a generar hechos propios. Mostró cierta mano fuerte, como cuando prohibió a los “trapitos” en el centro.
Desde lo político recuperó su vieja amistad de la adolescencia con quien en ese momento era su “colega” intendente, Alfredo Cornejo, quien ya se encaminaba a gobernar la provincia. Y ese andar juntos le valió crecer en imagen positiva. Tanto que con el pasar de los años, y ya habiendo sido él mismo elegido en las urnas departamentales, se transformó en el elegido.
Si uno mide a la distancia, Cornejo hizo tareas similares a las del Viti pero sí logró su cometido. Fue intendente de Godoy Cruz, se hizo con un poder inmenso dentro de su partido. Y ahora se dará el lujo de trasladarle el mando a Suárez. Al heredero. A su propio heredero. Pero también, a quien fue (y sigue siendo) el heredero de Víctor Fayad. Aunque, a diferencia suya, hoy cumple el sueño trunco del líder radical que nunca pudo gobernar a Mendoza.
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