Solo 1 de cada 10 varones lava y plancha la ropa en hogares mendocinos
La Encuesta de Condiciones de Vida (ECV) de la DEIE puso en relevancia la desigualdad de género en los hogares de Mendoza. De las personas encargadas de las tareas domésticas y de cuidado en su propio hogar, los hombres son los que menos hacen: solo alrededor del 10% es el principal responsable de lavar la ropa, cuidar niñas y niños, cocinar y limpiar y ordenar la casa.
Entre las tareas por las que menos se responsabilizan los varones figuran lavar y planchar ropa, cuidar hijas e hijos, cocinar, limpiar y ordenar. Foto de RODNAE Productions: www.pexels.com
La última Encuesta de Condiciones de Vida (ECV), de la Dirección de Estadísticas e Investigaciones Económicas (DEIE), relevó datos que echan luz sobre la desigualdad de género en las tareas domésticas y de cuidados en las casas mendocinas. En el desglose de uso del tiempo quedó evidenciado que las actividades del hogar recaen sobre las mujeres: los varones son solo el 9,3 % de las personas que lavan y planchan en su casa y el 9,5 % de las que cuidan sus niñas y niños.
La Encuesta de condiciones de vida (ECV) es un trabajo de la Dirección de Estadísticas e Investigaciones Económicas (DEIE) que releva anualmente las condiciones de vida hacia adentro de los hogares mendocinos. Se realiza sistemáticamente desde el 2006.
El acceso a estos datos, explican, permite formular e implementar políticas públicas tendientes a mejorar la calidad de vida de la población. La encuesta es representativa, porque abarca los 18 departamentos de Mendoza en zonas urbanas y rurales. Esta división parte del supuesto de que las condiciones de vida —y específicamente las posibilidades de acceso a recursos y servicios para satisfacer necesidades— son diferentes según la zona de residencia.
Si se compara con 2019, las brechas casi no se modificaron: se redujo por centésimos la responsabilidad femenina en el lavado y planchado pero aumentó, también ínfimamente, en el cuidado de niños y niñas. Esta casi insignificante reducción también ocurrió en las otras dos tareas que, según la ECV, menos hacen los varones: limpiar y ordenar la casa —11,2% en 2019 y 11,9% en 2021— y preparar y cocinar alimentos —11,3 % y 11,6 % en los mismos años, respectivamente—.
Los resultados de la ECV toman particular relevancia al ver que los resultados también demuestran que en casi la totalidad de los hogares una persona que vive allí es la principal responsable de las tareas domésticas y de cuidado. Los números del 2019 son ejemplo de esto: en un porcentaje que va del 95 % al 98 % de las casas es alguien de ese grupo familiar quien se hace cargo principalmente de preparar y cocinar alimentos, limpiar y ordenar, y lavar y planchar la ropa. Este número solo baja —al 75%— cuando se analiza la reparación o mantenimiento de artefactos que, de hecho, es el único rubro que tiene más participación de los varones en sus hogares.
Mientras que en 2021, realizar compras o trámites, cuidar niñas y niños, personas enfermas o con discapacidad y adultos y adultas dependientes estaba a cargo de alguien del hogar en un porcentaje que va del 93% al 99% de las viviendas.
La desigualdad, entonces, es clara: además de lavar y planchar, limpiar y ordenar, preparar comida y cocinar, y cuidar niñas y niños, las mujeres son las principales responsables de cuidar personas enfermas o con discapacidad (87,5) o adultas dependientes (70,1 %).
Si “el funcionamiento de las sociedades depende directamente de las actividades que las personas realizan en su vida cotidiana”, como sostiene la ECV, el análisis sobre el uso del tiempo es central para analizar la desigualdad de género. ¿Por qué? Porque este aspecto indica pautas de comportamiento y se divide entre trabajo remunerado, actividades domésticas y de cuidados, actividades recreativas y tiempo de ocio. Cómo disponen su tiempo varones y mujeres es particularmente significativo.
Al enfocarnos en las tareas domésticas y de cuidado —todas indispensables para satisfacer necesidades básicas de higiene, alimentación, socialización, etc.— se encuentra la gran desigualdad. En la gran mayoría de los hogares, esas tareas recaen —sin reconocimiento económico alguno— en la población femenina, vista como la responsable “natural” de que todo eso se haga.
En realidad, esta idea está naturalizada sobre la base de estereotipos de género que atribuyen a las mujeres el trabajo reproductivo y a los varones, el productivo. “¿Por qué asumimos que las mujeres son mejores para limpiar, planchar la ropa o cambiar pañales? (...) No son tareas de mujeres ni tampoco son muestras de amor. Eso que llaman amor es trabajo no pago”, afirman desde Ecofemini(s)ta.
Fuente: DEIE
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