Sobrevivir a doce años de impunidad
Después de doce años del asesinato de José Luis y de soportar dos juicios que terminaron con la absolución de los dos únicos imputados en la causa, la familia Bolognezi seguirá adelante, buscando justicia. Dante, hermano de Kote, dice que es un camino que están obligados a recorrer y que lo único que los anima es conocer la verdad. Los avances del segundo juicio y la comprobación de las irregularidades en la investigación. Sus abogados presentarán un recurso de casación y una petición ante la Corte Interamericana de Derechos Humana (CIDH).
Una foto del Kote preside el living de la casa de los Bolognezi.
Cada día de los últimos doce años, Dante Bolognezi se preguntó qué le pasó a su hermano José Luis la mañana del 14 de septiembre del 2002, cuando fue asesinado y su cuerpo apareció en un baldío en San Martín. Cada día de estos últimos doce años buscó una respuesta, que no encontró ni siquiera en los dos juicios que se hicieron para esclarecer el crimen y que absolvieron a los únicos imputados: el hijo de un conocido empresario del departamento, Abdo Girala, y el cobrador de la firma, el exboxeador Carlos "Metralleta" Pérez.
Doce años, sólo dos palabras, pero son una vida. En doce años un bebé se convierte casi en adolescente; en doce años un niño concluye la educación obligatoria; en doce años hay varios cambios de gobierno. Para la familia Bolognezi, esos doce años son la medida del tiempo. En ese lapso asesinaron a Kote, se inició una cadena de encubrimiento para evitar el esclarecimiento del crimen, los vecinos participaron en más de diez marchas para pedir justicia, se realizó el primer juicio, fue anulado por la Suprema Corte de Justicia, se hizo un segundo juicio, absolvieron a los imputados y nada los condujo a la verdad.
Una foto del adolescente de 19 años asesinado preside el living de la casa de los Bolognezi, en el barrio San Pedro, en San Martín. Ese fue el espacio que Dante, su hermano, eligió para decir que seguirá adelante, que es un camino que está obligado a transitar, que es una necesidad la de tener justicia para José Luis. Dejar todo atrás, piensa,- sería ponerse del lado de la impunidad.
Para Dante y su familia, los dos imputados, Abdo Girala y Metralleta Pérez, siguen siendo los principales sospechosos del asesinato. “Para nosotros, ellos son los culpables”.
Pese al resultado del segundo juicio, Dante cree que hubo grandes avances respecto del primero. Y los enumera: quedó probada la cadena de encubrimiento que se montó, la relación entre el padre de uno de los imputados y el policía que investigaba, que se borraron pistas, que el cuerpo se desplazó en varias oportunidades, que contaminaron la escena del crimen, que existen contradicciones entre los testigos, que se amenazó a muchos que intentaron hablar. Y algo más: que uno de los jueces, el presidente del tribunal, Eduardo Orozco, votó en disidencia y se pronunció por la condenada de Girala.
Aún con la decisión de la familia Bolognezi de seguir adelante, el camino no será fácil, ya que la causa por el crimen de José Luis prescribirá en octubre. Por eso, los abogados que la representan, Lucas Lecour y Sergio Salinas, de la Asociación Civil para la Defensa y Protección de los Derechos Humanos (Xumex) presentarán un recurso de casación, que es una apelación de la sentencia a un tribunal superior, en este caso la Suprema Corte de Justicia. La misma puede anular el proceso y ordenar hacer un nuevo juicio –una opción improbable por la cercanía de la prescripción–, dictar sentencia y, en el peor de los casos, dejar que la causa prescriba sin tomar una decisión. A ese recurso se sumará una presentación ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), que será contra el Estado argentino por dejar que el crimen quede impune.
Cadena de encubrimiento
Dante describe a su hermano como un chico tímido, con la picardía que cualquiera tiene a los 19 años, al que le gustaban los grafitis, dibujar y pintar. Un chico que quedó muy afectado por la enfermedad de su mamá, Mercedes, que sufrió dos derrames cerebrales y que murió dos años antes del asesinato de su hijo.
José Luis –cuenta su hermano– había dejado la escuela técnica a la que asistía, aunque siempre tuvo intenciones de regresar. Vivía en la casa familiar junto a su padre Américo, sereno en una empresa de construcción, mientras Dante se instaló en la ciudad de Mendoza y su hermana, Sandra, se trasladó a otra provincia.
La vida de la familia transcurría con tranquilidad hasta la noche del 14 de septiembre del 2002, cuando Kote se fue a un cumpleaños. Fue la última vez que lo vieron con vida.
Con la precisión de quien repasó cientos de veces el expediente y siguió paso a paso la causa, Dante rememora cómo se enteró del crimen de su hermano. Esa mañana llegó desde la ciudad de Mendoza a San Martín y no pasó por la casa de su padre porque llegaba tarde al taller metalúrgico donde ya trabajaba. El pueblo estaba revolucionado, le contaron que habían matado a un chico.
Cuando terminó su trabajo, Dante pasó por la casa de su padre, a eso de las 19.00, y lo encontró muy preocupado porque Kote no había vuelto y no lograba dar con él, pese a que había recorrido las casas de sus amigos. Lo siguieron buscando y terminaron en la comisaría, donde alrededor de las 20.00 les informaron que el cuerpo del joven que había aparecido en un baldío, frente a la estación de gas "La Jirafa", era el de su hermano.
Después reconocer el cuerpo, de que se concretara la autopsia –que determinó que había fallecido por asfixia–, la familia Bolognezi dio su primera batalla, la primera de muchas: insistir para que les entregaran el cuerpo, lo que recién lograron pasada la 1 de la madrugada.
Dante cuenta que en San Martín había rumores de que Abdo Girala estaba implicado en el crimen, pero no existía ninguna prueba. Lo que sí le llamó la atención fue que el padre del chico y dueño de una concesionaria, Daniel Girala, fuera al velorio de Kote. Las familias no tenían ninguna relación.
Tres días después del asesinato, el miércoles 18, Dante decidió sacarse la duda y fue a la concesionaria. Como para romper el hielo, le preguntó a Girala por unas cámaras, pero el empresario fue directo. “Me dijo: 'A tu hermano lo mató la droga. Al que toca a mi hijo yo lo mato, no tengo problemas en hacer pelota a uno, a dos a nueve. A mí nadie me hace nada'”. Y le mostró el revólver que portaba.
Dante cuenta que salió de ahí espantado y preguntándose quién era ese hombre y por qué actuaba con tanta prepotencia. Y asegura que fueron las acciones del empresario las que les hicieron pensar que su hijo era sospechoso; si no, ¿por qué intimidar, amenazar, hablar con el juez, con los policías?
El juez que tuvo a cargo la investigación fue Ricardo Shultz y también intervino, como subrogante, Carlos Dalton Martínez. La justicia señaló como primeros sospechosos y pidió la detención de Abdo Girala, Metralleta Pérez, Sebastián Martínez (hijo del juez) y Claudio Bonivardo. Los dos últimos fueron exculpados sin llegar al juicio oral y sólo quedaron imputados Girala y Metralleta por homicidio en agresión, que es cuando varias personas agreden a un sujeto pero no se sabe quién lo mató.
El móvil del crimen nunca se esclareció, aunque se abonó la teoría de una presunta relación entre Kote y Sharbella Girala, hermana del imputado, aunque esto nunca se comprobó.
En 2004 apareció la testigo Ana María Puebla, que declaró que vio el asesinato de José Luis. Dijo que el chico fue interceptado por una camioneta negra de la que bajaron cuatro hombres que comenzaron a patearlo, que lo agarraron del cuello, que el adolescente se quejaba. También dijo que uno de los hombres llevó el cuerpo al baldío ubicado frente a la estación de gas, detrás de la concesionaria de Girala. Fue la primera que puso a los imputados en la escena del crimen.
Puebla declaró más de seis veces en todo el proceso, repitió la misma historia e incluso los psicólogos y psiquiatras determinaron que no mentía. Pese a esto, fue compulsada por falso testimonio, ya que nunca quedó claro de dónde venía aquella noche. Primero dijo que estuvo en el hospital Perrupato cuidando a un enfermo, después que estaba en la casa de su sobrina, pero cuando sus dichos fueron desmentidos, confesó que salía con un hombre casado y se negó a dar el nombre.
Dos juicios, ninguna verdad
Puebla declaró en el primer juicio, que concluyó en diciembre del 2009. Los jueces Carmen Alicia Coronel, José Balliro y Pedro Bernardo Carrizo absolvieron a los dos imputados por falta de pruebas. Los vecinos se indignaron, abuchearon a los magistrados y la familia Bolognezi recurrió a la Suprema Corte de Justicia, que anuló la sentencia y ordenó realizar un nuevo juicio.
Esa nueva instancia comenzó en noviembre del 2013 y, después de incontables días y de la declaración de unos 300 testigos, concluyó el 8 de julio. Los magistrados Ariel Spektor, Viviana Morici y el presidente del tribunal, Eduardo Orozco, absolvieron al exboxeador Metralleta Pérez. En cuando a Girala, los dos primeros lo absolvieron mientras Orozco votó en disidencia y se pronunció por su condena.
“Nosotros estamos dispuestos a seguir peleando, pero en el pueblo hay una sensación de que a los poderosos nadie los toca, la justicia a la gente de poder no la condena, los que siempre caen son los roba gallinas. Hasta ahora la justicia actuó como cómplice de la impunidad” fueron las palabras de Dante.
Pese a seguir sin saber qué le pasó a su hermano, Dante cree que en el segundo juicio hubo avances, una idea que comparten sus abogados Lucas Lecour y Sergio Salinas.
Para los letrados, muchas irregularidades quedaron probadas en el segundo debate: la desaparición de casetes de las escuchas telefónicas, la incineración y adulteración de los libros de la Comisaría 12 –que fue la primera que investigó la causa–, el encubrimiento policial, las contradicciones respecto de la hora en que llegaron los efectivos al baldío, la contaminación de la escena del crimen que impidió trabajar correctamente a Policía Científica, la falta de comunicación y colaboración entre las comisiones de investigación y la relación entre Orlando Funes (policía que investigaba el caso) y el padre de Girala, a través de las escuchas telefónicas. Estas fueron las únicas escuchas que se tuvieron en cuenta en el segundo juicio, porque en el resto las intervenciones de las líneas no estaban bien fundamentadas por el juez, según determinó el tribunal.
Los fundamentos de la sentencia se darán a conocer mañana. Los abogados de la familia Bolognezi preparan un recurso de casación, es decir que apelarán la sentencia a un tribunal superior, que presentarán ante la Cámara del Crimen de San Martín. Desde ese ámbito, si se cumple con los requisitos formales, se elevará a la Suprema Corte de la provincia.
Lecour y Salinas explicaron que la Corte tiene dos caminos a seguir: anula el proceso y ordena realizar un nuevo juicio –lo que es poco probable por la cercanía de la prescripción– o dictar sentencia. Otra opción es que no decidan a tiempo y dejen que la causa prescriba.
Las irregularidades en el proceso, que quedaron claras en el segundo debate, posibilitan realizar una petición ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), que no es contra una persona, sino contra el Estado argentino por haber permitido que el crimen quedara impune.
Doce años después del crimen de su hermano, Dante sigue preguntándose qué le pasó a José Luis el 14 de septiembre del 2002, cuando fue asesinado y su cuerpo apareció en un baldío. Después de doce años sigue buscando respuestas, sigue esperanzado en que alguien cuente lo que pasó, que no dejen que les gane el miedo, que no permitan que el asesinato siga impune.
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