La cuarentena para prevenir contagios por Covid-19 cambió nuestra forma de relacionarnos con el mundo. Tal es así que la mayoría de las personas trabajan, estudian o se entretienen a través de las pantallas. Sin embargo, la exposición excesiva en ellas genera problemas asociados, como el Síndrome Visual Informático, una temática que buscan conocer en profundidad desde el Instituto de Ambiente, Hábitat y Energía del Conicet.

El Síndrome Visual Informático (SVI) es un conjunto de síntomas visuales, oculares y músculo-esqueléticos asociados a uso prolongado de computadoras, los cuales pueden ser: tensión ocular, fatiga ocular, irritación, sensación de ardor, enrojecimiento, visión borrosa y visión doble, lagrimeo, dolor de cabeza, de cuello y hombros, sensación de fatiga y molestia ocular. Además, a ellos se suman los efectos no visuales relacionados con la estimulación del sistema circadiano, es decir, con la luz que reflejan las pantallas que afecta nuestros ciclos de sueño.

“Nos pareció que era fundamental tener datos en relación a ello, especialmente para ver cómo diseñar espacios que permitan minimizar el impacto del SVI en las personas. La luz es la que nos dice si tenemos que estar despiertos o dormidos, entonces a medida que nos exponemos a una fuente de iluminación como las pantallas, afectamos nuestra calidad de sueño”, indicó Roberto Rodríguez, Doctor en Medio Ambiente Visual e Iluminación Eficiente, e investigador del Conicet a Unidiversidad.

La investigación resalta que, previo a la pandemia, se estimaba que en Argentina 2 millones de personas estaban empleadas trabajando en sus casas, siendo el tercer país de Latinoamérica con mayor adopción de teletrabajo, luego de Brasil y México. Actualmente, con la crisis sanitaria, el número incrementó.

De esta manera, el estudio que se encuentra en proceso busca conocer cuáles son las prácticas de uso de los argentinos, qué dispositivos utilizan, por cuánto tiempo y en qué contextos usan computadoras. A su vez, en pleno auge de la pandemia, desde la Institución consideran que los números serán altos.

“Queremos saber cómo y cuánto nos afectó el uso de dispositivos antes y después de la cuarentena. Recién estamos procesando datos preliminares pero lo lógico es pensar que aumentó de manera importante. En base a nuestros datos queremos informar en qué medida es favorable o no la implementación del teletrabajo, luego del aislamiento”, comentó Rodríguez, integrante del Laboratorio de Ergonomía de la Facultad de Artes y Diseño (UNCuyo).

Si bien el teletrabajo permitió disminuir la cantidad de vehículos en las calles, la emisión de gases de efecto invernadero y el tiempo de traslado hacia el puesto de trabajo, en muchas ocasiones, el espacio de trabajo en casa es inadecuado para ejercer la actividad. De esta manera, las recomendaciones ergonómicas son fundamentales para ejercer la actividad sanamente.

“Desde lo psicológico es necesario poner un límite entre lo laboral y lo personal porque si no, pasamos todo el día trabajando. El espacio de trabajo tiene que estar separado físicamente del resto de la casa. Además, cuanto mayor sea la cantidad de luz y hasta un cierto valor, mejor será el rendimiento visual (en la mañana debe ser fría y al atardecer, cálida)”, destacó Rodríguez.

Para participar de la investigación, se ingresar al siguiente link.

El teletrabajo llegó para quedarse, pero los derechos laborales no se terminan

Trabajar desde casa no es algo nuevo. En la segunda mitad de los 90, las empresas comenzaron a implementar el teletrabajo gracias al avance de la tecnología, pero fue durante la pandemia de COVID-19 cuando el home office se impuso debido al confinamiento en sus hogares de millones de personas.