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20 DE DICIEMBRE DE 2024
El dato surge de un estudio realizado por la Fundación Interamericana del Corazón sobre una muestra de 301 envases de estos alimentos.
Las galletitas son harinas procesadas y concentran la mayor cantidad de azúcar.
Siete de cada diez cereales para desayuno, galletitas dulces y postres que se comercializan en el país tienen como ingrediente principal el azúcar, según un estudio realizado por la Fundación Interamericana del Corazón (FIC), organización que promueve la implementación del etiquetado frontal de alimentos procesados para que el consumidor pueda saber cuán saludables son sus opciones ya desde la góndola, según divulgó Télam.
La organización llegó a este resultado a partir del análisis de una muestra de 301 envases de estos alimentos dulces, el 70 % de los cuales resultó tener el azúcar como componente de mayor proporción. Esto ocurre a pesar de que “la evidencia científica demuestra que el consumo de azúcar está asociado con el sobrepeso, la obesidad, la diabetes y las enfermedades cardiovasculares, con todo lo que eso implica”, aseguró Lorena Allemandi, directora del área de políticas de alimentación saludable de la FIC.
“Esto es factible porque la regulación vigente no obliga hoy al fabricante a reportar la cantidad de azúcar agregada que tiene el producto dentro de la tabla nutricional que deben tener todas las etiquetas”, afirmó Allemandi.
Por esta y otras razones, la organización considera que la normativa actual en materia de etiquetado de alimentos es “insuficiente” y brega por “un sistema de advertencias nutricionales en los envases de alimentos” similar al que adoptó Chile, que agregó a los productos la leyenda “alto contenido” en sodio, grasas o azúcar cada vez que corresponde. Para poder establecer cuándo un producto tiene un nivel alto de estos ingredientes considerados “críticos”, es necesario tener antes un “perfil de nutrientes”, algo que la Argentina tampoco tiene. “Un perfil de nutrientes establece los umbrales, los límites, a partir de los cuales se considera que un alimento se excede en algún nutriente, especialmente en los considerados críticos, como es el caso de los azúcares, la sal y las grasas trans", explicó.
Este perfil varía de país en país, más allá de las recomendaciones de la OMS y la OPS, y a partir de él se pueden adoptar distintos tipos de etiquetado frontales: “Para nosotros, el más útil es uno que destaque con una advertencia negativa cuando un producto se exceda en alguno de ellos”, definió. Actualmente, el rótulo de los alimentos debe contener obligatoriamente la denominación de venta del alimento, la lista de ingredientes, la tabla de nutrientes, los contenidos netos, la identificación del origen y del lote, la fecha de duración y la preparación e instrucciones de uso del alimento cuando corresponda.
El rotulado actual, entonces, incluye información higiénico-sanitario, bromatológica y de identificación comercial, pero no “una perspectiva de prevención de enfermedades crónicas no transmisibles”, argumentó Allemandi. “Además, para la mayoría de los nutrientes, hoy vamos a la tabla nutricional y podemos ver la cantidad que tienen, pero como en Argentina no es obligatorio incluir ahí al azúcar, algunos lo tienen y otros no”, dijo.
Por eso, cuando realizaron el estudio sobre cereales de desayuno, galletitas dulces y postres, los investigadores encontraron que, en “la gran mayoría” de los alimentos cuya lista de ingredientes enlistados por orden de prioridad estaba encabezada por el azúcar, no consignaban esta sustancia en su tabla nutricional.
“A pesar de que no podés saber cuánta cantidad tiene porque no es obligatorio, es un buen ejercicio para el consumidor verificar en qué lugar está el azúcar, porque si está en los primeros dos lugares, es un producto que va a estar aportando grandes cantidades de este nutriente crítico”, informó.
Para la FIC, la adopción de un sistema de etiquetado frontal con advertencias sobre el exceso de nutrientes críticos debe formar parte de una política pública integral de lucha contra la alimentación no saludable que incluya también la regulación de las estrategias de marketing a las que pueden apelar los fabricantes y el fomento de “entornos escolares saludables” que incluyan “acceso a agua potable gratuita, eliminación de ofertas de alimentos no saludables, recreos o transporte activo y comedores saludables”.
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