“Si no hacemos nada, vamos a llevar al planeta a su sexta extinción masiva”
Melisa Olave, investigadora del Iadiza-Conicet, no para de recibir premios. Acaba de ser seleccionada por el prestigioso Wellcome Sanger Institute y aprovechamos esa distinción para hablar sobre el campo científico nacional, las dificultades para conseguir financiamiento y el complejo camino de las mujeres en la ciencia.
Melisa Olave en unos de los laboratorios del Iadiza (Conicet-UNCUYO-Gob. Mza.), su lugar de trabajo. Foto: Unidiversidad
Cuando Melisa Olave, doctora en Ciencias Biológicas, vio en su bandeja de entrada el mail del Wellcome Sanger Institute supo que todo el esfuerzo que había hecho a lo largo de su vida como investigadora había valido la pena. Ese correo electrónico confirmaba su participación como international fellowships en uno de los centros de estudio de genética más prestigiosos del mundo, con sede en Inglaterra. Ese correo, también, le confirmaba que, con un panorama muy complejo para el campo científico nacional, sus proyectos de investigación para conservar la biodiversidad y enfrentar el cambio climático se podrán sostener.
Olave es especialista en estudios genómicos y su lugar de trabajo es el Instituto Argentino de Investigaciones de Zonas Áridas (Iadiza), uno de los organismos de triple dependencia (Conicet-UNCUYO-Gobierno de Mendoza). Pero antes de aterrizar en el CCT provincial, donde nos esperó para charlar, esta científica nacida en Mar del Plata pasó a lo largo de su formación por Chubut, por Córdoba, por Estados Unidos y por Alemania. Tras este periplo académico, volvió a la Argentina y concursó para obtener su cargo como investigadora adjunta del Conicet.
La investigación en ciencia básica necesita financiamiento y ese financiamiento, en el marco del Conicet, fue reducido o suspendido durante este año. Para Olave, encontrar una vía de financiamiento exterior fue la clave para desarrollar su carrera para los próximos años.
“Pasó a ser la única posibilidad. Una cosa es cuando uno tiene una carrera que está consolidada, donde ya tenés un renombre y podés presentarte a estos subsidios internacionales y ser competitivo, pero otra cosa es cuando uno es un investigador joven”, contó. En este marco, la oportunidad que ofrecía el Wellcome Sanger Institute, que ya había conocido en un viaje en 2013, era la mejor.
Explicó que este es un programa que busca gente que trabaja en un sistema científico de su país, que sea joven y tenga proyectos de interés para el área genética, que es a lo que se dedican. Destacó que la sorprendió quedar seleccionada porque este instituto fomenta investigaciones que tienen que ver con estudios de cáncer, enfermedades endémicas, muy de la genética humana. "Y a lo que yo me dedico tiene que ver con estudios de biodiversidad, de conservación, de la crisis climática. Por suerte, la crisis climática, sobre todo en Europa, se está financiando cada vez más”, dijo.
Ahora bien, ¿qué es lo que investiga específicamente? La especialista lo explicó así: “La genética es una herramienta muy poderosa que tenemos para poder establecer la vulnerabilidad de las distintas poblaciones, desde cuál es su capacidad para reaccionar ante el cambio climático hasta conocer nuevas especies que, de otra manera, no las podíamos ver. Entonces, tenemos un sistema de estudio que es el de unas lagartijas (género Liolaemus) que son impresionantes por un montón de cosas, como su capacidad espectacular para diversificarse, ya que es de los reptiles que tienen las tasas de diversificación más altas del mundo, tiene la capacidad de colonizar distintos ambientes extremos, los cuales incluyen ambientes de calor extremo”.
Para Olave, esta es una de las claves, ya que “esos genes asociados a ambientes de calor extremo nos pueden dar pistas e indicar cuáles son los requerimientos genéticos necesarios para que las especies puedan subsistir al cambio climático, al aumento de temperaturas”.
La científica agregó que su investigación no se va a circunscribir solo a las lagartijas, sino que también incluye a serpientes, a tortugas y también a algunos insectos.
¿Sexta extinción masiva?
“Desde que existe la vida en la Tierra han ocurrido cinco extinciones masivas”, explicó Olave, que, como vimos, ha enfocado sus estudios en cómo contribuir al conocimiento científico para sostener la biodiversidad en nuestro planeta.
“La más conocida es la de la extinción de los dinosaurios, pero es la última que tuvimos, hace 66 millones de años, y antes de eso hubo otras cuatro más. Todas las extinciones masivas tienen en común que fue el cambio climático el que llevó a proponer esas extinciones, sea porque cayó un asteroide sobre la superficie de la Tierra, y eso generó un cambio climático a nivel global, o porque hubo episodios de vulcanismo. O sea, distintos disparadores, pero todos tienen en común que fue el cambio climático”, describió la bióloga.
Entonces, ¿es sensato plantearse que vamos hacia una nueva extinción masiva? Según la científica, “tenemos mucha evidencia de parte de la biología en las cuales indicamos que hay tasas aceleradas de extinción dadas por este cambio climático. Si no hacemos nada, vamos a llevar al planeta a su sexta extinción masiva”.
Melisa Olave es unas de las pocas con la especialdiad en genómica en la Argentina. Foto: Unidiversidad
Dado que hay líderes políticos que niegan el cambio climático, como el expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, o el presidente argentino, Javier Milei, le preguntamos a la investigadora qué peso tienen estas opiniones y si hay grietas en el pensamiento científico global respecto a los efectos del calentamiento global.
“Ya no hay dudas de que el cambio climático es un hecho y que es promovido por las acciones de los seres humanos, que tiene que ver con la liberación de gases de efecto invernadero (GEI), nadie duda de esto. En la comunidad científica no se duda de esto, son temas que se vienen estudiando desde 1800”, completó.
“Los efectos que estamos viendo se han estudiado desde campos distintos, que van desde la meteorología, la química, la geología, la biología. Todos están encontrando los mismos resultados, distintos laboratorios en el mundo, a lo largo del tiempo, llegan a un punto en que la información es tan abundante, tan sólida, que vos decís ‘esto no se puede contradecir más’. No hay gente seria dentro de la comunidad científica que dude sobre el cambio climático”, resumió.
Por más mujeres en ciencia
En 2023, Olave fue reconocida y premiada por su trabajo llamado “Bases científicas necesarias y urgentes para definir estrategias eficientes de conservación de la biodiversidad ante la sexta extinción masiva”. El galardón que recibió fue en la 17º edición del Premio Nacional L’Oréal-UNESCO “Por las Mujeres en la Ciencia”.
El premio que recibió la especialista del Iadiza pone en evidencia, una vez más, que el camino para las mujeres en el campo científico es más empinado.
“Ahora lo vemos, pero cuando yo empecé a cursar en la universidad, también en los primeros años de mi doctorado, no lo veíamos. Las mujeres tendemos a ser más invisibles que los hombres y cambiar eso, hacerte ver, hacerte reconocer, que te tengan en cuenta, requiere de un trabajo extra”, remarcó.
La bióloga viene realizado aportes clave para la conservación de la biodiversidad en colaboración con distintos científicos. Foto: Unidiversidad
Melisa Olave fue madre durante la pandemia y recordó cómo la urgencia por terminar un paper, que incluía la colaboración con colegas de Alemania y China, se mezcló con las demandantes primeras semanas de crianza. Mientras el editor pedía correcciones urgentes para publicar un estudio que llevaba más de tres años, la científica también amamantaba a su hija. “Mantener la carrera en estos estándares que te exige la misma ciencia se pone cuesta arriba, es bravo”, destacó, como para dar cuenta de las asimetrías existentes, que van más allá de la maternidad.
Por qué elegir el Conicet
En la charla con Olave saltó el tema de las diferencias “abismales” que fue encontrado entre hacer ciencia en un país del “primer mundo” y hacer lo mismo en Argentina, en el Conicet. Para graficarlo, dio un ejemplo simple: “Si te falta un reactivo, mandás a pedir al área que corresponde y lo tenés a los dos días. Son lugares en los que todo funciona y vos tenés que preocuparte por hacer tu trabajo y por avanzar con lo tuyo sin tener demasiadas complicaciones”.
Entonces, qué puso en valor, cuando decidió volver para desarrollar su carrera en Argentina. “Hay varias cosas”, aseguró, y luego subrayó: “Estructuralmente hablando, el sistema del Consejo que tenemos es espectacular, comparándolo con otros lugares. Es de lo mejor que hay en el mundo, en mi experiencia. En ‘condiciones normales’, por lo menos hay llamados a carrera de investigador todos los años, tenés apertura de lugares, podés presentarte con los proyectos que son de tu interés y si vos sos competitivo, tenés chance de ganarlo, tenés posibilidades de armar un grupo de investigación, de tener becarios. Cómo se evalúan los ingresos y el trabajo de las comisiones es bastante transparente, justo. No es así en Europa, es súper difícil para quedarte a largo plazo. En Estados Unidos, quizás, hay más llamados”.
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