Ser mujer y no ser madre: historias que rechazan el mandato de maternidad
La identidad social de las mujeres está directamente ligada a la maternidad. ¿Qué pasa con quienes, por circunstancias o por elección, rechazan ese mandato? En un encuentro virtual, mujeres hispanohablantes de distintos países reflexionaron sobre el tema.
Foto de Liberty Antonia Sadler / metro.co.uk
En el marco del 8 de marzo, se realizó el “Encuentro ibero-latinoamericano de mujeres sin hijxs por circunstancias o por elección”, una actividad tan novedosa como necesaria. Esta convocatoria irrumpe en un momento de discusión y lucha por la ampliación de los derechos de las mujeres y reclama la distinción entre los conceptos de “mujer” y “madre” que, culturalmente, encuentran muchas resistencias para no ir de la mano.
Las #mujeressinhijxs vieron la necesidad de organizarse y el encuentro es producto de ese sentimiento. “Justamente porque hay personas que todavía nos cuestionan es que nos sentimos movilizadas a alzar la voz (...) para nombrar una realidad que despierta resistencias: la de una vida plena por otro camino que no es el de la maternidad”, afirmó Graciela Pardo en su cuenta de Instagram. Del encuentro participaron más de 70 mujeres que no solo escucharon a las oradoras, sino que intercambiaron también sus preguntas y opiniones. Las nueve expositoras provenían de distintos países hispanohablantes: España, Argentina, Colombia, México.
Las experiencias de las #mujeressinhijxs varían, pero, en una sociedad machista y pronatalista, encuentran puntos en común: la obligación de ser madres o intentarlo a toda costa. ¿Cómo operan los discursos sociales en las individualidades? A veces con dolor, otras veces con fortaleza desde el principio, y siempre, a pesar de los reclamos externos, las #mujeressinhijxs se visibilizan.
“Querer no siempre es poder”
Desde el inicio, se cuestionó el mandato de la maternidad, lo que Gloria Labay (@glorialabay_lavidasinhijos) llamó “un único guion para la vida de las mujeres”. Se preguntó si, en realidad, existe un deseo genuino de ser madres, si es una elección libre o si hay un bagaje cultural que impulsa los deseos de las mujeres (“¿Hay elección cuando no hay alternativa?”).
El mundo tiene papeles muy interesantes para los varones que deciden no ser padres, pero, para la población femenina, los roles de las “no-madres” no son nada atractivos: la amargada, la inmadura, “la vieja de los gatos”. De hecho –avanza sobre este punto Labay–, en una sociedad pronatalista, la “no maternidad” no tiene nombre: solo se entiende desde la negación al fenómeno.
Entre todo lo que no se nombra, también es tabú el duelo que atraviesan quienes quisieron ser madres y, por diferentes circunstancias, no lo son. A pesar de que es un duelo doble –por la criatura imaginada y por la vida que se imaginó y no pudo ser–, se atraviesa en soledad porque forma parte de los “duelos desautorizados” y hay poca empatía social. El desafío es que no ser madres no sea un estigma, una etiqueta de vida.
La experiencia de Miriam Aguilar (@holasoymir) también estuvo atravesada por los intentos –durante ocho años– de maternar y no conseguirlo. Médica y socialmente, había otras opciones, pero ella tomó la decisión consciente de no seguir: “Yo no quería ser madre a cualquier precio”, afirmó. Por todo lo que le costó hacer el duelo, se formó como psicoterapeuta y hoy acompaña a otras.
Aguilar destacó el peso del lenguaje ante estas situaciones. Por ejemplo, no se habla del “deseo” de maternidad, sino que se la romantiza: es “el sueño” de toda mujer. En la contraparte, aparece el concepto de “rendición” cuando se toma la decisión de elegir otro camino. No es lo mismo resignarse que aceptar una situación y, con todo, ser feliz.
“Soy mujer y no soy madre”, irrumpió Norma Isern (@soymujerynosoymadre) a su turno. A pesar de haber querido ser madre, un desacuerdo en este punto con su pareja y una menopausia temprana se lo impidieron. En el camino, cuenta, tuvo que sostener el duelo en bastante soledad “porque los demás no saben” cómo acompañar, no tienen palabras o les incomoda. El problema, destaca, es que el entorno aventura la posibilidad de dar consejos, cuando lo que se pide es escucha y respeto: “El dolor es inevitable, pero el sufrimiento, no”.
Desde Andalucía, Ángeles Medina (@revolucion_nomo) mencionó el paréntesis que significa en la vida querer ser madre y no poder. Interpeló con la idea de que se abren otras posibilidades de vida y, a pesar de que las mujeres tenemos diversas maneras de existir, “las no-madres somos invisibles en la sociedad”. Son muchos los mitos que hay que desterrar para entender que se puede ser mujeres completas más allá de la maternidad. “La realidad de no ser madres es una opción, elegida o no”, sintetizó Medina.
Todo mal, cigüeña cuenta la historia de Ana y, a través de ella, la de muchas mujeres. Su autora, la argentina Graciela Pardo (@gracielapardook), manifestó en el encuentro que su intención fue extender un abrazo en la sensación de soledad ante el deseo incumplido de ser madres, es decir, dar lo que ella hubiera necesitado. Lo importante, más allá de las circunstancias, es preguntarse si, en el fondo, “no hay algo nuestro que también está queriendo esto”.
Ser madres “a como dé lugar” puede ser desgastante; por eso, la expositora remarcó la necesidad de desnaturalizar la maternidad a través de un minucioso trabajo de militancia. “No malgasten su tiempo en buscar esa maternidad solo por el miedo de arrepentirse”, aconsejó.
Libro de Graciela Pardo. Foto: www.gente.com.ar
Lo que distingue a quienes decidieron no seguir avanzando en el intento de quienes eligieron no ser madres, explicó Betina Wlasiczuk (@otrasleonas), es que –en el primer caso– el camino no solo es complejo, sino también doloroso. “Otras Leonas es un espacio de creación”, relató, en donde todas buscan “alcanzar una imprevista plenitud”, por ejemplo, a través de la vida erótica, el control de las propias finanzas o el afianzamiento de nuevas amistades.
“Así estás bien, eres libre”, le decía su familia a Adriana Castro (@call2action), pero, en realidad, ella quería ser madre y tenía vergüenza de hablarlo. Muchas veces, las condiciones no están dadas –por la falta de estabilidad económica, de pareja o de una red de apoyo en los cuidados–. Por eso compartió el concepto de “infertilidad social”: una mujer que desea ser mamá, pero sus circunstancias se lo impiden. Remarcó además la necesidad de alejarse del positivismo tóxico: “Querer no siempre es poder”.
La decisión de no ser madres
Ser mujer y decidir no ser madre no es nada fácil. La sociedad tiene más de una etiqueta para esa mujer: malvada, irresponsable, libertina, egoísta, rebelde, precisó Isabel Cortés (@nuncamadres). Aunque pensó que algún día sería madre, en realidad nunca se abocó activamente a ese plan. Fue después de los 30 años que descubrió que no quería ser madre: “Tomar la decisión fue tan fácil como entender que tenía la opción”.
Por la presión social, los sentimientos que atravesó en la aceptación de su no maternidad fueron evolucionando y, asegura, las mujeres con las que trabaja comparten su análisis. Lo primero que identificó es la rabia. “Rabia porque no nos toman en serio. Una no puede decir: 'No voy a tener hijos’ porque alguien dice: 'Ya cambiarás de opinión’”. Se produce una verdadera infantilización.
Se abre una paradoja que es como “el gato de Schrödinger de la mujer que no quiere tener hijos", desarrolló Cortés. "Nunca seremos lo suficientemente maduras para tomar la decisión de no ser madres, pero sí seremos lo suficientemente maduras para ser madres”, exlpicó.
Otros sentimientos muy marcados son la culpa, identificó la integrante de Nunca Madres; la vergüenza –por la fuerza del discurso religioso– y el duelo, “un duelo social por no encajar”. El problema es que, en muchos casos, esto lleva a que algunas se cuestionen sus propias decisiones y eso es muy dañino.
Irán Sosa (también de @nuncamadres) aseguró que en su decisión de “no tener hijes” le hubiera servido verse representada en otras experiencias y subjetividades. Con la dificultad que implica resistir “a los discursos pronatalistas que vienen de la iglesia, el Estado y el mercado”, apuntó, “no puede ser que estemos viviendo este proceso de manera tan solitaria”.
Sosa aseguró que el instinto maternal es un mito para mantener a las mujeres en el ámbito doméstico, ya que se lo vende como una promesa de felicidad y seguridad plenas. El mandato es tan fuerte, remarcó, que “en México hay más mujeres que parieron seis hijes o más que mujeres sin hijes”.
La filósofa Simone de Beauvoir sostiene que “la biología no es destino” e Irán Sosa lo hace carne. “Que tenga útero no significa que quiera maternar, como tener piernas no nos hace querer ser maratonistas”, defiende.
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