Semana laboral de cuatro días: ¿utopía o una posibilidad concreta?
Más productividad por menos días de trabajo. Mientras algunos países ya prueban con esta modalidad y tienen buenos resultados, preguntamos a especialistas si es probable que Argentina se sume a este debate en el corto plazo.
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Hace casi 100 años, el Congreso de la Nación sancionó una ley que estableció la jornada de ocho horas de trabajo. Argentina se adhería de esa forma a una conquista que en los países más desarrollados ya tenía décadas; por citar en un ejemplo, en Estados Unidos, esto se había logrado en 1886.
Muchos cambios tecnológicos y una pandemia después, en algunos Estados se discute el otorgamiento de un día más de descanso a la masa de trabajadores. La semana laboral de cuatro días avanza de a poco en la agenda de países como Islandia, Nueva Zelanda, Estados Unidos, Japón y España.
Dónde está parada Argentina
Más allá de que es un debate que todavía no se instala en nuestro país, en Unidiversidad consultamos a referentes de distintos sectores. Todas las fuentes coincidieron en que, debido a distintas particularidades que condicionan el mundo laboral argentino, estamos lejos de llegar a discutir la semana laboral de cuatro días.
La economista Carina Farah planteó que, como muchos sueldos apenas alcanzan a cubrir la canasta básica, una medida de este tipo podría hacer que las personas busquen otros trabajos y terminen trabajando la misma cantidad de días.
“No sé si el momento de la crisis sea bueno para plantearnos una reducción de la jornada laboral. A lo que creo que apunta principalmente esta medida es a reducir el desempleo, pero no veo que pueda tener un efecto concreto y significativo”, sintetizó la especialista.
También Gustavo Correa, secretario general de la CTA de los Trabajadores de Mendoza, opinó que el contexto nacional no está dado para debatir la semana laboral de cuatro días. “Hoy tenemos muchas situaciones en las que se trabaja más que la jornada de 8 horas. Eso implica que hoy tengamos otra situación respecto de esos países”, manifestó. El debate social, para Correa, debería empezar también por resolver la situación de los empleos no registrados, que representan el 30 % del total.
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Mismo pago, menos días, más productividad
La iniciativa que empieza a asomar en el mundo implica reducir un día la semana laboral por el mismo sueldo y está dando buenos resultados allí donde se la testea: la productividad tiende a crecer, algo que contradice la lógica. ¿Cómo es que, trabajando menos días, producimos más?
Por un lado, detrás de esta búsqueda de reducir la semana laboral, está el paradigma del trabajo por objetivos, que tiende a dejar atrás la creencia de que un trabajador tiene que desempeñarse determinada cantidad de horas por día para rendir.
Otro factor, igual o más importante, es el del estrés laboral. Trabajar menos implica tener más tiempo para el ocio, y eso hace que el trabajo pese menos. “Si los trabajadores tenemos posibilidades de tener más tiempo para el esparcimiento, y si ese tiempo está acompañado de salarios que ayuden a que el esparcimiento sea una cosa también de otro tipo de consumo, creo que sí, que mejora mucho”, señaló Correa.
Los pioneros
En algunos países, experimentos a pequeña escala muestran que se puede conjugar una semana laboral de cuatro días con una productividad igual o mayor a la actual.
Entre 2015 y 2019, el ayuntamiento de la capital de Islandia probó reducir en un día la carga semanal de los trabajadores, pero manteniéndoles el mismo sueldo. El experimento en Reykjavik fue un éxito y se extendió a prácticamente la totalidad del país.
La multinacional Unilever está haciendo lo propio en Nueva Zelanda, luego de que el gobierno de Jacinda Ardern propusiera la semana laboral de cuatro días como medio para reactivar la economía, tras el freno en la actividad por la pandemia. Unilever fue una de las primeras empresas en probarlo y, si los resultados son positivos, planea aplicarlo en todo el mundo.
El experimento también fue realizado durante un mes por la empresa Microsoft en Japón. Según los datos recogidos por el medio Sora News 24, la productividad aumentó el 39,9 %. La empresa también ahorró el 23,1 % en electricidad, el 58,7 % en tinta de impresora y papel, y el 25,4 % en relación con los días libres que pedían antes los empleados.
La mirada empresarial
“Creo que es muy interesante, pero realmente no aplicable para la Argentina. Los países que están con régimen laboral de cuatro días y que reducen jornadas de trabajo son países muy organizados y ordenados laboralmente; muy cuidadosos del sistema impositivo para que no sea gravoso al empresariado, que es el que genera productividad, y, a la vez, con un empresariado respetuoso, que no evade y no es prebendario”opinó Daniel Ariosto, presidente de la Unión Comercial e Industrial de Mendoza (UCIM).
El supuesto enfrentamiento entre la llamada “cultura del trabajo” y lo que por oposición sería la cultura del no-trabajo también se coló en sus respuestas. Ariosto sostuvo: “Lo que Argentina necesita es ponerse a trabajar. En estos países (los que debaten esta cuestión) no hay planes sociales, no están los ‘planeros’, no están los piquetes. La gente sale a trabajar, se gana la vida y está en la economía formal”.
Por distintos motivos, parece que el consenso general es que Argentina debe resolver otras problemáticas antes de enfocarse en aplicar una jornada laboral de cuatro días. Sea ahora o dentro de varias décadas –como sucedió con la jornada de ocho horas–, este debate llega cada vez a más lugares y no parece ilógico pensar que llegará también a nuestro país.
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