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23 DE DICIEMBRE DE 2024
Por Roberto Follari, epistemólogo, docente y doctor en Psicología.
Foto: France 24.
Se terminó la disputa sobre si las vacunas sirven o no, y más aún la de si la vacuna rusa es valiosa. Casi todos la quieren, ahora. Se dijeron necedades inverosímiles por tv: que te inoculaban enfermedad, que saldrías hablando idioma ruso, que te volverías comunista. Como si haber tomado la vacuna Salk contra la poliomelitis, en alguna época hubiera vuelto a alguien proyanqui. ¿Produjeron confusión los medios que emitieron estos dislates? Sí. A la hora de la hora, ¿impusieron su criterio? No. Tuvieron absoluto fracaso. Ahora los que antes convocaban a manifestaciones antivacunas, caso Bullrich, dicen que las vacunas son pocas, que se necesitan más. Hacen el ridículo.
La gente no vive ni de la tv ni de la política. Vive de sus necesidades cotidianas, sus afectos, su salud y búsqueda de buena existencia. Llegada la hora, están felices de vacunarse, y tratan de preservar su vida y la de quienes ellos quieren. Todo lo demás, es cáscara. Las especulaciones de políticos que aspiraron al desastre y a la muerte como carta de futuro electoral, les importan absolutamente nada.
Desde esta situación superada en lo local podemos hablar, entonces, de Latinoamérica. De esa sorprendente Bolivia, donde tras un año de gobierno ilegal, volvió el MAS a ganar elecciones por amplísimo margen. De México, donde López Obrador, con algunos altibajos pero con logros mayoritarios, ha mostrado en ese país que es posible la política sin corrupción. De una Argentina donde podemos recordar cálculos de que Cambiemos –así se llamaba entonces- iba a gobernar por los menos por 12 años pero se fue en primera vuelta, apenas a los cuatro. Y ahora del Ecuador, donde la implacable persecución a Correa y a la Revolución ciudadana, no ha impedido que Arauz gane por buen margen la primera vuelta.
El lawfare ha tronado fuerte en aquel país: Correa obligado a exiliarse por persecución judicial. El ex vicepresidente Glas preso, varios dirigentes fuera del territorio nacional. Impedimento para que el partido de Correa se pudiera presentar a elecciones, luego nuevos impedimentos para el partido a que se apeló para poder presentarse. Correa cercenado en su posibilidad de ser candidato a vicepresidente, luego su imagen fue prohibida para los actos de campaña, en una decisión francamente insólita.
Igual ganó Arauz la primera vuelta, por amplio margen. Para la segunda vuelta, la derecha trata de hacer un Frankenstein sumando oposiciones, pero no le es fácil. El líder de los indígenas, Carlos Pérez –con su nombre cambiado a “Yaku”-, ya había apoyado al banquero Lasso en 2017, pero hay que admitir que esa es una alianza contra natura: indigenismo y ambientalismo, no tienen –salvo mala fe- nada que ver con el capital trasnacional representado por el banquero candidato.
Pérez hizo lo que pudo por llegar a una segunda vuelta para la que no le dieron los votos, por lo cual –según la moda Trump- decidió denunciar fraude. Esto le servía para intentar llegar a la presidencia habiendo salido tercero en primera vuelta, pero además, para empañar la victoria de Aráuz, el que nada tenía que ver con el conflicto que Pérez planteaba en torno de quién había obtenido el segundo lugar.
Ya acabó ese entuerto: Lasso salió segundo, según las autoridades electorales. El problema para la derecha es que ahora es aún menos plausible redirigir los votos de Pérez a favor de Lasso: el banquero sería quien –según el candidato de Pachakutik- les “robó” el segundo puesto. No queda ahora espacio para esa alianza artificiosa.
Arrecian denuncias –algunas estrafalarias- contra Aráuz o su herramienta electoral. Una que se esgrime con entusiasmo por la derecha, es la de supuesto financiamiento por parte del ELN colombiano a la campaña del ganador de la primera vuelta. Se busca emponzoñar la situación pero mucha opinión pública internacional está hoy atenta, y una abierta violación a condiciones transparentes de justicia electoral, podría resultar en un escándalo sin precedentes.
Se verá. Esa alquimia que son las segundas vueltas –a menudo muy útiles para los sectores políticos más conservadores- podría confirmar o torcer el resultado de la primera. Según esta opción de la segunda vuelta, quien pierde la elección puede luego ser ganador. No sabemos, en este caso: el pueblo ecuatoriano ha superado obstáculos enormes, nada menos que el presidente haya pasado de ser un continuador de Correa a que fuera su detractor, dividiendo y desprestigiando así a la fuerza inicial del correísmo. Y ese pueblo, de tal derrumbe se ha recuperado. En este tramo final probaremos si hay pasos atrás, o si se confirma que el progresismo sigue siendo la apuesta de los sectores populares en Latinoamérica.-
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