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La diputada María José Sanz da su opinión sobre este tema en el contexto de la decisión de la ONU de establecer un día para crear conciencia sobre esta problemática.
Foto publicada por telemundo.com
María José Sanz, diputada provincial UCR
Publicado el 28 DE JULIO DE 2016
La trata es, claramente, una violación a los derechos humanos más elementales y subsisten, para millones de personas en todo el mundo, condiciones que favorecen que sea posible.
Este 30 de julio es el día del año elegido por Naciones Unidas para concientizar al mundo sobre la necesidad de combatir esas condiciones de vida que son campo fértil para que millones de personas sean engañadas, desarraigadas y esclavizadas, generando ganancias extraordinarias a costa de vidas humanas.
Una sociedad distraída de hechos graves, y ensimismada en la individualidad, facilita enormemente la existencia de lugares de explotación de personas. Lamentablemente, por temor o por desidia, la sociedad argentina no tiene el compromiso necesario con esta lucha. La importancia de conmemorar hoy este día tiene que ver, justamente, con crear conciencia, generar alertas y hacer docencia ciudadana respecto a un tema que silenciosamente despoja de la autonomía de vida a decenas de personas día a día.
Si consideramos que en el año 1813 nuestro país declaró la libertad de vientres, dando el paso inicial para abolir la posibilidad de que una persona fuera considerada como una cosa comerciable, es evidente que una sociedad que permite hoy que haya niñas, niños y mujeres privados de sus libertades, sometidos a tratos crueles y obligados a ejercer trabajos inhumanos o usados en el trabajo sexual, atrasa doscientos años.
Es imprescindible que cada uno de nosotros se involucre para que las redes de delincuentes que desarrollan su repulsivo negocio, reduciendo a nuestros hermanos a la esclavitud, no puedan operar impunemente. Cierto es que el Estado tiene la mayor responsabilidad: controlar fronteras internas e internacionales, garantizar la identidad de cada niño al nacer, controlar exhaustivamente el traslado de personas y lograr la erradicación de las condiciones de pobreza extrema y el acceso a la educación.
Pero no es menos cierto que mientras no haya efectivo repudio social al trabajo esclavo, a la existencia de prostíbulos y a sus clientes, los esclavistas seguirán secuestrando, torturando y matando.
No puede explicarse el crecimiento de un sistema delictivo tan complejo sin la complicidad de quienes deben controlar y la desidia generalizada. Este 30 de julio debe servirnos para despertar del letargo facilista de ignorar lo evidente porque creemos que no nos afecta personalmente.
La trata de personas es una explotación que nos denigra a todos. Si permitimos que se convierta en objetos a seres humanos, si permitimos que se comercie con la vida, si permitimos que haya niños y niñas que nunca tendrán la posibilidad de vivir su vida, estamos olvidando lo más importante. Estamos olvidando que se trata de personas, y evitar su trata es responsabilidad de todos.
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