Una comisión en Mendoza buscará dar con el paradero de las personas desaparecidas en dictadura
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02 DE NOVIEMBRE DE 2023
En abril de 1977 se realizó en Mendoza un operativo que tuvo la finalidad de secuestrar, asesinar y desaparecer a un grupo de militantes. Algunxs habían venido de otras provincias huyendo de la persecución, como fue el caso de María del Carmen Laudani y Jorge Alberto José.
María Alejandra Vitale presenta su testimonio.
Era la tarde del domingo de resurrección de aquel oscuro abril de 1977. María Alejandra Vitale había robado unas monedas a su madre para ir a comprar unas golosinas en el quiosco de la esquina junto a su prima Estela Alcaraz. Ya dentro del humilde local, escucharon varios disparos de grueso calibre que venían de la calle. El quiosquero se asomó a la vereda e inmediatamente cerró el local con unas maderas. Junto a su esposa se tiraron debajo de una cama que había en la parte trasera del quiosco, separado por una pared de cartón. Alejandra y Estela se metieron en un pequeño baño junto a una señora y su nieto, que también estaba comprando.
“En ese momento que estábamos en el quiosco de la esquina es que sentimos el ruido de que llegan (sic) camiones, el camión del Ejército, y como que cercó la cuadra, así que todas las personas que estábamos en el quiosco tuvimos que quedar adentro” declaró Estela.
En la calle se escuchaban gritos y corridas. Por un lado había gritos que eran órdenes, por otro “gritos de una mujer, gritaba mucho. '¡Milicos hijos de puta!', gritaba”, explicó Alejandra. Más disparos. Corridas. Silencio. Otra vez disparos. Gritos. “Yo creo que duró mucho. No sé cuánto tiempo pasó. Sé que pasaron horas. Después hubo un silencio y después sentimos que golpearon la puerta del quiosco con algo, no era con la mano, y gritaban que las personas que estábamos ahí adentro nos identificáramos, a los gritos. Entonces el señor del quiosco dijo quién era, su número de documento, a los gritos. Que estaba con la esposa y que estaba con todos nosotros. '¡Abran la puerta!', empezaron a gritar, '¡Abran la puerta!'. Entonces, cuando abre la puerta a todos nos agarran y nos preguntan de dónde somos. Al quiosquero también lo encerraron, sé que lo separaron de nosotros”, describió Vitale.
Alcaraz comentó que el tiroteo había sido tal que “de hecho en el quiosco, que era una casa antigua, en la ventana, en la puerta, en el marco de la ventana quedaron los disparos marcados”.
Estela Mercedes Alcaraz, luego de finalizar su testimonio.
Era un policía con arma de guerra el que estaba en la puerta del local, relató Alejandra. “Apenas pisamos la vereda que estaba en una esquina, una ochava digamos, el policía nos pidió que nos agacháramos y corriéramos por la orilla de la pared, pegados a la pared. Lo que no recuerdo muy bien, ya era de noche cuando salimos, lo que no recuerdo muy bien es si habían cortado la luz, porque cuando salimos corriendo, ahí estaban todos los camiones de los militares, Policía Federal, Policía de la provincia, faltaba la Marina porque estaba todo, todo. Camiones y camiones. Había autos de la policía. Reconocí un auto que no era de la policía común, de la que pasaba siempre y porque había un auto que decía Policía Federal”.
Continuó su relato describiendo el regreso a su casa. “Corrimos hasta mi casa y cuando iba a entrar a mi casa vi en la vereda, no en la vereda, sino en la calle de entrada a mi casa, a la chica tirada boca abajo, llena de sangre, y mucha gente, muchos militares y había muchos de civil, de pelo lago, mucha gente barbuda, de pelo largo, muchos civiles así, disfrazados de hippies. En el pasillo de mi casa, mi mamá llorando, mi papá, porque cuando pasó todo esto mi papá salió para irme a buscar y salió con mi mamá. Mi mamá vio también un poco lo que pasó ahí con mi papá, entonces cuando entramos el pasillo estaba lleno de gente, los techos”.
Alejandra recordó que su madre y su padre estaban muy asustados. También relató que había visto “un solo cuerpo porque teníamos que entrar. Estaba muy ensangrentada, yo creo que estaba muy baleada. Recuerdo un auto que estaba por donde ella se apoyó, todo también baleado, era un Renault, de eso me acuerdo. Yo me acuerdo del dueño del auto, me acuerdo de que después, al otro día, le contaba a mi papá que le gritaba por la ventana: 'Correte, boluda, porque me estás rompiendo el auto'. Estaba interesado en el auto más que en la chica. En esa época era muy común ese tipo de pensamiento”, reflexionó. Alcaraz también recordó que “ahí estaban los vecinos, algunos que habían salido, y nos estaban esperando asustadísimos, porque en ese ínterin no sabían adónde nos habíamos metido nosotros, y era que habíamos ido sin permiso nosotras a comprarnos golosinas”.
Vitale explicó que al día siguiente los vecinos comentaron varios sucesos e hipótesis de lo sucedido. “Había un chico también con ella, se parapetó en un hall de unos que no eran parientes de nosotros pero eran cuñados de un tío mío, el tipo se metió en el hall. La señora, cuando escuchó los tiros en la casa, abrió la puerta y el chico le dijo: “¡Cerrá la puerta con llave!”, o sea, no se metió en la casa, se quedó en el hall. Y ayer mi mamá me contaba que ella vio cuando en un momento él estaba herido y corrió hacia donde estaba la chica, (…) entonces mi mamá lo vio trastabillar, correr hacia la chica y ahí cayó muerto, en el medio de la calle”.
Con respecto a la chica, su padre la vio al salir de su casa a buscarlas. “Él salió, con el arma acá atrás –haciendo referencia a que llevaba la mano con el arma en la espalda– y se identificó, no sé qué era o qué grado tenía, y le dijo la chica a mi papá: 'Metete adentro, que con vos no es la cosa'. Mi papá salió con mi mamá, entonces mi papá entró y le dijo: 'No, es una pelea de novios'. Una pelea de novios, mi papá”, reflexionó en voz alta. “Cuando se dio vuelta para entrar al pasillo empezó a caer gente, dice que caía más gente de civil, después aparecieron los camiones, los militares, la policía, pero los que aparecieron primero eran de civil”. Alcaraz también relató que “los efectivos y los militares habían subido por los techos también, era un operativo, ocuparon toda la manzana. Se ve que los querían agarrar y saltaron a los techos”.
“Dicen que cuando estaba boca abajo se acercó un militar y le dijo: '¿Todavía estás viva, hija de puta?', y le vació el arma en la cabeza”, puntualizó Vitale. Además hizo referencia a que muy pocos vecinos fueron testigos de todo el operativo. “En esa época había un relato oficialista de lo que había pasado y no había otra forma de saber qué había pasado. Nosotros teníamos lo que decían ellos. Decían que ellos habían querido poner una bomba cerca del Gabriela Mistral. Hay un generador de luz, no sé cómo se llama eso, unos transformadores, supuestamente iban a poner una bomba ahí. Eso es lo que se decía, lo que decían los vecinos que les habían dicho. Yo no sé, porque no salió en la noticia, no salió nada. (…) Decían que venían en bicicleta los chicos, pero los venían correteando desde la calle Alberdi, más abajo de mi casa, a los tiros, y ahí ella se puso atrás del auto y el muchacho en el hall”.
“Cuando salimos estaba todo limpio, excepto algunas cosas como la sangre de la chica. Al otro día estaba todo limpio”, mencionó Vitale.
María Alejandra detalló que la semana posterior al enfrentamiento su padre estuvo bajo vigilancia. “A mi papá lo siguieron en un auto dos veces. La tercera vez que salió y estaba el auto no fue a trabajar, llamó por teléfono a Gendarmería y dijo que había un auto lleno de gente que lo había estado siguiendo, pero eso fue todo”.
La justicia ausente
Alejandra Vitale hizo referencia a que nada de lo sucedido ese domingo en San José tuvo repercusión en la prensa local. Al ser interrogada por el abogado Varela, representante de los organismos de derechos humanos, Vitale explicó que su padre fue citado a declarar a partir de 1983, cuando comenzaron a investigarse los casos de delitos cometidos durante el gobierno de facto. Allí se volvió a encontrar con el vecino cuyo automóvil fue baleado.
Las víctimas
La causa que se ventila en el 4.° Juicio por delitos de lesa humanidad cometidos en Mendoza expresa: “Los secuestros seguidos de desapariciones, u homicidios en ejecuciones sumarias, de un determinado número de militantes de la organización Montoneros, en el mes de abril de 1977 en la provincia de Mendoza, obedecieron a un plan criminal elaborado y ejecutado por el Comando Militar de la Subzona 33, que fue parte integrante de la Zona Militar III. Sobre este grupo de personas se realizó un trabajo de inteligencia, detección y seguimiento, el cual culminó en la eliminación física de sus integrantes, pues en algunos casos fueron ejecutados en el lugar en que se encontraban y en otros fueron apresados, conducidos a lugares ocultos, negados a la acción de los recursos de Habeas corpus interpuestos por sus familiares y, finalmente, sometidos a la condición de ausentes, desaparecidos”.
María del Carmen Laudani y Jorge Alberto José eran oriundos de Mar del Plata y habían venido a Mendoza huyendo de la persecución en la ciudad costera. Aquí vivían en la zona de Alberdi y Uruguay de San José, Guaymallén, en un local donde funcionaba una imprenta de Montoneros.
Los restos de la pareja fueron sepultados en el cementerio de Capital (Cuadro 33); fueron luego recuperados por sus familiares e inhumados en su ciudad natal.
Fuente: Edición UNCUYO
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