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19 DE NOVIEMBRE DE 2024
No se consigue café, aceite, harina de maíz, jamón, pollo, jabón de lavar y otros productos de primera necesidad. En el interior del país es cada vez peor.
Foto: gentileza elvenezolanonews.com
Lileana Díaz permaneció cinco horas a las puertas de un supermercado de Valencia, la principal ciudad de la región central de Venezuela, con la esperanza de comprar un pollo, pero la larga espera fue infructuosa, como lo explicó a la AFP: "Llegué a las cinco y media de la mañana y no pude comprar nada… No es posible que se tenga que trabajar y además hacer colas para regresar con las manos vacías", se lamentó esta recepcionista del Hospital de Valencia, de 49 años.
En otros términos, la distancia de Caracas multiplica proporcionalmente la carencia de alimentos: sin ir muy lejos, desde hace un mes, es misión imposible conseguir un pollo en esta ciudad. Un panorama que conduce a la exasperación y a intentos de saltar por encima de las barreras para penetrar en los supermercados y hacerse con las codiciadas mercancías. Resultado: la policía tiene que intervenir para controlar la situación. Una mujer mostró magulladuras en una pierna para ilustrar que la adquisición de pañales desechables fue producto de una encarnizada batalla campal.
En el transcurso de las últimas semanas, las colas se alargaron aún más en Maracaibo (oeste), Puerto Ordaz (sur) y Cumaná (noreste). La prensa registra constantemente episodios de tensión e incluso desbordamientos en la multitud que espera en vano, durante horas, castigada por el sol, poder comprar al menos los productos básicos.
El economista Pedro Palma estimó en diálogo con la AFP que el Gobierno atiende menos los problemas en las ciudades de provincia que en Caracas. Cuestión de "minimizar" el asunto y de ofrecer una imagen más positiva. Considera que "es mejor evitar situaciones críticas en Caracas para no desembocar en una explosión social con consecuencias realmente dramáticas". Egné Casano, una ama de casa de 28 años, lo corrobora en Valencia: "Yo fui (a Caracas) hace poco y pude ver que había más oferta".
Las colas de la esperanza
Con un cierto sentido del humor, la gente ha bautizado a las interminables filas frente a mercados y supermercados como "las colas de la esperanza" porque, una vez en el interior de los comercios, se constata que los anaqueles están prácticamente vacíos. Si bien antes se buscaba un producto determinado, actualmente quienes esperan en las colas lo hacen para ver qué hay, qué encuentran en los supermercados. "Ahora la gente hace la cola pero sin saber lo que se vende", precisó una persona en esta situación en Valencia.
Muchos recorren la ciudad en busca de productos básicos, cuyos precios han sido regulados por el Gobierno. Pero hay quienes los adquieren para su provecho personal, y los venden más caros en una suerte de mercado negro. Este tráfico es conocido bajo el nombre de "bachaqueo", un factor que según los economistas agrava la escasez.
Se desconocen las estadísticas exactas relativas a la penuria porque el Banco Central de Venezuela dejó de publicarlas en marzo de 2014. En ese entonces, la tasa de escasez en la cesta familiar alcanzaba el 29,4 %. Muchos analistas opinan que este índice ha aumentado considerablemente a causa de la caída de los precios del petróleo.
Entre tanto, en Valencia el público continuaba agolpándose en colas interminables. Ha sido el caso de un supermercado frente al que aguardaban su turno seiscientas personas. La Policía que lo custodiaba permitió pasar al interior progresivamente a grupos de cincuenta, al tiempo que el humor, la resignación o la cólera se exteriorizaban de manera clara.
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