Se abre la temporada de aires acondicionados, pero cuidando la salud
La pandemia no ha terminado y hay que mantener ciertos cuidados. Hablamos con un neumonólogo y con un técnico en instalaciones. Además del mantenimiento, consultamos sobre qué nivel de temperatura hay que fijar.
Foto: Télam
Se abre la temporada de uso intensivo del aire acondicionado, sin dudas, un medio de confort que permite combatir el agobiante calor de los días de primavera/verano, dormir mejor, trabajar de un modo más agradable y habitar nuestra vivienda sin sufrir un golpe de calor. Sin embargo, el mal uso o el abuso de este aparato puede repercutir de forma negativa en la salud. Además, seguimos en pademia y hay protocolos que mantener.
De hecho, tal y como se hace con las estufas en invierno, poner el aire acondicionado en condiciones también es de suma importancia debido a que está relacionado con el oxígeno que se respira, sobre todo –remarcamos–, mientras el coronavirus aún circula.
Desde Unidivesidad buscamos la palabra de un especialista en infecciones respiratorias, que recordó algunas reglas básicas para protegerse de afecciones que van de irritaciones menores a infecciones graves. Pero también hablamos con técnicos y dueños de los principales centros de instalación y mantenimiento de los aparatos, que nos dieron algunos consejos para su correcto uso y cuidado.
“No hay una 'no recomendación' del uso del aire acondicionado en contexto de pandemia, sino una recomendación adecuada del mismo. Sabemos que, en tiempos de mucho calor, tiende a producirse una disminución de muchas afecciones respiratorias; sin embargo, se generan situaciones en la que el mal uso de estos equipos puede provocar aumentos reiterados de irritación, inflamación e infección de las vías respiratorias”, advirtió el neumonólogo del Hospital Universitario, Nicolás Cangiani.
El experto en infecciones respiratorias apuntó, además, que los cuadros gripales leves, como bronquitis, laringitis, sinusitis o faringitis tienden a aumentar y evolucionar hacia procesos víricos de mayor gravedad, como la neumonía, debido a tres factores: una temperatura extremadamente baja, un descenso brusco de la temperatura y la presencia de gérmenes y bacterias en los filtros de los sistemas de climatización.
"Cuando el mantenimiento del equipo de aire no es el adecuado, se forman cúmulos de agua que pueden originar contaminación por hongos y bacterias llamadas esporas, que son diseminadas en el aire que respiramos y pueden producir una inflamación del tejido pulmonar cconocida como alveolitis alérgica extrínseca. En el caso de personas asmáticas o con EPOC, que superan la media nacional aquí en Mendoza, pueden derivar en crisis más severas: tos seca, broncoespasmos o la sensación de falta de aire", resaltó el especialista.
“Además –continuó el médico–, cuando se utiliza el aire, los ambientes suelen estar herméticamente cerrados para conservar el frío. Si el aire no se renueva y no hay un purificador o un filtro con MERV alto, entonces los riesgos de contagio aumentan considerablemente. Por eso insistimos en ventilación de los lugares, sobre todo, los transitados por distintas personas: oficinas, escuelas, negocios, bares, restaurantes, entre otros”.
En concordancia con el neumonólogo, Néstor Martínez, técnico y especialista en la instalación y mantenimiento de equipos de frío/calor, apuntó a que la puesta a punto del aire acondicionado, al menos una vez al año, pasa por la limpieza de la unidad.
“Existen tres pilares básicos para el buen uso del equipo y para prevenir enfermedades: revisión, limpieza y mantenimiento. Sin ellos, los problemas derivados de un aire acondicionado que no funciona bien pueden incidir en la salud. Cuando los filtros no están limpios, sirven de alojamiento a hongos, bacterias y virus que afectan enormemente a las vías respiratorias humanas. Durante los cambios de estación, es posible que el aire acondicionado emane malos olores si no se le ha dado el correcto mantenimiento. Tener un ambiente higiénico, sin malos olores, sin bacterias o virus y que, además, no ponga en riesgo la salud ni la economía es posible, ya que todo esto se puede prevenir con la atención adecuada”, detalló el técnico.
Cuestión de filtros
“Los filtros son de gran importancia –continuó Martínez–. Estos se miden en MERV, la capacidad que poseen para atrapar partículas milimétricamente pequeñas. La clasificación va de 1 a 20 y, cuanto más alta, más eficiente. Los splits o aires domésticos tienen filtros con valores MERV que van de los 8 a 13. Los centros sanitarios suelen contar con equipos de valores superiores a 14. Los quirófanos y los aviones, por ejemplo, utilizan filtros HEPA (sigla de High Efficency Particulalate Air filters), que tienen la máxima calificación. Un filtro HEPA puede eliminar el 99,97 % de polvo, polen, bacterias, virus, partículas menores a las de la COVID-19, aunque su precio es muy alto”, remarcó.
En este caso, el especialista en refrigeración aconseja que, antes de comprar cualquier tipo de filtro, se consulte a una persona con experiencia sobre las dimensiones del ambiente en las que funcionará el equipo para que sea realmente útil: “Uno pequeño en una habitación grande no purificará el aire lo suficiente”, dijo Martínez.
Por su parte, Cangiani insistió en la dificultad de que se produzca algún contagio de cualquier virus, hongo o bacteria cuando se realiza la limpieza anual de los filtros. “La probabilidad de contagio de COVID-19 por el uso de aire acondicionado en el hogar es muy baja, siempre y cuando se mantenga limpio el filtro. Con un mantenimiento adecuado, no es frecuente que personas con buena salud puedan adquirir algunas de estas infecciones”, dijo.
Asimismo, ambos coincidieron en que la mejor alternativa es ventilar. “Dejar una ventana abierta, por más que el aire esté prendido, disminuye la capacidad de propagación de los aerosoles con COVID-19 o con cualquier otro tipo de germen, aunque eso implique mayor consumo de energía”, expresó el neumonólogo.
Otro punto, siempre en debate, es la temperatura a la cual fijar el equipo. “La temperatura del equipo en verano debe mantenerse por encima de los 24 grados, y los niveles de humedad del aire, entre el 35 y el 60 %. Hay que evitar un descenso brusco de la temperatura corporal. La transición de frío a calor, y viceversa, debe ser gradual, intentando que entre el interior y el exterior no haya más de 10 grados de diferencia”, resaltó Cangiani.
“Cuando el aire entra en las fosas nasales –continuó– aumenta unos grados para adecuarse a la temperatura corporal antes de llegar a los bronquios, pero, si el aire acondicionado está demasiado frío, por debajo de los 20 grados, no da tiempo al organismo para calentarlo. Ese aire, frío y seco, al entrar en contacto con la mucosa nasal y las vías respiratorias, favorece la sequedad, irritación e inflamación de la vía aérea superior de la faringe y la laringe e, incluso, a nivel bronquial, y genera algunas de las tantas enfermedades antedichas”, detalló el especialista en las vías respiratorias.
Martínez también explicó que la temperatura correcta se encuentra en esos valores y dio algunos consejos. "Cada grado que bajemos al termostato supone el 10 % más en gasto de energía. No solo forzamos al equipo a que funcione con mayor capacidad sino que acortamos su vida de uso y, lo más importante, eso influye en nuestra salud. Que todas las personas de una sala estén cómodas depende del lugar que ocupen. Si la habitación está entre los 20 y los 24 grados, como muchos sugieren, pero a una persona le cae justo encima el chorro de aire, su sensación térmica va a ser muy inferior. Por eso, mantener el aire acondicionado entre 24 y 27 grados hará que el consumo sea drásticamente inferior y el confort térmico sea estable para todos", finalizó el experto.
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