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Ayer se presentó, en el Auditorio Ángel Bustelo, el ensayista, poeta, filósofo, traductor y antólogo de literatura, Santiago Kovadloff. Una disertación acerca del valor de la educación en la formación de personas para la construcción de una ciudadanía.
foto: Axel lloret
En un momento donde la educación está en el ojo de la tormenta; en un momento histórico de lucha salarial, de mejoras edilicias, de mejoras en cuanto a la calidad, Santiago Kovadloff agrega, al cúmulo de interrogantes que asedian a la educación, uno más: ¿qué significa educar en un país como el nuestro y en un mundo como el de hoy?
En una conferencia brindad en el Auditorio Ángel Bustelo, el filósofo respondió a dicho interrogante. Siendo coherente con su conferencia, dicha respuesta se transforma a la vez en un nuevo interrogante y en un desafío para aquellos que hacen diariamente a la educación.
La conferencia no duró más de hora y media, pero fue intensa y a la vez inquietante. Con el Auditorio prácticamente repleto –docentes, políticos, alumnos, y profesionales de otras áreas- Kovadloff introdujo su charla haciendo un repaso histórico acerca de los procesos sociales que han ido transformando la sociedad. Para lo cual comenzó haciendo referencia a la globalización como proceso dinámico que reinventa la sociedad y se reinventa a sí misma. Una globalización primaria, entendida como la supremacía de un pensamiento por sobre otro, para luego transformarse en una globalización donde la supremacía está dada por la tecnología. En esta transformación tecnológica de ambientes exclusivamente humanos, como las fábricas y las comunicaciones, se han modificado algunos parámetros sobre los cuales edificábamos nuestra vida: el espacio y el tiempo. Es factible estar en varios lugares a la vez, manteniendo una conversación con personas ubicadas a miles de kilómetros distanciados, incluso, entre sí; por ejemplo a través de una teleconferencia.
Lo dicho sin duda repercute sobre la cultura. En este punto el filósofo hizo una distinción entre varios conceptos de cultura señalando que una persona es culta cuando incluye al otro, cuando el prójimo pasa a ser el eje central de aquello a lo que se estudia y/o analiza. Concepto que tiene una íntima relación con la idea de “educación”. El poeta señaló que para lograr que un niño/a sea culto los educadores deben velar por fomentar la capacidad de escuchar y preguntar, tanto entre los que reciben la educación como los que la facilitan, por lo tanto cultura y educación se parecen enormemente ya que en ambos conceptos se entiende al prójimo y se busca un encuentro con el prójimo.
Por lo tanto el docente debe transmitir, entendiendo esta palabra como la acción de explorar un saber mediante preguntas, dándole participación al otro como explorador. Esta es, según Santiago Kovadloff, una (o la única) manera de garantizar que no hayan más desaparecidos del sistema, que hay inclusión y por ende una construcción como protagonistas. Estamos hablando, señala el pensador, de “seres responsables de interpretar”, es decir seres con la responsabilidad de “decidirse a sostener que lo leído no cabe a una sola lectura”.
Esta es la forma, terminará diciendo, en que se aboga por una real democracia, buscando el consenso en la discusión, a través del análisis.
Así concluyó la conferencia, sin duda dejando a más de uno con un sinfín de preguntas, de valiosas –dado su posibilidad de cambio- preguntas.
Analía Martín.
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