Salud mental: aseguran que la niñez y la adolescencia son las franjas más vulnerables
El director de Salud Mental de Mendoza, Manuel Vilapriño, explicó que cualquier impacto nocivo puede dejar una huella en su psiquismo. Los centros infantojuveniles están desbordados frente al incremento de trastornos de la conducta, de la alimentación, depresiones y autolesiones. La importancia de la prevención y el rol central de la familia.
Vilapriño dijo que la cercanía y los límites son las dos claves para que los adultos acompañen a chicos y chicas. Foto: Unidiversidad
La niñez y la adolescencia son las franjas etarias más vulnerables en materia de salud mental, aseguró el psiquiatra Manuel Vilapriño. Y explicó la razón: hasta los 20 o 25 años se desarrollan el psiquismo y el sistema nervioso central, por lo que el cerebro tiene una enorme plasticidad, es flexible y adaptativo. Sin embargo, esa misma cualidad lo expone a que cualquier impacto nocivo, como el consumo de drogas, el abuso, la separación traumática de los adultos referentes, el bullying, deje una especie de huella que puede ser la base de un trastorno a futuro si no se aborda a tiempo ese primera marca.
Las palabras del director de Salud Mental y Consumos Problemáticos tienen un correlato en Mendoza, que, a su vez, es un reflejo de la situación nacional y mundial. Explicó que, en el recorrido que realizó por los efectores en el mes que lleva de gestión, advirtió que todos los dispositivos infantojuveniles están desbordados por la cantidad de chicos, chicas y sus familias que piden ayuda.
Los padecimientos en materia de salud mental de la niñez y la adolescencia van en aumento, en especial los trastornos de ansiedad, de la conducta alimentaria, las depresiones, distintas formas de autolesión, hasta el suicidio. Esta situación –subrayó el profesional– es una enorme señal de alarma que obliga a destinar todos los recursos disponibles a la atención, pero en especial a la prevención. Aseguró que no solo el Estado debe asumir su responsabilidad, sino también la sociedad, en especial la familia, que es el primer escudo protector y que puede advertir cambios en la conducta, que son marcadores de que algo no está bien.
“Niñez y adolescencia son las franjas más vulnerables, no porque adolezcan de algo, que es un término mal usado, sino porque hay un tejido en crecimiento. Entonces, si lo reforzás positivamente y lo cuidás, es un plus, pero si lo exponés a situaciones psicotraumáticas, estresores crónicos o agudos, como el contacto frecuente con la droga, esto modula o moldea todo lo que tiene que ver con el aparato genético del cerebro y da lugar a que se modifiquen conductas de ahí en adelante que tal vez no iban a aparecer en la persona”, expresó.
El incremento de casos en esta franja etaria es un reflejo de una problemática global. Vilapriño explicó que la cantidad de personas con trastornos mentales crece desde hace 20 años, una realidad que visibilizó la pandemia y que confirmaron dos estudios paradigmáticos en Argentina, uno que realizaron en 2007 la Universidad de Buenos Aires y Conicet, y otro que elaboró en 2017 la Asociación de Psiquiatras Argentinos junto con la Escuela de Medicina de Harvard. Afirmó que, si bien esa radiografía adulta no se puede extrapolar directamente a los jóvenes, el crecimiento de casos está en sintonía con esa realidad.
Vilapriño explicó que el objetivo es reforzar el sistema de atención, pero advirtió que, sin compromiso social y familiar, los recursos siempre serán escasos. Foto: Unidiversidad
Refuerzo del sistema
¿Cuál es la realidad de los centros públicos donde las familias pueden pedir ayuda?
En este mes y pico que llevo de gestión, he ido a todos lados, y todos los servicios que tienen que ver con lo infantojuvenil están desbordados. En este sentido, pienso lo mismo que pensaba antes de ingresar acá: que con la asistencia siempre corremos atrás, la demanda es altísima y, aunque pongamos todos los recursos del mundo, que por supuesto estamos trabajando en eso y que estamos intentando que sean más todavía, siempre vamos atrás. Mendoza, comparativamente con otras provincias, está mejor, pero falta mucho en cuanto a la asistencia. El sistema se reformó en la gestión anterior, pero por supuesto que hay que reforzarlo más y dotarlo de mucha más creatividad.
Vilapriño explicó que la apuesta de su gestión será reforzar todo el sistema, en especial la atención primaria, ya que aseguró que muchas situaciones incipientes las puede evaluar y resolver un profesional entrenado, aunque su especialidad no sea la psiquiatría. Dijo que eso evitará que quienes necesitan ayuda acudan directamente al segundo y tercer nivel de atención, es decir, a los nueve centros especializados en la temática infantojuvenil o a los hospitales.
El psiquiatra comentó que también impulsarán cambios en la forma de abordaje; por ejemplo, hacerlo de manera grupal. Dijo que esto no implicará dejar de lado la psicología individual, que seguirá siendo central, pero que hay temas como el de los consumos problemáticos en los que la respuesta positiva se refuerza cuando se trata en un taller.
¿Cuál es su evaluación sobre los centros que atienden esta demanda?
Existen, tanto en lo público como en lo privado, centros que pueden absorber la problemática. En lo público, están muy bien equipados y funciona bien, como el Centro Integral Provincial de Atención de Urgencias del Adolescente (Cipau), los nueve centros infantojuveniles, las áreas en hospitales generales, los mismos especializados que en Argentina fueron muy cuestionados, hay que refuncionalizarlos, reforzar lo edilicio y también el recurso humano. Ahora, si sabemos que los cuadros en los que los factores psicológicos, sociales y ambientales van a seguir aumentando, entonces tenés que reforzar la asistencia, pero, al mismo tiempo, tenés que trabajar muchísimo en prevención, en especial en la asistencia en el primer nivel, porque, de lo contrario, vamos a seguir poniendo recursos para internación y las barreras de inicio no van a estar abordadas. Y eso tiene que ver con prevención y promoción de la salud, en especial con la atención primaria, que es un problema. Por eso, creemos que el trabajo tiene que estar mucho en terreno, con las escuelas, con la familia, con los clubes. Tiene que estar ahí porque gran parte de la problemática que termina disparando esta genética la podemos disminuir o paliar trabajando de manera preventiva.
"Los chicos en confianza se abren, hablan, y cuando hablan se alejan de todas las conductas de riesgo", dijo el psiquiatra. Foto: Pixabay
Cercanía y límites, claves de la prevención
El psiquiatra repitió que la única forma posible de enfrentar esta problemática es que el Estado y la sociedad en su conjunto se centren en la prevención, porque, si bien trabaja en el refuerzo de centros asistenciales, asegura que es clave advertir los problemas antes de que escalen en gravedad. “Yo me la paso hablando del rol del Estado y de que el Estado tiene una obligación, una responsabilidad, pero lo fundamental es el núcleo familiar, y cuando hablo de familia, hablo del concepto de hoy de familia, que es el círculo de convivencia que rodea a esa persona. Por supuesto que las redes y los celulares tienen muchísimo impacto, pero ahí también está el rol del adulto que acompaña, y eso no hay que obviarlo”, comentó.
¿Cuáles son las claves para que la familia acompañe a chicos y chicas en esta etapa?
El acompañamiento viene de la mano de la cercanía, de saber qué hacen nuestros hijos, de estar cerca en el sentido de compartir. No hace falta que sea todo el día, pero sí compartir todos los momentos que se pueda, en los que haya intercambio, ir a comer, acompañarlo a alguna actividad, tener esos espacios de diálogo donde nos cuentan en líneas generales como están, con quién se están juntando, cómo son los amigos, las amigas; conocerlos, saber de ellos, saber cómo les está yendo en la escuela, qué temores tienen, todo eso va surgiendo de lo que van compartiendo. Entonces: primer punto, cercanía; segundo, límites, que parece una mala palabra, pero que tiene que ver con lo que llevamos adelante desde el amor, desde el afecto. Obviamente, no hablo de límites agresivos ni violentos, sino de límites que tienen que ser explicados, transmitidos al adolescente con cariño, mostrando por qué, aunque sean contundentes y firmes, aunque nos pueda generar algún tipo de malestar o dolor. Como padres, no nos gusta decir que no a algo que sabemos que al chico o a la chica le va a encantar, pero sabemos que el sí a todo implica que muchas veces se expongan a altísimos riesgos, que no aprendan los valores y las herramientas básicas para manejarse en la vida afrontando los inconvenientes, los problemas y, básicamente, las frustraciones. Entonces, la cercanía y los límites van juntos, obviamente con afecto, cariño, amor, es la mejor manera de prevenir. Después podremos decir que hagan deporte; por supuesto, todo lo que sea grupal, que sea sano, que los aleje de todo lo que sea un riesgo está bien. Pero el núcleo fundamental de convivencia es clave porque es el que va a detectar todo, si hay bullying, si hay amistades que no están influyendo positivamente, si hay otro tipo de factores que pueden estar poniéndolos en riesgo.
En una entrevista que dio a Unidiversidad, el doctor Pedro Estévez dijo que los adolescentes están en una situación de semiabandono. ¿Comparte esa visión?
Sí, es lo que hablamos de la lejanía. Creemos que son felices porque tienen acceso a todo, aquellos padres que pueden darles todo a los hijos en el sentido de lo económico, que tienen celular, esto, aquello, que les dicen sí a todo, que vayan a la previa con 14 o 15 años, y creemos que son felices con todo eso. La felicidad es un concepto mucho más amplio que viene de la mano de la armonía y el bienestar, y no hay armonía ni bienestar cuando un adolescente tiene una gratificación inmediata, pero no la gratificación de lo afectivo en el sentido de los vínculos más fuertes, que son con los familiares. Por eso repito que la cercanía es clave, sin necesidad de agobiarnos, pero esto de que están librados al azar o de que están con tantas actividades que los padres directamente no pueden un sábado sentarse a comer con ellos o salir durante la semana no es positivo, porque son espacios fundamentales, permiten el intercambio, que los chicos se abran. Los chicos en confianza se abren, hablan, y cuando hablan y expresan, se alejan de todas las conductas de riesgo, como el suicidio. Si querés actuar específicamente sobre el suicidio, buscá que la sociedad hable, que exprese las emociones, que sepa que no está bueno sentir eso, que eso forma parte de alguna problemática que lo está aquejando y que se puede solucionar. Lo que necesitamos es que hablen. Si vos no favorecés la posibilidad de que hablen dentro de los vínculos más cercanos, va a costar mucho. Si al chico o a la chica le va a dar miedo decir tal o cual cosa porque lo pueden retar, no hablará.
¿Cuáles son las señales de alarma a las que debe estar atenta la familia?
Cambios en la conducta, que alguien sea totalmente desinhibido o que exista mayor retraimiento, que esté más aislado, callado. También que se altere su rendimiento en actividad escolares, deportivas, o que los propios amigos digan que no lo ven bien. A veces los adultos decimos: "Está callado y retraído con nosotros, pero sale los fines de semana y la pasa bárbaro", pero habría que ver, porque tal vez sale los fines de semana porque es lo único que le genera algún tipo de gratificación, pero ni siquiera la pasa bien. Entonces, la cercanía permite que se abra en ese aspecto. Resumiendo, las señalas de alarma son: cambios de conducta, más retraimiento, más rebeldía, problemas de sueño, desmejora de su rendimiento académico, deportivo, alejamiento del grupo de amigos de siempre; todas esas son señales como para hacer una consulta, preguntar, escuchar, que se pueda evaluar la situación.
Ante alguna señal de alarma, ¿dónde o a quién deben pedir ayuda?
Desde el punto de vista del sistema de salud, en el efector más cercano, ya sea el centro de salud u otro. Lo primero y principal es que se apoyen en la gente que los rodea, que comenten lo que les pasa. Por ejemplo, muchos casos son derivados desde las escuelas, donde advierten señales de que existe un problema.
* 148: Línea de Salud Mental. Funciona de lunes a viernes de 8 a 20. Atienden profesionales especializados que los escucharán, orientarán y derivarán, si lo juzgan necesario.
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