Ricardo Villalba: “El cambio climático existe y los daños son cada vez mayores”

Así lo aseguró el investigador principal del Conicet, que consideró retrógrado negar un fenómeno demostrado científicamente. Dijo que eso impide al país recibir recursos internacionales y buscar alternativas de producción que protejan los recursos naturales.

Ricardo Villalba: "El cambio climático existe y los daños son cada vez mayores"

"Es muy claro que este aumento acelerado de la concentración de dióxido de carbono, fundamentalmente, es por la actividad humana". Foto: Unidiversidad

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Verónica Gordillo

Publicado el 26 DE DICIEMBRE DE 2024

Hay fenómenos discutibles y otros que no lo son. El cambio climático, con sus efectos sociales, económicos y ambientales, está en el último grupo, dice el investigador principal de Conicet en el Instituto de Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientes (Ianigla) Ricardo Villalba. Explica que negar esta realidad no solo impide al país recibir fondos internacionales para mitigar sus efectos, sino que es la puerta para poner en marcha políticas públicas que van en sentido contrario al cuidado de los recursos naturales y a la necesidad de bajar las emisiones de dióxido de carbono, que incrementan la temperatura y los eventos climáticos extremos.

Me parece dañino negar esta situación y luego, obviamente, las políticas que se desarrollan en el país no van a estar asociadas a la búsqueda de soluciones ambientales, sino al desarrollo de estas tecnologías, de estos procesos antiguos que nos han metido en un brete muy grande. El uso del petróleo, que fue una solución hace 150 años, en 1850, durante la Revolución Industrial, obviamente produjo un montón de avances tecnológicos, pero nos crea un problema que va a ser enormemente difícil de solucionar y que está produciendo impactos a nivel global en la sociedad, en los ambientes, en los ecosistemas. Entonces, en lugar de negar que esto existe, aceptemos que está ocurriendo y busquemos la posibilidad de crecimiento socioeconómico en el desarrollo de energías alternativas”, dice el investigador.

Naciones Unidas definió al calentamiento global como las modificaciones a largo plazo de las temperaturas y los patrones climáticos que, si bien se pueden dar por variaciones naturales, desde el siglo XIX tienen como principal motor las actividades humanas, en especial la quema de combustibles fósiles, como el carbón, el petróleo y el gas.

Villalba, con 44 años de carrera, explica a Unidiversidad que este fenómeno es una realidad que produce daños sociales y económicos palpables, medibles, que afectan la vida cotidiana de pobladores de todo el mundo, desde los que habitan en países ricos hasta las familias productoras de Mendoza, que soportan sequías extremas.

El investigador, que lideró el Inventario Nacional de Glaciares y ahora coordina un estudio sobre los bosques del país por ser reservas naturales estratégicas, dijo que, en materia ambiental, las decisiones y conductas de cada habitante son importantes. Él mismo las pone en práctica al llegar a trabajar todos los días en bicicleta, no utilizar celular ni aire acondicionado, pero subraya que hay un nivel superior en materia de decisiones, políticas macro que son indispensables para lograr cambios profundos a largo plazo.

Villalba dijo que Mendoza tiene todos los recursos para convertirse en un polo de energías alternativas. Foto: Unidiversidad

Un fenómeno indiscutible

El presidente Javier Milei negó la existencia del cambio climático, y Argentina, como país, se levantó de la COP29. ¿Cuál es su opinión sobre este negacionismo, teniendo en cuenta que usted es un especialista en estos temas?

Nuevamente llegamos a esta situación donde, en lugar de avanzar, porque seguramente hay formas de avanzar en busca de un mundo sustentable, más justo desde el punto de vista ambiental, volvemos atrás. Es retrógrado pensar que volvemos a la idea de que podemos contaminar cuando cientos, miles de científicos, educadores y gente que vive en distintos lugares del mundo son conscientes de la situación en la cual estamos viviendo como consecuencia del cambio climático. Los daños son enormes, palpables, la gente que muere como consecuencia de eventos climáticos extremos que están ocurriendo cada vez más fuertes, cada vez con mayor intensidad. Es evidente cómo están impactando nuestros ecosistemas, cómo están muriendo los bosques en el mundo, cómo se están reduciendo los glaciares en todo el planeta, cómo el nivel del mar está aumentando. Todas son pruebas claves, evidencias de un cambio climático que está ocurriendo en el planeta. Cuando uno mira las emisiones de dióxido de carbono, es muy claro, con todos los registros, con todos los aportes de la ciencia, que estos niveles que tenemos en la actualidad no existieron en el último millón de años, que haber pasado de 280 partes por millón de dióxido de carbono en el año 1850 a 427 partes por millón no ocurrió nunca. Uno puede, porque tenemos ahora la posibilidad de mirar cómo eso fluctuó en el pasado, saber que no existe en el pasado ningún momento en el que tuviéramos 427 partes por millón de dióxido de carbono y que, para un nivel similar, tendríamos que remontarnos a una tierra muy diferente de la que vivíamos, 4 o 5 millones de años hacia atrás, con un mundo totalmente distinto, con una disposición de los continentes diferentes.

¿Cuál es la razón de este fenómeno?

Es muy claro que este aumento acelerado, exponencial de la concentración de dióxido de carbono, fundamentalmente, es por la actividad humana asociada a la quema de combustibles fósiles. Sacamos carbono que la tierra almacenó bajo la superficie para que la vida sea como nosotros la conocemos y a eso se suma la deforestación, con esta lamentable necesidad de reducir los bosques para un beneficio económico, las plantaciones de monocultivo u otro tipo de actividades que no están pensando justamente en un mundo sustentable. Entonces, estas actividades impactan, está claramente demostrado.

¿Quién lo demuestra?

Esto está claramente demostrado y lo hace el Panel de Cambio Climático de Naciones Unidas del IPCC, que cada 6 años emite su informe y cientos de científicos de todos los países del mundo -y ese documento es aprobado por todos los países del mundo- son conscientes de que el cambio climático existe, como dice el último documento del año 2021, el cambio climático no es cuestionable. En este momento, no podemos venir a decir que no existe. El cambio climático existe por donde lo miremos y los daños que está infringiendo a la sociedad son cada vez mayores. Eso es algo claro y van a seguir incrementándose porque, a medida que estas emisiones continúen, vamos a seguir aumentando la temperatura del planeta y produciendo eventos climáticos extremos cada vez más importantes, cambios a nivel del clima, que están afectando la economía regional.

¿De qué forma la afectan?

Por, ejemplo, nuestra región está viviendo una megasequía que empezó en el año 2010: durante 13 años no hemos tenido un año con precipitaciones normales en la cordillera. Acaba de ocurrir ahora, este año acabamos de tener nieve relativamente normal, ni siquiera es un año de abundante precipitación, sino normal, pero hemos vivido 13 años en los que la nieve no alcanzó al valor normal, estuvo en promedio en el 50 % de lo que debería caer. Esto está asociado a variaciones naturales del sistema climático, pero la contribución humana es clara. Es decir, ¿qué está pasando con los glaciares, qué está pasando con los bosques? Donde uno vaya, hay huellas que están marcando claramente cuál es el impacto del cambio climático.

Villalba dijo que la sequía extrema que vivió Mendoza durante 13 años es una huella del impacto del cambio climático. Foto: Prensa Irrigación

Consecuencias del negacionismo

Más allá de las palabras de un dirigente, en este caso el presidente, que niega este fenómeno, ¿tiene consecuencias, efectos prácticos, que Argentina se retire de las mesas de diálogo, de las cumbres sobre el tema, como fue el caso de la COP29?

Obviamente, hay efectos. Hay programas internacionales. Por ejemplo, en esta última COP29 hay un fondo de unos 300.000 millones de dólares para solucionar estos problemas que presenta el cambio climático. Es decir, los países desarrollados son conscientes de que ellos son los grandes emisores, que no podemos comparar una emisión histórica de un país como Estados Unidos, que tiene el 33 % de la emisión histórica, aunque ahora China también está aumentando enormemente, con el 0,6 % de Argentina a nivel de emisiones. Sin embargo, el productor de Lavalle se ve tan afectado como cualquier otro ser del planeta cuando no le llega agua, porque ya en la cordillera nieva mucho menos. Entonces, hay como una injusticia ambiental, en la que no todos somos responsables y, si bien cuesta, se va en el camino de que esta situación sea reconocida internacionalmente. Esto genera fondos de los países desarrollados para poder mitigar los efectos en los país en desarrollo; en nuestro caso, por ejemplo, contar con fondos para proveer agua a un productor de Lavalle, construir un canal o un puente, recuperar una ciudad o una población después de un tornado o de un evento catastrófico, como suele ocurrir. Entonces, inmediatamente, retirarnos de estas reuniones significa no tener acceso a estos fondos, porque, si uno no está aceptando que esto está ocurriendo, obviamente esto significa no tener acceso a estos fondos. Entonces, ya tenemos inmediatamente una situación que nos impide acceder a fondos para poder mitigar los efectos desfavorables del cambio climático. Y luego, implica toda una perspectiva de largo plazo, donde se va a avanzar en tecnologías o en el uso de recursos que luego cuesta enormemente reemplazar.

¿Cuáles? ¿Me puede dar ejemplos?

¿Qué pasa si nosotros deforestamos gran parte del país, reemplazamos todo por un monocultivo que nos puede significar plata por dos o tres años, hasta que ese suelo se agote? ¿Qué pasa cuando abandonamos ese suelo? Transformamos un bosque en un desierto. Entonces estamos perdiendo capacidad productiva del país. Justamente, por tomar líneas asociadas a obtener más recursos en unos pocos años ignoramos el futuro de largo plazo. Cuando tomamos decisiones en esa dirección, creamos un problema que en cuatro o cinco años va a ser insostenible y que va a costar recuperar: el bosque no se va a recuperar en un año, no vamos a tener un bosque en dos o tres años, eso va a requerir cientos de años. Entonces, volvemos a una situación en la que los daños causados por el desconocimiento, o por negar cosas que están ocurriendo y no tomar medidas para subsanarlas, nos va a enfrentar a situaciones ambientales y socioeconómicas, porque hay un montón de gente afectada, cuya recuperación es de largo plazo. Mucho mejor sería pensar en buscar soluciones para un mundo que está requiriendo soluciones ambientales.

¿Como cuáles?

Por ejemplo, si tenemos que reducir las emisiones de dióxido de carbono, tendríamos que pensar en transformar a Mendoza y a la región en un polo de energía alternativa. Nosotros tenemos capacidades energéticas alternativas increíbles: la radiación solar, los vientos; podemos transformar a Mendoza en un polo de desarrollo de energías alternativas donde tendríamos trabajo, tecnología, donde podríamos emplear a toda la gente de las ingenierías de la universidad, se podrían hacer trabajos a nivel de pequeñas instituciones para construir calefones solares de primer nivel que, si bien ya lo estamos haciendo, podríamos hacerlo como algo extensivo. Es una gran posibilidad de la cual podríamos obtener recursos económicos a través de algo que el mundo está necesitando, el mundo camina hacia esa dirección, y no negarnos a esa posibilidad de buscar soluciones ambientales. Entonces, el camino está en aceptar esto, buscar las soluciones y aprovechar estas oportunidades a nivel de radiación solar. Mendoza tiene niveles de radiación solar increíble, tenemos 360 días de año con una capacidad energética increíble. ¿Por qué no estamos avanzando en esto, en lugar de pensar que la única solución puede ser deforestar o seguir tratando de estrujar más los campos para poder sacar el poco petróleo que queda en el país? Ese tipo de cosas hay que ir mirando, me parece dañino negar algo y que luego, obviamente, las políticas que se desarrollan en el país no vayan a estar asociadas a la búsqueda de soluciones ambientales, sino al desarrollo de estas tecnologías, de estos procesos antiguos que nos han metido en un brete muy grande. El uso del petróleo, que fue una solución hace 150 años, en 1850, durante la Revolución Industrial, obviamente produjo un montón de avances tecnológicos, pero nos crea un problema que va a ser enormemente difícil y que está produciendo impactos a nivel global en la sociedad, en los ambientes, en los ecosistemas. Entonces, en lugar de negar que eso existe, aceptemos que esto está ocurriendo y busquemos la posibilidad de obtener recursos económicos, de crecimiento social, por ejemplo, en el desarrollo de energías alternativas. Podríamos estar poniendo énfasis en el desarrollo de ese tipo de energía en lugar de tratar de negar lo que está ocurriendo en el planeta y mantener situaciones que no son ambientalmente amigables. No tiene sentido deforestar bosques si no hay una justificación muy grande; tenemos que pensar en reducir el uso de combustibles fósiles lo máximo que podamos, tenemos que buscar otro tipo de alternativa, y Argentina tiene esa posibilidad, tiene una situación geográfica particular que le da posibilidades únicas en el mundo, y eso es lo que tendríamos que aprovechar.

Ianigla es el encargado, por ley, de actualizar el Inventario Nacional de Glaciares. Foto: P. Pitee

Cuidar y monitorear glaciares

Usted dijo que el cambio climático produce, entre otros aspectos, el retroceso de los glaciares. ¿Se actualizó el Inventario Nacional que lideró?

El inventario se tiene que actualizar cada cinco años porque así lo marca la ley. Se terminó en 2018 y la gente de Ianigla está trabajando en la nueva versión, que está prácticamente para finalizar. De todos modos, esta idea de que la Ley de Glaciares es una ley antidesarrollo, cuando está muy lejos de eso, hace que por momentos tenga apoyo de instituciones nacionales y otros en los que no, y eso hace retroceder el ritmo de trabajo y el avance de los resultados. La Ley de Glaciares y el inventario nos proveen de información que es clave y fundamental, que no teníamos antes. En este momento, podemos decir con gran precisión que en la provincia de Mendoza los glaciares cubren el 0,83 % de la superficie provincial, o sea que hay más del 99 % de la superficie que no está ocupada por glaciares y que puede ser usada, ojalá en forma ambientalmente amigable para el desarrollo. Entonces, la Ley de Glaciares no es una ley antidesarrollo de cualquier actividad, sea minera, petrolera o la actividad que uno se quiera imaginar: es simplemente un ordenamiento territorial de la alta cordillera para saber que allí tenemos la capacidad de tener en años de extrema sequía caudales mayores al 40 %, donde los glaciares son el principal elemento que contribuye a ese caudal y que con solo proteger el 0,83 %, menos del 1 % de la superficie de la provincia, estamos de alguna forma garantizando tener agua en momentos críticos y clave cuando no nieva en la cordillera. Entonces, es clave y fundamental saber cómo ese recurso estratégico está evolucionando en el tiempo, está cambiando, porque el cambio climático está haciendo, por el aumento de las temperaturas, que los glaciares estén retrocediendo y que este recurso estratégico que tenemos los mendocinos, que tiene toda la gente que vive en el oeste argentino, en la cordillera, se vaya reduciendo. Con mayor razón hay que proteger ese recurso que cada vez es más importante por esta situación particular que estamos viviendo de calentamiento, donde el recurso agua va a ser cada vez más vital para el desarrollo.

A usted, por ser el coordinador del inventario, lo denunció la asamblea Jáchal no se Toca por entender que no incluir los glaciares de menos de un kilómetro habilitó los derrames de cianuro de la Barrick en San Juan. La Justicia lo imputó, aunque usted y un grupo de especialistas explicó que el tamaño es una medida internacional para este tipo de trabajos. ¿Cómo sigue esa causa?

La causa judicial sigue, pasan años en los cuales no hay ninguna novedad; en este momento, lo último que se nos ha pedido es una actualización de la lista de testigos que los abogados presentaron en 2017. Ya estamos a siete años de que se iniciara el procesamiento y no sabemos cómo va a seguir avanzando. Lamentablemente, en eso creo que la Justicia ha avanzado muy lentamente y uno no puede decir que no se siente afectado, pero termina aprendiendo a vivir, a poner prioridades también en otras cosas en la vida y a continuar haciendo las actividades que uno considera que son importantes: estar firme en Ianigla después de siete años y tratar de mantener todas las líneas de trabajo que venimos desarrollando.

Cuidar y monitorear los bosques

Ahora está liderando un relevamiento de bosques. ¿Cuál es su importancia?

Cuando se analiza cómo el cambio climático puede impactar nuestros recursos, es muy claro para las personas que caminamos los bosques de Argentina que en estos 40 años comencemos a ver situaciones que no existían en el pasado: aparecen manchones de bosque totalmente muertos por sequías extremas, eventos que no ocurrieron en el pasado, no ocurrían cuando caminábamos los bosques en la década del 80, en la década del 90. Son situaciones climáticas extremas a las cuales están siendo expuestos nuestros bosques, con árboles de 300, 400 años, que nunca fueron expuestos a las situaciones climáticas que tenemos en la actualidad. Entonces, creemos que es fundamental conocer cuál es la relación entre el crecimiento y el estado sanitario de nuestro bosque y la variabilidad climática. Por eso hemos encarado este proyecto, una red federal de alto impacto, para poder monitorear el crecimiento de especies emblemáticas de los bosques argentinos, como algarrobos, quebrachos, alerces, araucarias, lengas, guatambú, cedro, todo esto que forma parte de nuestro bosque argentino.

¿Cuál es el objetivo?

Es poder hacer proyecciones futuras sobre cuál va a ser el estado de nuestros bosques nativos, para luego definir qué estrategias de manejo son necesarias para la conservación de nuestros bosques y que nos ayuden con la captura de dióxido de carbono. Los bosques tienen la enorme capacidad de ser el elemento terrestre que más carbono almacena, y, justamente, el carbono en el aire por las emisiones de dióxido de carbono es el que crea el cambio climático y el que origina todos estos problemas. Entonces, la esperanza futura está ahí. Lo peor que podemos hacer es seguir destruyendo nuestros bosques porque estamos reduciendo nuestra capacidad de asimilar, de retener ese dióxido de carbono. Si podemos entender qué es lo que está pasando en nuestros bosques y podemos mejorar la capacidad de captación de nuestros bosques a través de procesos de extensión del área de cobertura, a través de distintos manejos de nuestros bosques, estamos a la vez reduciendo problemas tan importantes como estos altos niveles de dióxido de carbono. Es decir, contrariamente a lo que se piensa o a algunas políticas que estamos viendo, es importante reconocer que ese cambio climático está y lo que tenemos que hacer es buscar soluciones para tratar de mitigar su efecto desfavorable a través de políticas, de prácticas que permitan la reducción de los gases de tipo invernadero. Justamente, antes de que renunciáramos o quisiéramos retirarnos de la red internacional de países que están a favor de hacer esfuerzos para mitigar el cambio climático, como aparentemente fue la política actual en la COP29, hace dos años, Argentina recibió de Naciones Unidas, a través de FAO, dinero para estudiar nuestros bosques nativos, para ver cómo podemos conservarlos, cómo podemos incrementar la calidad de nuestros bosques, cómo podemos ayudar a la gente que vive en esos bosques para que sigan siendo el elemento productivo que les permite estar asentados allí, que les permite tener una vida digna allí, que puedan tener acceso a la educación, y todo este dinero viene de estos proyectos internacionales que están revalorizando la importancia de los bosques.

Los bosques, dijo Villalba, son el elemento terrestre que más carbono almacena, por eso hay que cuidarlos. Foto: gentileza Pablo Villagra

¿Cuáles son los tiempos para concluirlo?

La situación es que esto nació con el gobierno anterior, tuvimos un año donde tuvimos los recursos, pero ahora no recibimos la segunda cuota, estamos totalmente desfinanciados. Por suerte, hay una fundación en Argentina, Fundación Williams, que llamó a un concurso, hicimos una presentación, le hicimos ver la importancia de esto, y nos ayudó este año para poder seguir manteniendo al mínimo el proyecto, para que no se muera toda esta red que hemos creado, que en este momento incluye 16 provincias del país, con 93 personas del INTA, de universidades nacionales, estudiantes en todo el país; es una red única. El año que viene, no sé, porque vamos colocando estaciones de monitoreo; ya colocamos unas 15 estaciones, pero, este año, con suerte vamos a poder poner tres. No nos vamos a morir, pero era un proyecto de cuatro años, entonces veremos cómo seguimos.

Hablamos de los grandes temas ambientales, de las políticas, pero ¿qué puede hacer la ciudadanía?

Primero, necesitamos políticos que estén comprometidos con el cambio climático, y eso va a venir de la mano de la educación, es la que nos puede dar respuesta. Por más que dos o tres científicos reclamen tal cosa, si no hay una aceptación por parte de toda la población a través de la educación, del conocimiento, de la formación de las personas, hacia el respeto, hacia mirar un mundo del cual somos parte y no dueños, entender que es nuestra casa, que no tenemos otra y debemos cuidarla, es muy difícil. Entonces, para responder, hay toda una escala de situaciones interesantes. Por ejemplo, las municipalidades de la Ciudad de Mendoza, de Godoy Cruz, de Maipú, me han invitado para hablar, colaborar, porque están interesados en saber cómo reducir emisiones a nivel de ciudad, cómo hacer ambientes mucho mejores para la vida. Me parece muy bien que no sea una decisión que venga desde el nivel nacional hacia abajo, sino que la gente se está movilizando desde abajo, buscando soluciones para el ambiente, para el entorno en el cual vive. Eso me parece supervalioso, interesante y que hay que apoyar. Es bueno llevar esas situaciones a la educación. Ahora, todo el mundo lo dice: “Mi hijo, si tiro un papel, me reta”, y eso está muy bien, pero tampoco hay que caer en pequeñas banalidades, en decir, por ejemplo, que el problema del agua en Mendoza lo soluciono cerrando la canilla cuando me lavo los dientes. Es buenísimo que cierres la canilla, que no desperdicies el agua, pero hay un compromiso mayor, políticas macro, políticos comprometidos para dar un paso mayor, para buscar un mundo mejor para todos, para los 8000 millones de personas que vivimos en este planeta. Es un enorme desafío.

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