Dilema resuelto: descubren que la sífilis existía en América antes de la llegada de los europeos
Un estudio internacional en el que participaron científicos y científicas del Conicet halló el ADN de la bacteria "Treponema pallidum", causante de la sífilis y otras enfermedades infecciosas relacionadas. El estudio ayuda a saldar la discusión sobre su origen y expansión en el presente.
Los resultados obtenidos representan un importante aporte a la discusión sobre el origen y expansión de la sífilis. Imagen: Getty Images
Los científicos y científicas del Conicet en el Instituto de Antropología de Córdoba (Idacor, Conicet-UNC) Darío Ramírez, Rodrigo Nores y Mariana Fabra —en colaboración con colegas de la Universidad Nacional de Cuyo (UNCUYO) y de diferentes centros internacionales— contribuyeron al hallazgo de ADN de la bacteria Treponema pallidum, causante de la sífilis y de otras enfermedades infecciosas relacionadas. El estudio se hizo en muestras humanas arqueológicas provenientes de distintos países de América y fechadas en hasta 700 años atrás. Estos resultados representan un importante aporte a la discusión sobre el origen y expansión de la sífilis, un tema que ha generado históricas controversias en la comunidad científica. La investigación fue publicada en la prestigiosa revista Nature.
Las treponematosis constituyen un grupo de cuatro enfermedades infecciosas causadas por diferentes especies del género Treponema, estrechamente relacionadas entre sí, que afectan a los humanos. La más conocida es la sífilis que tiene distribución en todo el mundo —asoló a Europa a finales del siglo XV y continúa siendo un desafío para la salud pública en la actualidad—, mientras que las otras tres tienen distribución endémica: el bejel, la frambesia y la pinta.
En este sentido, Ramírez, becario doctoral del Conicet en el Idacor y uno de los primeros autores del trabajo, sostuvo: “Analizar la historia evolutiva de estas bacterias, incluyendo su capacidad de adaptación a distintos nichos ecológicos, contribuye a conocer cómo las enfermedades de este tipo se dispersan en el presente“.
El equipo del Conicet: Darío Ramírez, Mariana Fabra y Rodrigo Nores. Foto: Idacor
Desde la bioantropología, y específicamente desde la bioarqueología y la paleopatología, se hicieron valiosos aportes a esta cuestión durante décadas, a través de la identificación de lesiones en restos humanos esqueletizados. Sin embargo, y aunque la información obtenida permitía sugerir que estas lesiones eran causadas por treponematosis, en ocasiones no alcanzaba para ser concluyente. “Esto se debe a que algunas de estas lesiones no son específicas de una única enfermedad, motivo por el cual también podían ser interpretadas como resultado de otras patologías. Al mismo tiempo, las características observadas en los huesos tampoco eran suficientes para diferenciar entre las cuatro variantes de treponematosis”, explicó Ramírez.
Para comprender mejor la evolución de esta enfermedad, los especialistas del Idacor colaboraron en un proyecto internacional dirigido por Kirsten Bos, del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva (Alemania). La estrategia se basó en la determinación molecular de la patología a partir del análisis de ADN antiguo, es decir, el ADN que se puede recuperar de material biológico de muestras arqueológicas. Luego de analizar cientos de muestras de distintos países de América, detectaron la presencia de las bacterias causantes de treponematosis y, a través de la recuperación de genomas de alta calidad, identificaron sus distintas variantes.
El trabajo confirmó la presencia de cinco casos de treponematosis en América: cuatro prehispánicos y uno datado alrededor del contacto hispano (entre los años 1400 y 1600). Es decir, se encontraron cinco genomas de Treponema pallidum que representan parientes antiguos de los linajes causantes de las treponematosis actuales: dos genomas relacionados con sífilis en Perú y Chile del siglo XIV; uno asociado a bejel de la provincia de Córdoba, Argentina, del siglo XII, y dos relacionados con bejel o frambesia, provenientes de distintos contextos arqueológicos de México, entre los siglos XIV y XVI.
Fragmento del hueso donde se halló el genoma en la muestra de Córdoba. Foto: Idacor
El hallazgo en Argentina
Dentro del conjunto de muestras analizadas en el estudio, se incluyeron muestras de diente y hueso pertenecientes a setenta individuos de contextos arqueológicos de la provincia de Córdoba, con una antigüedad de entre 4000 y 300 años. El genoma de Treponema pallidum fue recuperado de una sección de la pelvis de un joven de entre quince y veinte años de edad de la actual localidad de Deán Funes. Según los análisis genéticos, formaría parte del linaje de la enfermedad de bejel.
El bejel se transmite principalmente por el contacto directo con mucosas o elementos contaminados de personas infectadas, y afecta principalmente a niños y adolescentes. Actualmente, esta patología se encuentra restringida a ambientes cálidos y áridos del Noroeste de África y Medio Oriente. No se encuentra en Argentina ni en América.
Muestras de donde se extrajo el ADN utilizado para los análisis. Foto: Idacor
En este sentido, de acuerdo con las y los investigadores, resulta relevante interpretar los datos obtenidos a la luz de elementos contextuales obtenidos desde la arqueología y la bioarqueología, puesto que estos brindan evidencia sobre la forma de vida de los grupos humanos del pasado al señalar factores que habrían facilitado la diseminación de la enfermedad; tales como el aumento poblacional, la producción de alimentos y el sedentarismo estacional. Con respecto a esto, Ramirez señaló: “Considerando que las condiciones ambientales de los lugares donde la enfermedad está presente actualmente son diferentes a las de la región central de Argentina en el pasado, podemos interpretar que antiguamente estas bacterias tenían mayor capacidad de adaptación ambiental, lo que posibilitó su distribución en distintos puntos geográficos”.
La discusión sobre la historia de la enfermedad
La pregunta sobre el origen de la sífilis tiene larga data. ¿La enfermedad se introdujo en Europa luego del contacto con América o siempre estuvo allí? ¿Los nativos americanos fueron alcanzados por esta epidemia a partir de la llegada de los europeos? Este estudio logró determinar que estas enfermedades ya se hallaban en la población nativa americana antes de la llegada de los europeos. Sin embargo, habrían estado afectados por variantes ancestrales, las que, según las fuentes etnohistóricas, parecerían no haber tenido consecuencias tan graves en sus portadores o serían formas patogénicas menos agresivas.
Los genomas hallados en las muestras antiguas de América tienen características diferentes a las de las enfermedades actuales, a las que hoy se puede reconocer como linajes hermanos de aquellas variedades ancestrales. En este sentido, Rodrigo Nores, investigador del Conicet y coautor del estudio, sostuvo: “La sífilis europea es la que termina expandiéndose en el mundo y reemplaza a las variantes menos patogénicas de América. Podemos interpretar que la sífilis, la frambesia y el bejel son las enfermedades actuales, heredadas de linajes provenientes de América que hoy están extintos”.
Científicos del Conicet en el Instituto Max Planck (Alemania). Foto: gentileza de los investigadores
Según los registros documentales, la primera gran epidemia de sífilis en Europa se dio en 1495, dos años después del regreso a Europa de los colonizadores que llegaron a América. Para Nores, fue en Europa donde esta enfermedad se habría vuelto más patogénica a través de cambios o mutaciones en el genoma de la bacteria. En este sentido, fue clave la expansión colonial, con la llegada de los europeos a América y su posterior retorno a sus países de origen, para que la enfermedad se dispersara al resto del mundo, con la consecuente generación de epidemias.
El análisis paleogenómico de las treponematosis en contextos arqueológicos de distintos países de América contribuye a la discusión sobre el origen y la dispersión de estas enfermedades, y pone a disposición un conocimiento fundamental para el análisis de la historia evolutiva de este grupo de bacterias. Además, ayuda a conocer los modos de vida de las poblaciones del pasado, con foco en sus condiciones de salud.
Fuente: Belén Nocioni (Idacor, Conicet-UNC) y María Pía Tavella (Conicet Córdoba)
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