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21 DE NOVIEMBRE DE 2024
El ex Subsecretario de Seguridad durante el gobierno de Celso Jaque está técnicamente prófugo desde el 21 de noviembre. Aquí, la historia de este imputado por delitos de lesa humanidad que dedicó su carrera a la formación de la policía brava, de perfil católico y moralista.
Uno de los mejores cuadros policiales del aparato represivo montado desde la dictadura empezó como ayudante de Arrieta Cortés, Sub Jefe del Brigadier Julio César Santuccione, mentor del Comando de Moralidad Pío XII —que perseguía y asesinaba a homosexuales y prostitutas— además de Jefe de la Policía de Mendoza entre 1975 y finales de los años 80.
Todo indica que Rico compartía afinidad con el estilo de conducción: enérgico, ultracatólico, nacionalista, con cero afinidad con los periodistas y 100% orgulloso de la gran red mutual para la familia policial por obra de la iniciativa de Santuccione. Tanto es así, que no cualquiera formaba parte de la camada de oficiales, comisarios y subcomisarios, aunque todos estuvieran de un modo u otro ligados a la represión ilícita. Es que la tarea requería distintos perfiles psicológicos.
Por ejemplo, el de Carlos Rico. Santuccione lo recomendó para realizar cursos de Comando Militar en la Escuela de Infantería del Ejército que impartía el Coronel Mohamed Alí Seineldín. Producto de esa capacitación en instrucción “contrarrevolucionaria” es que Rico participa en la elaboración y ejecución del Proyecto GES-78.
Esto ocurrió en diciembre de 1977. Hasta ese entonces estaba clara la diferencia entre Rico y otros oficiales como Ignacio Medina, quien también comenzó como asistente de Santuccione e integró aquel grupo especializado creado para mantener la “calma pública” durante el mundial de fútbol de 1978. Es que toda su carrera en la policía había sido en Unidades Especiales, es decir que aún siendo un joven con 20 años, casi no recaló en comisarías para desarrollar tareas comunes de tipo policial.
Los legajos de la época resultan una fuente informativa valiosa para entender el rol de Carlos Rico. Allí figura que junto con su colega Adolfo Siniscalchi fue recomendado por el Jefe de la Policía Federal para integrar el Centro Contrasubversivo en Mendoza y fue felicitado por su rendimiento por Julio César Santuccione, quien destacó su aporte a la “erradicación de la delincuencia subversiva” y en mérito “a la subordinación, el respeto y el espíritu de cuerpo” demostrados. También dice que representó a la Policía de Mendoza ante el Ministerio del Interior a cargo del General Albano Harguindeguy, donde fue felicitado por su eficaz accionar, y que además fue profesor de oficiales de la Fuerza Aérea, de Gendarmería y de otras policías provinciales, en estrategia y técnica de combate.
Dictó clases de Acción Psicológica y Psicología de Multitudes, a las que llama “materias basales para la actividad policial”, imprescindibles en “rubros fundamentales como control de disturbios, prevención de disturbios, contención de multitudes, agresivos y compuestos químicos como integrantes del arsenal policial”. A estas disciplinas hay que sumarle estrategias de supervivencia que dice haber impartido a civiles que también formaron parte del Grupo Especial y tenían entrenamiento en la Fuerza Aérea, y también clases y conferencias sobre “Intento de destrucción del valor espiritual a través del tiempo”, una de las obsesiones de los grupos de ultraderecha católica que buscaron sumarse a la lucha contrasubversiva y en ocasiones efectivamente coordinaron acciones con los Servicios de Inteligencia del Estado.
Con la democracia y su retiro se abrió una nueva etapa para Carlos Rico. El Partido Demócrata lo sumó como experto en seguridad de cara a las elecciones del 2007. Al ganar Celso Jaque la gobernación, este definió que fuese el dirigente demócrata Juan Carlos Aguinaga el nuevo Ministro de Seguridad (se trató de una alianza entre los dos partidos). Y fue entonces que Aguinaga designó a Rico como Subsecretario de Seguridad.
La certeza de que Rico reunía todo el perfil de un verdadero cabecilla de la represión ilegal alentó movilizaciones sociales que fuertemente exigieron su renuncia. Esta se produjo meses después de haber asumido, debido a la gran movilización convocada por los referentes de derechos humanos, incluidos los funcionarios del Ministerio de Justicia Diego Lavado y Pablo Salinas. Mientras tanto, en paralelo, la Justicia Federal lo empezó a investigar.
En una primera instancia se determinó que Rico estuvo bajo las órdenes del D2, que tenía personal a cargo y que los libros del cuerpo de Infantería donde él se reportaba configuraban prueba suficiente para considerarlo jefe o cabecilla de la asociación ilícita que fue el GES-78. Esa asociación no sólo disponía de armas de guerra y tenía una organización de tipo militar, sino que además puso en peligro la vigencia de la Constitución Nacional bajo la fachada de querer mantener la calma previa al mundial. Sin embargo, el expediente penal instruido por el Juez de primera instancia lo salvó de la complicidad con los delitos de lesa humanidad. De ahí que, aun procesado por asociación ilícita, Rico se encontraba en libertad.
Eso ocurrió hasta el pasado 21 de noviembre, cuando la Cámara Federal de Apelaciones ordenó su detención en virtud de otras imputaciones y como este no fue encontrado en su domicilio, se libró orden de captura internacional.
La nueva imputación tiene que ver con la cadena de once secuestros ocurridos entre el 15 y el 29 de mayo de 1978, en pleno funcionamiento de aquel Grupo Especial. Nuevamente, son los libros de Infantería los que detallan movimientos que sirven como prueba. Por ejemplo, el día 15 de mayo era secuestrada Margarita Doltz de Castorino, dos días después lo mismo sucedía con Aldo Patroni y luego fue el turno de Raúl Gómez Mazzola. Ya desde los días previos, la actividad en Infantería es febril: Rico y Adolfo Siniscalchi salen en comitiva en el móvil 2, e ingresa y egresa personal del GES justo los días y horarios en que se produjeron secuestros de personas hoy desaparecidas.
Durante la noche del 17 y la madrugada del 18 de mayo se registran los siguientes movimientos: a las 21.40 se retiran Carlos Rico, José Siniscalchi y oficiales del GES. Regresa el Of. Ppal. Ignacio Medina, quien se retira a las 22.10 en su vehículo particular. A las 22.25 el Móvil 2 sale en comisión, regresa a las 23.20 luego de haber recorrido 18 km en 55 minutos. Ya en la madrugada, a las 02.35, sale de nuevo el Móvil 2, regresando luego de haber recorrido 23 km en 35 minutos. Vuelve a salir ese móvil regresando a las 05.40 luego de haber recorrido 58 km en 2:30 hs. A las 06.55 lo hace de nuevo con oficiales del GES, volviendo a las 07.05 luego de recorrer 16 km en 10 minutos.
Todos estos movimientos vuelven a hacerse evidentes durante los días 22 y 23 de Mayo de 1978, cuando también se producen secuestros entre la noche y la madrugada. Según el libro de novedades, a las 21.35 regresan en el Móvil 2 Carlos Rico y personal del GES, también regresa el móvi 1 con Siniscalchi y personal del GES. A las 23.00, en el Móvil 2 se retiran Rico y Siniscalchi, regresando a las 23.35. A las 06.10 (23 de mayo) se encuentra presente el Of. Ppal. Ignacio Medina. A las 8.10 se hace presente Siniscalchi y a las 9.00. salen nuevamente Rico y Siniscalchi con otro oficial del GES de apellido Sánchez. A las 9.40 salen agentes al mando segundo jefe del D-2.
Lo llamativo es que fuera de estas fechas precisas, no se registra un movimiento tan intenso del Grupo Especial, y menos a altas horas de la noche y de madrugada, a excepción del día 16 de mayo, que muere uno de los integrantes del GES durante una práctica de combate. Se llamaba Jorge Aldo Cornejo, y en relación a esta muerte puertas adentro, nada pudo esclarecerse, ni las circunstancias en que fue herido de bala ni el nombre del oficial que le disparó, aparentemente por accidente. El único dato que se pudo esclarecer años después, es que un hermano de Rico, el oficial de policía Eduardo Rico Tejeiro, hizo que ese expediente interno del GES se diera por extraviado.
Por último, este año se sumaron nuevas pruebas contra Carlos Rico en la causa “Rabanal”, en donde consta que Rico trasladó a Miguel Angel Gil al D2, aun a sabiendas de que se podía morir allí. Miguel Ángel Gil era el más visiblemente torturado del grupo de detenidos cuyas fotos aparecieron publicadas en un diario. De acuerdo a lo reconstruido hasta el momento, todos cayeron secuestrados en el D2, donde se los torturaba sistemáticamente; fueron trasladados en pésimas condiciones frente a un juez federal que no los indagó, sino que más bien los amedrentó, luego retornaron de la mano de Rico al D2 y es ahí cuando muere Gil al no resistir la tortura. Según el razonamiento del Fiscal Dante Vega, Rico sabía que esto podía sucederle a Gil debido a su evidente estado y por tanto tiene responsabilidad en el homicidio calificado y en los tormentos agravados.
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