Cómo fue represión paraestatal en Mendoza

El CAM y el Pío XII en la Mendoza predictatorial.

Cómo fue represión paraestatal en Mendoza

Derechos Humanos

Especial Día de la Memoria

Especiales

Laura Rodríguez - INCIHUSA-CONICET

Publicado el 24 DE MARZO DE 2016

“Mendoza, la provincia más limpia del mundo no cobijará basura roja en el suelo. Antes muertos que bolches” (CAM).

 

Durante los años previos a la última dictadura, bandas parapoliciales y paramilitares actuaron a lo largo de todo el país. En Mendoza tuvieron efímera existencia el Comando de Operaciones Anticomunistas José I. Rucci, la Juventud Peronista Auténtica y el Comando Fernando Abal Medina. El accionar represivo fue llevado a cabo principalmente por el Comando Anticomunista de Mendoza (CAM) y el Comando Moralizador Pío XII. Dichos comandos, que se habrían constituido para “defender a la población de la penetración marxista” en el primer caso y para “resguardar la moral de la población”, en el segundo, estaban directamente vinculadas con el jefe de la policía provincial, vicecomodoro Julio César Santuccione.

El CAM entró en escena en setiembre de 1974, mes en el que realizó seis atentados. El primero de ellos se produjo contra la imprenta Paulos y el segundo estuvo dirigido a la sede del Partido Comunista (PC). Estos dos hechos, que constituyeron la presentación en sociedad del CAM, fueron acompañados de dos partes de guerra en los que el comando manifestó los móviles de los atentados.

En el primer caso se acusó a la imprenta mencionada de “ser un lugar donde el enemigo confeccionaba material ideológico que envenena las conciencias de la juventud”; en el segundo, por adoctrinar “a personas de intereses ajenos a la Patria” (Mendoza, 8/9/1974). A partir de ese momento no dejaron de producirse atentados. Fueron víctimas de los mismos numerosos dirigentes gremiales, estudiantiles, personas ligadas a la izquierda peronista, a partidos de izquierda, a organizaciones político-militares, también instituciones judías y metodistas.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Diario Mendoza. Hemeroteca Biblioteca San Martín.

 

El año 1975 comenzó con una explícita agudización de la violencia paraestatal. Durante los meses de junio y julio fueron hallados nuevos cadáveres. Uno de ellos pertenecía a Amadeo Sánchez Andía, estudiante de la UNCUYO y militante del Partido Revolucionario de los Trabajadores-Ejército Revolucionario del Pueblo (PRT-ERP).

Si bien el montaje del aparato represivo comenzó en 1974, durante los últimos meses de 1975 se produjo una inflexión cuando, en octubre de ese año, a través de los decretos 2770, 2771 y 2772 se terminó de formalizar la participación de las Fuerzas Armadas en la represión.

En Mendoza, el 22 de noviembre el ministro Mathus, en conferencia de prensa, anunció un redoblamiento de las medidas de seguridad “en prevención de la guerrilla y la subversión” invocando el decreto 2772/75 (Los Andes, 23/11/1975). Entre las noches del 22 y 23 de noviembre se produjeron numerosos secuestros, entre ellos el del estudiante Luis Moriña, quien continúa desaparecido, y el trabajador Héctor Pringles, quien fue asesinado. A comienzos de diciembre se denunciaban nuevos secuestros de estudiantes y gremialistas, entre ellos el del bancario José Salvador Vila Bustos, quien también continúa desaparecido.

A todo ello se sumó, también en diciembre, la ejecución, en Papagallos, de Néstor López Fornés, secretario de la Organización de la Unión de Trabajadores Gastronómicos de la República Argentina, cargo que había ocupado Luis Granizo, asesinado semanas antes. Por otra parte, la violencia paraestatal se extendió a quienes cometían delitos comunes. Varios “delincuentes comunes” y prostitutas fueron hallados muertos en los mismos sitios adonde se arrojaban los cuerpos de militantes políticos y gremiales (Papagallos, Canota, Las Lajas).

El año 1976 se inició con una serie de atentados con bombas a obreros, militantes del PC y dirigentes que habían participado del gobierno de Alberto Martínez Baca. Frente a constantes reclamos, Santuccione declaró que se estaba investigando al CAM pero “aún se desconocían sus integrantes, estructuras y bases” (Mendoza, 7/1/1976). Mientras tanto, no dejaba de crecer el número de desapariciones, allanamientos y asesinatos.

Finalmente, el 20 de marzo de 1976 se produjo el secuestro y asesinato de dos jóvenes militantes: Susana Bermejillo, profesora de Letras vinculada al PC, y Jorge Susso, estudiante de Ingeniería de la Universidad Tecnológica Nacional perteneciente al PCR (Partido Comunista Revolucionario).

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Diario Mendoza. Hemeroteca Biblioteca San Martín.

 

La dimensión sexuada de la represión: el Comando Moralizador Pío XII

Una particularidad que tuvo la represión paraestatal en Mendoza, durante los años previos al último golpe fue la persecución a mujeres en situación de prostitución por parte del Comando Moralizador Pío XII. Este comando llevaba a cabo acciones que incluían, además de atentados con bombas a clubes nocturnos y cabarets, la persecución y asesinato de mujeres en situación de prostitución y proxenetas. Así recuerda una testigo (M.) la aparición del Comando Pío XII: “La primera vez que tengo yo noción de este comando era como la 1 de la mañana y estaba parada en la esquina de Urquiza y Salta, sola, no había nadie, entonces a lo lejos venía un Ami 8 amarillo y yo veía de lejos que venía tocando bocina por las esquinas y me llama la atención, cuando pasa por mi esquina, toca bocina y tira papelitos […] el papelito decía: ‘Emigren, prostitutas, Comando Pío XII’”.

El Comando Pío XII irrumpió en la escena pública en el mes de mayo de 1975 con una acción que definió su modus operandi. El 1.º de mayo fueron encontradas desnudas y con un disparo en la cabeza dos prostitutas que habían sido secuestradas por un grupo de desconocidos la noche anterior (Claridad González de Ángel y Ramona Suárez de Martínez). Un testigo del hecho declaró a Los Andes (2/5/75) haber visto a un uniformado entre los captores. A partir de estos hechos saltan a la luz otros once casos similares vinculados con el misterioso comando moralista.

El 26 de julio de 1975, el Comando envió un comunicado a la redacción del Diario Mendoza. Allí se definían como “un grupo moral y defensor de la salud pública y que sale a la lucha, ya que se observa que la acción de la policía y los jueces está totalmente limitada por una acción débil e inocua, donde no se observa una verdadera acción represiva contra la manifestación de la corrupción que existe en nuestra ciudad”. En el mismo comunicado manifestaban que serían “inmisericordiosos en el castigo a las prostitutas, que con su desenfadada presencia en la vía pública atormentan y ofenden de raíz las prácticas de buena costumbre y pública moral mínima de toda sociedad decente”. Y finalizaba: “Con látigos de tiento, cadenas, garrotes de goma y cartuchos cargados con sal ahuyentamos la presencia indecorosa de las mujeres públicas, como así también con un perro doberman, especialmente adiestrado para desnudar personas, que responde al nombre de Savonarola. Res non verba (hechos, no palabras)” (Mendoza, 26/7/1975).

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Diario Mendoza. Hemeroteca Biblioteca San Martín.

 

Los métodos de castigo aplicados a estas mujeres fueron los mismos que a los y las militantes. Los allanamientos llevados a cabo en los domicilios de aquellos/as considerados/as “enemigos apátridas”, realizados en las noches por hombres de civil encapuchados exhibiendo armas largas, tuvieron su paralelo en las excursiones nocturnas de las “brigadas moralizadoras” que durante las madrugadas “barrían la vía pública”, generando terror en las mujeres en situación de prostitución a través de amenazas, golpes, tortura, secuestros y la realización de marcas infamantes en sus cuerpos.

A su vez, el lugar adonde fueron llevados/as todos/as ellos/as –el CCD “D2”– así como el lugar en el que arrojaban los cuerpos también fueron los mismos. Sin embargo, los tormentos sufridos por estas mujeres resultaron imperceptibles.

Probablemente su condición de género, la imposibilidad de pensar la prostitución como un hecho político, junto con la invisibilidad de la lógica patriarcal y de la misoginia de las fuerzas de seguridad, borró –y despolitizó– el hecho de que fueron grupos paraestatales los responsables de las acciones represivas, e impidieron ver que en Mendoza parte de la acumulación de experiencia en las prácticas represivas ilegales fue realizado sobre los cuerpos de mujeres que se habían salido de los “roles esperados”.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Diario Mendoza. Hemeroteca Biblioteca San Martín.